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Marta García Aller

Segundo Párrafo

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Biden go home

Fue tan evidente el deterioro de Biden a los pocos minutos de debate que, además de a él, desacredita a quienes a su lado llevan demasiado tiempo mirando a otro lado

Foto: Debate presidencia de la CNN en Atlanta. (Reuters/Brian Snyder)
Debate presidencia de la CNN en Atlanta. (Reuters/Brian Snyder)
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Fue tal desastre, tanto bochorno, un fracaso tal, que, viendo en directo con este autorretrato feroz de un dirigente incapaz que se hizo a sí mismo el presidente Biden, cabe preguntarse si no acabará siendo lo mejor que le podía pasar al Partido Demócrata. ¿Cómo va a ser buena noticia para los que quieren vencer a Trump que en el primer debate, a cinco meses de las elecciones, se confirmaran sus peores temores? ¿Qué tiene de bueno para vencer a Trump en las elecciones de noviembre ver a Biden naufragar así?

No hay muchas dudas de que Biden protagonizó la que seguramente sea la peor actuación de un candidato en la historia de los debates estadounidenses (al menos, de los televisados). Pero si realmente, como ha quedado claro en el debate, no está en condiciones de presentarse, mejor que haya sido en el primero de los debates. Así da tiempo a que no haya un segundo. Mejor dicho, a que lo haya, pero con otro candidato en su lugar. Cada vez hay más voces entre los demócratas pidiendo un sustituto de última hora para Biden. De repente, han caído en la cuenta de que necesitan un plan B. ¿Adónde han estado mirando todo este tiempo?

Desde que Biden decidió presentarse a la reelección, en el Partido Demócrata decidieron ignorar todas las razones por las que el presidente de EEUU podría no ser el candidato idóneo, incluidas su edad, sus despistes y su escasa popularidad. La versión oficial del partido siempre ha sido que frente a Trump lo mejor era un candidato experimentado como él. Otro hombre blanco y veterano. En 2020 es verdad que funcionó. Por los pelos, pero funcionó.

En 2024, a juzgar por las encuestas, no tiene pinta. Y mucho menos después de verlo titubear tanto en este primer debate presidencial, dando respuestas inconexas, perdiendo el hilo y mirando a su rival con la boca abierta y sin parpadear. Biden dio la sensación de no estar en condiciones ni para ejercer el cargo que ostenta, ni de llevar a sus nietos en coche al cole; ni mucho menos de ser reelegido para ser presidente de Estados Unidos otros cuatro años más. Y fue tan obvio el caos en sus intervenciones en el debate que ni sus votantes ni su partido pueden ya mirar para otro lado.

Foto: "Ni él mismo sabe lo que ha dicho": los momentos más incómodos de Biden en su debate contra Trump (Europa Press)

Por mucho que lo que Biden decía del aborto, la economía y los riesgos de la democracia fuera verdad, no supo defenderlo con tanto tropiezo verbal. Y por mucho que lo que Trump decía del medioambiente, de la inmigración y de su gestión fuera mentira, sonó más creíble. Y no es fácil hacer a Trump sonar creíble. Pero el expresidente sonaba tan enérgico en el descaro de sus mentiras frente a un Biden perdidísimo nada más empezar, que da un poco igual lo que dijeran en el debate estos dos hombres que rondan los 80, porque todo quedó eclipsado por la forma en que lo dijeron.

Lo que nos lleva a la que seguramente sea la última gran lección política del presidente Biden. Una que nos está enseñando muy a su pesar. Y que podrá estudiarse en politología para alertar del alto riesgo de que el objetivo de los núcleos de poder político sea perpetuarse a sí mismos en vez de servir a los demás.

"El expresidente Trump sonaba tan enérgico en el descaro de sus mentiras frente a un Biden perdidísimo nada más empezar"

Fue tan evidente el deterioro de Biden en pocos minutos de debate que, además de desacreditarle a él, desacredita a quienes a su lado llevan demasiado tiempo mirando a otro lado. Porque lo visiblemente desorientado que está Biden no puede ser una sorpresa para quienes lo tratan a menudo. Ni para sus asesores, su partido, ni para su gobierno. Si acaso estaban esperando que se le notara menos.

Va a ser difícil encontrar mejor ejemplo que la candidatura de Biden, con permiso del cuento del emperador desnudo, del riesgo de que los mandatarios anden rodeados de una camarilla de serviles incondicionales para los que la lealtad al líder es lo único importante. Cuando en un partido no hay voces capaces de decirle a tiempo y en alto a su jefe cuándo debería retirarse por su bien y de todos, no solo están poniendo en peligro el futuro de su partido, también el del país. El caso de Biden puede que sea el más evidente. Pero no el único.

Fue tal desastre, tanto bochorno, un fracaso tal, que, viendo en directo con este autorretrato feroz de un dirigente incapaz que se hizo a sí mismo el presidente Biden, cabe preguntarse si no acabará siendo lo mejor que le podía pasar al Partido Demócrata. ¿Cómo va a ser buena noticia para los que quieren vencer a Trump que en el primer debate, a cinco meses de las elecciones, se confirmaran sus peores temores? ¿Qué tiene de bueno para vencer a Trump en las elecciones de noviembre ver a Biden naufragar así?

Joe Biden Donald Trump Estados Unidos (EEUU)
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