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El pan de espelta y la trampa de la rebaja del IVA
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Marta García Aller

Segundo Párrafo

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El pan de espelta y la trampa de la rebaja del IVA

Una cosa es que haya contribuido algo a frenar la inflación, pero lo que no ha logrado es reducir la desigualdad

Foto: Varios productos de la cesta de la compra. (Europa Press/Jesús Hellín)
Varios productos de la cesta de la compra. (Europa Press/Jesús Hellín)
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Empieza octubre. Acaba la rebaja del IVA. Las subidas de precio irán del aceite de oliva a la leche, del pan a los huevos, pasando por el queso y la fruta. Esta rebaja fiscal a los alimentos básicos, que el Gobierno aplicó hace más de año y medio para paliar la inflación de la cesta de la compra, es una de esas medidas que ha tenido mejor prensa que resultados. ¿A quién ha beneficiado esta rebaja? ¿Ha servido realmente para ayudar más a los hogares que más dificultades tenían para llenar la cesta de la compra?

Según se mire. Una cosa es que haya contribuido algo a frenar la inflación, pero lo que no ha logrado es reducir la desigualdad. La medida resultó costosa e ineficiente: cinco de cada diez euros que se dejaron de recaudar fueron a parar al 40% de hogares con mayor capacidad económica, según un estudio de EsadeEcPol. Desde luego, no parece muy progresista dedicar un mayor gasto público agregado (en los euros que se dejan de ingresar por IVA) a las familias de más renta. No es eso lo que nos contó el Gobierno que pretendía con la medida.

Sin embargo, no es novedad. Ya el BCE alertó el año pasado de que las medidas que estaba tomando España para la inflación no ayudaban más a los que más afectaba la inflación, que es a los hogares de rentas bajas que dedican más porcentaje de su presupuesto a alimentación. O sea, que ahorrarse unos céntimos al comprar la barra de pan y el aceite de marca blanca ha ayudado algo a los que no llegan a fin de mes, pero ahorrado más dinero a los que en vez de una barra en el Día se compran una hogaza de centeno y espelta en el Masa Madre, del mismo modo que las ayudas a carburantes ayudaban más a los del deportivo que tanto criticaba Óscar Puente que a los que van en autobús.

Las bajadas fiscales genéricas que puso en marcha contra la inflación por más de 8.000 millones de euros, además de la bajada del IVA de los alimentos y el subsidio de 20 céntimos a combustibles o la bajada del IVA a la electricidad y al gas, son menos redistributivas y más caras para las rentas públicas. Además, España dedicó menos ayudas públicas que los principales países europeos a los hogares de rentas bajas y llegaron en menor medida a los más necesitados. Y si las rentas altas son las que se han llevado una mayor parte de las ayudas públicas, es sorprendente la buena prensa que han tenido estas medidas para un Gobierno progresista.

En vez de concentrar las ayudas públicas en los hogares y las empresas más vulnerables y afectados por la inflación, con ayudas directas y transferencia de rentas a los hogares de renta baja, tal y como pedían tanto el BCE, como el Banco de España (el de Fernández de Cos, no el de Escrivá) las bajadas fiscales generales llegaron más a los titulares con los que poder calmar las inquietudes por la inflación, que a la inflación misma. Además, han mermado la recaudación para que luego esos impuestos pudieran dedicarse a una redistribución posterior.

Es verdad que las ayudas directas son más difíciles de gestionar que las bajadas generales de impuestos. También tienen peor prensa, en parte por ese pegajoso paternalismo que acompaña a las ayudas a los más desfavorecidos llamándola paguita. Como si los que más necesitan una ayuda para afrontar el coste de la vida no supieran gastar bien las ayudas directas, a diferencia de los demás, que sabemos gastarnos divinamente lo que nos ahorramos con la rebaja fiscal del aceite de oliva virgen extra que le vamos a echar a la tostada de espelta. A partir de hoy, un poquito más cara.

Empieza octubre. Acaba la rebaja del IVA. Las subidas de precio irán del aceite de oliva a la leche, del pan a los huevos, pasando por el queso y la fruta. Esta rebaja fiscal a los alimentos básicos, que el Gobierno aplicó hace más de año y medio para paliar la inflación de la cesta de la compra, es una de esas medidas que ha tenido mejor prensa que resultados. ¿A quién ha beneficiado esta rebaja? ¿Ha servido realmente para ayudar más a los hogares que más dificultades tenían para llenar la cesta de la compra?

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