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El CGPJ y un chupa chups
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Marta García Aller

Segundo Párrafo

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El CGPJ y un chupa chups

Tras dos mil días y muchas vueltas, al final el PP y el PSOE han vuelto a llegar a un acuerdo a la antigua usanza

Foto: El vicesecretario de Institucional del PP, Esteban González Pons, y la vicepresidenta de la Comisión Europea, Vera Jourová, durante la firma del acuerdo para la renovación del CGPJ. (Europa Press/Comisión Europea)
El vicesecretario de Institucional del PP, Esteban González Pons, y la vicepresidenta de la Comisión Europea, Vera Jourová, durante la firma del acuerdo para la renovación del CGPJ. (Europa Press/Comisión Europea)
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Faltó que Věra Jourová les diera un chupa-chups a cada uno. No nos hubiera extrañado demasiado a estas alturas. Al fin y al cabo, estamos normalizando que la vicepresidenta de la Comisión Europea salga en medio de González Pons y Félix Bolaños para asegurarse de que acaban dándose la mano, como dos niños en el recreo a los que la 'seño' ha obligado a hacer las paces.

Bienvenido sea el acuerdo por la renovación del CGPJ. Por fin. Es una buena noticia para recuperar el normal funcionamiento de las instituciones y, lo que es más importante, porque una vez renovado el CGPJ, por fin dejaremos de hablar de la renovación del CGPJ. Este acuerdo recién sellado en Bruselas, en vez de en las Cámaras de la soberanía nacional a las que les correspondería su negociación, es un antes y un después. Constata, por una parte, que PP y PSOE han sido incapaces de hacer su trabajo hasta que ha llegado la tutela de la UE y constata también una vuelta a los apaños del bipartidismo. Aunque más que una vuelta al bipartidismo imperfecto, sea un bipartidismo tutelado con la bendición de Bruselas, que lo considera un "gran paso para mejorar la situación de la justicia en España"

El acuerdo para renovar el Poder Judicial nace con la vergüenza ajena bajo el brazo de ver al ministro de Justicia español y al eurodiputado del PP González Pons necesitando la manita de la Comisión Europea para firmar el acuerdo en Bruselas, con una bandera junto a la europea en cada esquina, como se hace cuando son cumbres de dos países. Solo que aquí era el mismo país, la misma bandera, dos a cada lado de la mesa. Ambas partes han salido a explicar a la sala de prensa por separado, bajo la atenta mirada de Jourová. Pons y Bolaños no han sido capaces de salir a explicar el acuerdo conjuntamente. A lo mejor por eso no se ganaron el chupa-chups.

Dos elecciones generales, cuatro ministros de Justicia y una pandemia después, por fin se ha renovado el CGPJ con más de cinco años de retraso. En este tiempo el PP ha cambiado de líder, a Ciudadanos le ha dado tiempo a desaparecer y a Pablo Iglesias a pasar de vicepresidente del Gobierno a montar un bar en Lavapiés con Podemos en el Grupo Mixto. Todos ellos enredaron en las negociaciones frustradas de estos cinco años.

Total, que tras dos mil días y muchas vueltas, al final el PP y el PSOE han vuelto a llegar a un acuerdo a la antigua usanza. Los socialistas eligen a diez vocales y los populares a otros diez de la veintena que integran el CGPJ. Eso sí, hay novedades en las medidas encaminadas a reforzar la independencia judicial y tranquilizar a Bruselas. Por ejemplo, que el o la fiscal general del Estado no volverá a poder estar recién salido de la política, sino que deberá llevar al menos cinco años apartado de ella, en lo que podríamos llamar cláusula Dolores Delgado. Además, han acordado que se ampliará a 20 años la antigüedad para poder ser designado magistrado del Tribunal Supremo y todos los nombramientos discrecionales del Consejo se adoptarán por mayoría reforzada, es decir, un mínimo de 13 vocales.

El Consejo General del Poder Judicial se lleva además deberes para el próximo curso. Tiene hasta Navidad para realizar un estudio sobre los sistemas europeos para la elección de vocales en órganos similares y deberá presentar una propuesta de reforma que establezca la "participación directa" de jueces y magistrados en la elección de los 12 vocales de procedencia judicial. De momento, se cumple la ley y la reforma queda en futurible.

La UE celebra el acuerdo. Lo celebran el PP y el PSOE. En contra del acuerdo, Podemos, Vox y ERC. El primero acusa de traidor al PSOE; el segundo, al PP y el tercero, a los dos. Todo esto del bipartidismo resulta extrañamente familiar. Y, visto lo visto, no está mal.

Faltó que Věra Jourová les diera un chupa-chups a cada uno. No nos hubiera extrañado demasiado a estas alturas. Al fin y al cabo, estamos normalizando que la vicepresidenta de la Comisión Europea salga en medio de González Pons y Félix Bolaños para asegurarse de que acaban dándose la mano, como dos niños en el recreo a los que la 'seño' ha obligado a hacer las paces.

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