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De estas agresiones sexuales no te hablarán los medios
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Marta García Aller

Segundo Párrafo

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De estas agresiones sexuales no te hablarán los medios

Pero no debe de ser tan verdad que con el #MeToo el miedo hubiera cambiado de bando cuando las fiestas de Puff Daddy, que acumula un centenar de denuncias por violación, siguieron haciéndose hasta el año pasado

Foto: El rapero Sean 'Diddy' Combs. (Reuters/Archivo/Eduardo Munoz)
El rapero Sean 'Diddy' Combs. (Reuters/Archivo/Eduardo Munoz)
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¿Qué pasaría si a un hombre muy poderoso, un empresario norteamericano muy conocido, empezaran a llegarle decenas de demandas de violación? ¿Qué pasaría si hubiera suficientes pruebas para meterlo en la cárcel a la espera de juicio, además de por violencia sexual, por sus amenazas, chantajes con grabaciones y secuestros para silenciar a las víctimas? Y si encima empezaran a salir pruebas de que este empresario drogaba a sus víctimas sin ellas saberlo y abusaba también de menores. Y si tuviera una estructura de chantaje y extorsión en su negocio que mucha gente en su negocio conocía, pero todos hubieran callado durante más de 20 años por miedo a que hiciera pública la lista de gente que iba a sus fiestas. ¿Qué pasaría si todo saliera a la luz?

Sería noticia, ¿no? Es más, sería más bien un gran escándalo mediático. Uno enorme. Similar al #MeToo. O más incluso. Los periódicos abrirían con ello, se amontonarían las columnas y reportajes sobre el tema. Conoceríamos cada detalle del caso. ¿O no? El caso ya existe. Tal vez le suene algo el nombre de Sean Combs, también conocido como Puff Daddy o Diddy, es el nombre del rapero y magnate de la música estadounidense al que se le acumulan más de 150 denuncias ya por violación, más de una veintena de víctimas que menores.

Hace más de un mes que saltó el escándalo y ya está en prisión a la espera de juicio. Combs no es un músico cualquiera, es uno de los empresarios más poderosos de la industria musical estadounidense. A lo mejor le suena el caso porque se ha empezado a vincular a Leonardo DiCaprio y Jennifer López en la lista de los asistentes asiduos a las fiestas en las que se producían los abusos que le han llevado a la cárcel. Entre los menores asistentes a sus fiestas está Justin Bieber, de quien Sean Combs fue su productor cuando no era más que un crío. A lo mejor le suena. Se está hablando de ello, sobre todo en las páginas de sociedad.

Sin embargo, no está siendo un caso todo lo mediático que se le presupondría a un escándalo de esta magnitud, que incluye violaciones múltiples y abusos a menores sistemáticos en un engranaje que la policía compara con la estructura de la mafia. Bueno, lo mediático está siendo la lista de nombres famosos que iban a sus fiestas. De las Kardashian y Beyoncé a Paris Hilton y Jay-Z.

Foto: Sean Combs, en el festival de Cannes. (Getty)

La investigación apunta a que en las famosas fiestas de Sean Combs, porque sus fiestas eran famosas, ofrecía a sus invitados la posibilidad de tener sexo con las víctimas, muchas drogadas. Como luego lo grababa en secreto, se sospecha que las cintas podían ser luego utilizadas para presionar a los asistentes. Algunas de ellas avisa The Independent que están buscando comprador.

Así que andamos los medios pendientes de cuántos nombres famosos pueden salir en el escándalo de Puff Daddy antes de darle la portada, como si lo noticioso dependiera de la fama de los presuntos implicados y no de que hubiera cientos de violaciones, menores incluidos, y miles de cómplices necesarios que durante años miraron para otro lado en las fiestas y los estudios de grabación en los que esas agresiones se producían. ¿Si las víctimas son anónimas no es suficiente escándalo para portada aunque sean cientos?

Foto: Sean Combs, en el festival de Cannes. (Getty)

De esas fiestas hay víctimas, entre las que hay tanto hombres como mujeres, que han declarado que fueron drogadas echándoles algo en la bebida para anular su voluntad y luego abusaron de ellas. En la mansión del rapero la policía encontró mil botellas de aceite para niños, cientos de juguetes sexuales, 15 camas enormes para sus fiestas blancas, en las que profesionales de la prostitución se mezclaban con las víctimas drogadas para abuso y disfrute de los violadores, muchos de ellos señores poderosos de la industria del espectáculo. Todo presunto de momento.

Un presunto secreto a voces que tiene a Hollywood en vilo a ver qué nombres salen en el juicio, que se espera para 2025. Aunque puede que no haya que esperar tanto porque el abogado Tony Buzbee, representante de más de 100 presuntas víctimas de agresiones sexuales atribuidas al rapero, ha avisado de que se prepara para revelar los nombres de “muchas personas poderosas” que habrían participado en los supuestos delitos de Combs y asegura que “desenmascararán” a quienes permitieron que esta conducta ocurriera a puerta cerrada “sin importar” a quién involucren las pruebas.

¿Por qué no está siendo noticia de portada el #MeToo de la música? ¿Dónde están los artículos que cuestionan las estructuras de poder que han permitido una ley del silencio que hace verosímil que hubiera un poderoso empresario violando gente en sus fiestas durante décadas a la vista de cientos de testigos temerosos de denunciarle? Lo que hizo que las acusaciones contra hombres como Weinstein se hicieran populares en los medios de comunicación es que fueron hechas por mujeres famosas, como actrices de Hollywood. ¿Si las víctimas no son famosas, pero el empresario sí, no les damos la portada?

Foto: Sean Combs y Cassie, en la Met Gala de 2018. (Reuters/Eduardo Munoz)

Hace siete años que la industria del cine se vio sacudida por el caso Harvey Weinstein, siete años ya en los que se suponía que habíamos aprendido la lección y los magnates intocables habían dejado de serlo. Pero no debe de ser tan verdad que el miedo hubiera cambiado de bando cuando esas fiestas de Puff Daddy siguieron haciéndose hasta el año pasado. No ha sido hasta que su exnovia la cantante Cassidy se atrevió a denunciarle y salió un vídeo explícito de la paliza que le dio que empezaron a sumarse las demás demandas.

En España está tardando un mes en empezar a ser noticia. Tal vez porque Puff Daddy no es aquí tan conocido, pero tampoco Harvey Weinstein era un nombre popular hasta que las denuncias del #MeToo lo convirtieron en noticia de portada a su pesar. Las fiestas de Puff Daddy están siendo una bola de nieve en redes sociales, en las que se comentan muchos vídeos antiguos, como cuando Bono de U2 rechaza el abrazo de Puff Daddy al recoger su premio en los Globos de Oro o cuando Mike Tyson quita la mano que el rapero había apoyado en su pierna. Las redes se están convirtiendo en un arsenal de conspiraciones de quién sabía y quién no lo que pasaban en sus fiestas. A la espera de que el juicio aclare responsabilidades penales, está claro que algo no aprendimos del #MeToo si entre tanto la atención se sigue poniendo en los famosos y no en el sufrimiento de las víctimas.

¿Qué pasaría si a un hombre muy poderoso, un empresario norteamericano muy conocido, empezaran a llegarle decenas de demandas de violación? ¿Qué pasaría si hubiera suficientes pruebas para meterlo en la cárcel a la espera de juicio, además de por violencia sexual, por sus amenazas, chantajes con grabaciones y secuestros para silenciar a las víctimas? Y si encima empezaran a salir pruebas de que este empresario drogaba a sus víctimas sin ellas saberlo y abusaba también de menores. Y si tuviera una estructura de chantaje y extorsión en su negocio que mucha gente en su negocio conocía, pero todos hubieran callado durante más de 20 años por miedo a que hiciera pública la lista de gente que iba a sus fiestas. ¿Qué pasaría si todo saliera a la luz?

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