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Puigdemont es el nuevo Portaventura
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Marta García Aller

Segundo Párrafo

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Puigdemont es el nuevo Portaventura

En Junts ir a ver a Puigdemont en Francia lo llaman “experiencia”. Como si en vez de ir a un mitin fuera un día en Puy-du-Fou. Puig-du-fou, lo podíamos llamar

Foto: Carles Puigdemont presenta su candidatura. (EFE/David Borrat)
Carles Puigdemont presenta su candidatura. (EFE/David Borrat)
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Mientras en Barcelona acaban de borrar una línea de bus de Google Maps para evitar que la saturen los turistas, en Japón ya hay un parque de atracciones que recrea el Parque Güell, la estatua de Colón y La Boquería. Hay también una montaña rusa que se llama Montserrat. El millón y pico de turistas japoneses que visitan al año Shima Spain Village también pueden hacerse un selfie junto a la Cibeles, tomar sangría en un restaurante llamado La Roja y ver a una copia de la dama de Elche. Tiene sentido que ahora que las ciudades van pareciendo parques temáticos, los parques temáticos quieran parecerse a las ciudades.

Pero para que esta experiencia de este typical Spanish nipón de cartón piedra sea completa, igual que ofrecen encierros de Sanfermines en 3D y un carrusel de la Tomatina, deberían incorporar entre las atracciones un mitin de Puigdemont. Resultaría tan kitsch como todo lo demás y estaría mucho más actualizado. Eso sí, tendría que ser a las afueras del parque, antes de entrar. El típico espectáculo saltimbanqui con el que amenizar una cola en la taquilla. Algo que no terminas de saber si forma parte del todo o va de independiente, pero que sin el resto no es nada.

Al que le gusten los parques temáticos que imitan la realidad, pero Japón le pille lejos, 11.000 kilómetros más cerca tiene Argelès-sur-Mer, al sur de Francia, donde Puigdemont celebrará los mítines para las elecciones del 12M. Los de verdad. Cómo no va a ser cada vez es más difícil diferenciar la parodia de la realidad si están montados más como una atracción de feria que como una campaña electoral.

Tal y como lo ha planteado Junts, Puigdemont ofrecerá cada día un mitin al que los fieles podrán acercarse en autobús para vivir la "experiencia" Puigdemont en vivo y en directo. Nada de plasmas ni hologramas, como en aquella otra campaña del 17, en la que un Puigdemont recién fugado también amenazaba con volver a que lo invistieran en forma de holograma. O las elecciones del 21, en las que hizo campaña por videoconferencia desde Waterloo.

Apelan a ese atractivo de las bandas que cuanto peor están, antes se agotan las entradas porque más se teme que sea su último concierto

Ahora ir a ver a Puigdemont al sur de Francia lo llaman así: "experiencia". Una experiencia única e inigualable. El mismísimo Puigdemont en persona. Como si en vez de ir a un mitin del candidato a la Generalitat invitaran a pasar un día en Puy-du-Fou. Puig-du-fou, lo podríamos llamar. El mitin de Puigdemont convertido en una atracción de feria es la culminación perfecta del simulacro que siempre fue el procès. Puigdemont es el nuevo Portaventura.

Cada día saldrán de Cataluña cinco o seis autocares, en función de la demanda, camino de la experiencia inigualable de ver en directo a Puigdemont diciendo lo mismo que el día anterior. No sabemos si les pondrán pulserita. El gancho para la movilización esperan que sea el efecto "yo estuve allí". Para eso le viene muy bien el anuncio de que si no gana se retira. Apelan a ese extraño atractivo de las bandas en decadencia que cuanto peor están antes se agotan las entradas porque más temen sus incondicionales que sea el último concierto. Su atractivo es, sobre todo, recordar lo que fueron.

Quieren cambiar el 'ja sóc aquí' por el 'yo estuve allí'. En vez de ser candidato el que se acerque a los militantes, como pasa en las campañas, van a tener que ser los votantes los que se chupen el kilometraje. Es arriesgado. Aunque bien mirado, pedirle a la gente que acuda en autobuses a vivir la 'experiencia' Puigdemont visitándole en su personalísimo parque temático es lo más honesto que puede hacer el equipo de campaña de Junts. Nunca un político ha dejado tan claro a los votantes en campaña que van a ser ellos quienes tienen que adaptarse a las necesidades del candidato y no al revés. Es la historia misma del procès.

Mientras en Barcelona acaban de borrar una línea de bus de Google Maps para evitar que la saturen los turistas, en Japón ya hay un parque de atracciones que recrea el Parque Güell, la estatua de Colón y La Boquería. Hay también una montaña rusa que se llama Montserrat. El millón y pico de turistas japoneses que visitan al año Shima Spain Village también pueden hacerse un selfie junto a la Cibeles, tomar sangría en un restaurante llamado La Roja y ver a una copia de la dama de Elche. Tiene sentido que ahora que las ciudades van pareciendo parques temáticos, los parques temáticos quieran parecerse a las ciudades.

Carles Puigdemont
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