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Olvida la guerra cultural, es una guerra de verdad
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Marta García Aller

Segundo Párrafo

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Olvida la guerra cultural, es una guerra de verdad

Ucrania parece importar poco a Trump. Quiere hacer las paces con Rusia, que es otra cosa. Y poner fin a la guerra parece más el medio que el fin para esas "increíbles oportunidades". De crímenes de guerra no hablaron, de invertir en el Ártico sí

Foto: El secretario de Estado de EEUU, Marco Rubio. (Reuters/Pool/Evelyn Hockstein)
El secretario de Estado de EEUU, Marco Rubio. (Reuters/Pool/Evelyn Hockstein)
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Estados Unidos y Rusia están encantados de conocerse. Lo difícil es reconocerlos a ellos. Marco Rubio, secretario de Estado estadounidense, salió encantado de su reunión en Arabia Saudí con Serguéi Lavrov, al que nos quedaríamos cortos definiendo como ministro de Exteriores ruso. Lavrov es el que dijo que Rusia no invadió Ucrania, sino que la estaba desnazificando, el que niega la matanza de Bucha, el que dijo que Hitler tenía sangre judía.

Tras la reunión sobre el futuro de Ucrania, sin Ucrania, acordaron empezar a irle poniendo fin a la guerra. No se habló de Justicia. Ni hubo mención por parte de EEUU a la violación del derecho internacional de Rusia por la invasión; ni a las decenas de miles de civiles ucranianos muertos o desplazados por el ataque ruso; ni por supuesto se habló de crímenes de guerra. Todo fue cordial. Mucho. Ambas partes se mostraron encantadas de empezar a normalizar sus relaciones e inversiones. Hay “increíbles oportunidades para asociarse con los rusos”, dijo el estadounidense.

No solo Kiev mira atónita esta repentina alianza. Europa, también. Sobre todo después de la visita a Múnich hace cuatro días del vicepresidente estadounidense. JD Vance vino anteayer a decirnos a los europeos con un tono de indudable desprecio que le parece más peligroso lo que él llama “pérdida de valores” en Europa que las amenazas de Rusia. Es decir, le parece más peligroso que Bruselas pueda poner límites en redes sociales a mensajes que inciten al odio que Putin bombardeando Zaporiyia.

El Gobierno de Trump ve en riesgo la libertad de expresión en Europa, pero de la de Rusia tampoco habló con Lavrov. Su cordialísima reunión fue para hablar, además del fin de la guerra, del inicio de los negocios. Por cierto, ¿se le puede llamar guerra ya en Rusia a la invasión de Ucrania o te siguen encarcelando por ello? De esto tampoco parece que hablaran en la reunión de Arabia Saudí, cuatro días después de que Vance viniera a Europa a darnos lecciones de valores y libertad de expresión y a explicarle en Múnich a los alemanes que no se preocupen tanto por el nazismo.

Foto: Foto de archivo del presidente ruso, Vladimir Putin, y su homólogo estadounidense, Donald Trump. (Reuters/Marcos Brindicci)

Y por si quedara alguna duda de que esto no es una cuestión de principios, Mike Waltz, el asesor de Seguridad Nacional que más que de la Fox parece salir de la HBO, le ha dicho a Zelenski, como haría Tony Soprano ofreciendo protección a un comerciante de Nueva Jersey, que “lo inteligente” para él sería aceptar el acuerdo que sea y que “el pueblo estadounidense merece algún tipo de compensación por los millones que ha invertido en esta guerra”.

Proteger una democracia a la que invade un tirano solía ser para Estados Unidos una cuestión de principios. Ya no. Ahora su Gobierno hace pinza con Putin después de venir a Europa a afearnos no sé qué falta de libertades. Si EEUU ha cedido antes siquiera de empezar a negociar en varios puntos claves que podrían haber sido útiles a Ucrania en la mesa de negociación, como las fronteras del Donbás y la renuncia a entrar en la OTAN, es porque Ucrania parece importar poco a Trump. Quiere hacer las paces con Rusia, que es otra cosa. Y poner fin a la guerra parece más el medio que el fin para esas “increíbles oportunidades” de sus nuevas relaciones bilaterales, que según el Financial Times incluyen inversiones en grandes empresas. De crímenes de guerra y derecho internacional no les dio tiempo a hablar, pero de inversiones en el Ártico por lo visto sí.

¿Y Europa?

Lo rápido que se mueve todo tras la reunión entre Rusia y Estados Unidos contrasta con lo poco que se reunió después de la de los europeos del lunes en París. Macron juntó a algunos líderes de los principales países europeos, que eran pocos para hablar por todos, pero ya eran demasiados para caber en un pie de foto.

Europa no está siendo concreta ni contundente ni mucho menos unánime porque el consenso de no suele serlo. Y menos cuando el que era aliado se comporta de pronto como adversario. Hay mucho que recalcular. Pero la Unión Europea no se mueve al ritmo de tuits incendiarios y volantazos en política exterior, que es como se mueve ahora Estados Unidos.

No hay una hoja de ruta para un Estados Unidos dispuesto a hacer negocios con Putin mientras negocia el fin de la guerra de Ucrania sin contar con Ucrania, ni con Europa ni con la OTAN. La UE solo tiene claro que tiene que aumentar el gasto en defensa y quiere estar en la mesa de negociaciones, pero no su posición negociadora. Sí tiene claro, al menos, que el futuro de Ucrania tiene que contar con Ucrania, que era la posición oficial de EEUU hasta hace un mes.

Europa necesita reaccionar rápido. Pero también necesita consenso. Y ambas cosas casan regular en este momento acelerado en el que la historia va a doble velocidad. Si Europa necesita una crisis que impulse su reacción, la crisis ya está aquí. Porque si Putin se saliera con la suya en las negociaciones con Trump sobre Ucrania, y a Trump no parece importarle demasiado que así sea, EEUU está dando incentivos al tirano ruso para seguir atacando Europa al tiempo que la deja a su suerte tras 70 años de frente común. Esto no es una guerra cultural. Es una guerra de verdad.

Estados Unidos y Rusia están encantados de conocerse. Lo difícil es reconocerlos a ellos. Marco Rubio, secretario de Estado estadounidense, salió encantado de su reunión en Arabia Saudí con Serguéi Lavrov, al que nos quedaríamos cortos definiendo como ministro de Exteriores ruso. Lavrov es el que dijo que Rusia no invadió Ucrania, sino que la estaba desnazificando, el que niega la matanza de Bucha, el que dijo que Hitler tenía sangre judía.

Conflicto de Ucrania
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