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Manual de resistencia de Juan Lobato
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Marta García Aller

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Manual de resistencia de Juan Lobato

Dice mucho de cómo funcionan los partidos políticos en España que si un dirigente sospecha de una ilegalidad vaya a un notario a escondidas. ¿Es más desleal sospechar de un delito que cometerlo?

Foto: El secretario general del PSOE-M, Juan Lobato. (EFE/Sergio Pérez)
El secretario general del PSOE-M, Juan Lobato. (EFE/Sergio Pérez)
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Lo que está haciendo Juan Lobato en el Partido Socialista es tan confuso como paradójico. Primero, porque no está claro adónde le va a llevar a él y a su partido. Además, porque no está claro cuánto hay de rebelión contra Pedro Sánchez y cuánto de tributo. En el fondo, es el Manual de resistencia de su jefe lo que está aplicando contra él. Es difícil no ver la ironía en que sea precisamente un dirigente secundario del PSOE en la cuerda floja el que ponga en jaque a Sánchez. Con todo en contra, cuando todo el mundo le daba por muerto, Lobato resiste y pone el partido patas arriba en vísperas de un Congreso Federal. Mitad desafío, mitad homenaje.

No está claro si en el entorno del Gobierno todos pensaban que Lobato dimitiría o si hacían correr la voz para aumentar la presión contra él. No funcionó y ahora la situación está fuera de control. Un frente abierto más de los muchos que se le multiplican al presidente últimamente. El más inesperado es este del dirigente madrileño, que sorprendió el domingo noche, tras una exclusiva del diario ABC, al confirmar que había llevado a la notaría una conversación por WhatsApp sobre las irregularidades fiscales del novio de Díaz Ayuso con la jefa de gabinete de Óscar López, que entonces era el jefe de gabinete de Pedro Sánchez y ahora uno de los que el presidente tenía en mente para desbancar de su puesto al propio Lobato al frente de los socialistas madrileños.

Queda más claro diciendo que la mano derecha de la mano derecha de Pedro Sánchez habría hecho llegar a Lobato, según el propio Lobato, información comprometedora sobre la pareja de la presidenta madrileña para que la usara en la Asamblea. Y él la usó. Pero Lobato, que es técnico de Hacienda, cuando el Supremo imputó al fiscal general por revelación de secretos, consideró apropiado dejar claro ante notario que su conocimiento de todo lo relativo al contencioso con Hacienda de González Amador le había llegado de los medios. Si todo había salido antes filtrado en los medios (o eso fue lo que dice que le dijo Moncloa) no habría delito.

Lo que Lobato no consideró apropiado fue informar a su partido de esa precaución y fue al notario a escondidas, extendiendo así a Moncloa las sospechas sobre la filtración de datos fiscales de la pareja de Ayuso. Porque si no dudaba de que el origen eran los medios y no la Fiscalía incurriendo en revelación de secretos, ¿por qué ir al notario? ¿Y por qué sin informar a su partido? La sospecha implica directamente a Moncloa: "Si lo que se me dijo en los wasaps no fuera cierto, sería bastante grave", apuntó Lobato en su comparecencia para más señas.

Dice mucho de cómo funcionan los partidos políticos en España que si un dirigente sospecha de una ilegalidad de sus superiores vaya a un notario a escondidas. Y más revelador aún es que en el PSOE se indignen más porque haya un dirigente tan preocupado porque en su partido se pueda haber cometido un delito que para curarse en salud vaya al notario para dejar constancia de que no sabía nada, que el que se haya podido cometer el delito mismo (filtrando un documento con información confidencial que solo podía tener la Fiscalía utilizando organismos del Estado para dañar a una rival política). ¿Es más desleal al partido sospechar de un delito que cometerlo? ¿Y es más importante la lealtad que la integridad? Pues debe de ser, porque en el partido las explicaciones se las están pidiendo a Lobato.

"La democracia y la ley están por encima de los partidos políticos y los dirigentes del PSOE", dijo Lobato para sorpresa de la cúpula socialista en la comparecencia en la que dejó claro el martes que no, que no dimite pese a que en su partido lo dieran por finiquitado horas antes. Apuntaba Sánchez en su Manual de resistencia una idea muy parecida: “Para mejorar la calidad de la democracia había que mejorar la calidad de nuestro propio partido”. Lo curioso es que Sánchez eso lo dice en el capítulo que reivindica la importancia de las primarias abiertas y recordando la resistencia interna que había a cambiar las reglas de reparto de poder. “No estaban dispuestos a perder el control, y mucho menos a hacerlo sin presentar batalla”, escribe Sánchez en su Manual de resistencia cuando habla del Congreso Extraordinario de 2014. Diez años después es él quien ostenta el poder en el partido y quien no quiere perderlo a las puertas del nuevo Congreso Socialista en el que aparece con más frentes abiertos que nunca. Tiene imputado al fiscal general, a su mujer y a toda la ristra de implicados en el caso Ábalos, de quien en Manual de resistencia todavía alaba su lealtad y define como “persona consistente”.

Foto: El portavoz del PSOE de Madrid en la Asamblea de Madrid, Juan Lobato. (Europa Press/Matias Chiofalo) Opinión
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Así que no deja de ser revelador que la crítica a Lobato desde las filas socialistas sea precisamente la de deslealtad. Es lo que el Partido Socialista le recriminaba al Pedro Sánchez que se rebeló contra su propio partido. El presidente construyó una carrera política muy exitosa a partir de esa idea, de su “no es no”. Del Manual de resistencia de Sánchez copia Lobato también el victimismo y la queja por el linchamiento. Y, por supuesto, ir a contracorriente de toda su organización considerando que en realidad es él quien está en la dirección correcta y todos los demás se equivocan.

En vez de en un Peugeot, Lobato ha escenificado su desafío a la cúpula de su partido en una comparecencia desangelada, no podía dar idea de estar más solo que sentado en un triste pupitre que le quedaba pequeño para el tamaño del órdago que se está marcando. El viernes, cuando testifique en el Supremo sabremos cómo de grande es el órdago. Mucho más grande, de momento, es el que tiene Sánchez por delante. El maestro de la resistencia sigue siendo él.

Lo que está haciendo Juan Lobato en el Partido Socialista es tan confuso como paradójico. Primero, porque no está claro adónde le va a llevar a él y a su partido. Además, porque no está claro cuánto hay de rebelión contra Pedro Sánchez y cuánto de tributo. En el fondo, es el Manual de resistencia de su jefe lo que está aplicando contra él. Es difícil no ver la ironía en que sea precisamente un dirigente secundario del PSOE en la cuerda floja el que ponga en jaque a Sánchez. Con todo en contra, cuando todo el mundo le daba por muerto, Lobato resiste y pone el partido patas arriba en vísperas de un Congreso Federal. Mitad desafío, mitad homenaje.

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