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Segundo Párrafo
Por
Macron en el país de las maravillas
Reunirse con Trump es hacerlo con la Reina de Corazones, voluble, ególatra y vengativa. Europa es Alicia en la fantasía de Lewis Carroll, tratando de adaptarse a las reglas extrañas que desafían la lógica que conocíamos
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Están los tiempos tan dislocados que hasta ver al presidente francés sonreír al americano en su reunión de la Casa Blanca resulta desconcertante. ¿Por qué sonríe Macron a Trump? Lo que antes era un gesto habitual de la diplomacia trasatlántica, pasa a ser polémico tras el repentino entendimiento del presidente de EEUU con Putin para repartirse Ucrania ante el consiguiente desconcierto europeo. ¿Acertó Macron en mostrarse tan cordial con quien llama dictador a Zelenski y ningunea a Europa? Para responder a ello es importante saber cómo Trump toma sus decisiones y cómo adelantarse a ellas. Hay un libro ideal para ello.
¿Cómo gestionar a Trump? En las ocho horas y pico de vuelo que lo llevó de París a Washington D. C., Macron bien podría deducirlo leyéndose The Divider, un ensayo sobre su caótico primer mandato; o
Al mando del orden mundial, o más bien al mando de su demolición, tenemos un líder voluble, ególatra y tan mesiánico como impetuoso. Trump es, claro, la Reina de Corazones. La que se aburre con facilidad y si algo le enfada, por nimio que sea, manda que le corten la cabeza al primero que se le cruce. Basta con caerle mal. Por eso puede haber sido un acierto que el presidente francés manejara su reunión en la Casa Blanca sonriendo mucho a Trump, moviéndose en un fino alambre entre la adulación y la resistencia.
No le parecerá mal a Trump la metáfora real, sabiendo que el presidente estadounidense es famoso por su afición a todo lo dorado y a otros adornos extravagantes que connotan realeza. La semana pasada hasta se comparó a sí mismo con un rey y la Casa Blanca compartió en redes una ilustración de Trump con una corona en la portada imitando la cabecera de la revista Time.
"CONGESTION PRICING IS DEAD. Manhattan, and all of New York, is SAVED. LONG LIVE THE KING!"
— The White House (@WhiteHouse) February 19, 2025
–President Donald J. Trump pic.twitter.com/IMr4tq0sMB
No tenía fácil Macron frente a Trump mantener el equilibrio entre el ego y los intereses geopolíticos, si es que aún es posible diferenciar ambas cosas en esta nueva deriva imperialista tan decimonónica como el libro de Lewis Carroll. Trump quiere expandir sus fronteras, de Canadá a Groenlandia pasando por el canal de Panamá, al tiempo que despide decenas de miles de funcionarios, cierra organismos federales y prohíbe palabras en su reino que tengan que ver con la diversidad. ¿Ha dicho diversidad? ¡Que le corten la cabeza!
Trump tiene más recursos que la reina del cuento para ejercer su venganza y exigir sus caprichos. Lo mismo una guerra arancelaria, que un exabrupto en redes que un chantaje millonario en especies como el litio, el tantalio y el galio, algunas de las tierras raras que le exige a Ucrania sin garantizar siquiera su protección frente a Putin. Es importante que la reina no se sulfure. Todo el mundo sabe que, además de presumida y maleducada, es muy vengativa. Mejor llevarse bien con ella.
La reina le exige a Alicia que se incline al hablar y la llame “¡Su majestad!”. Macron a Trump le llamó hasta cuatro veces “querido Donald”. Y teniendo en cuenta lo poco que Trump le dejó hablar en la rueda de prensa, tiene mérito que le diera tiempo a tanto. Como la reina de corazones con el croquet, Trump seguramente prefiera jugar al golf que al Risk. Lo que seguro no le gusta es que le lleven la contraria. Y menos en público. Macron lo hizo en su presencia pero con una sonrisa que evitó represalias.
El presidente francés recordó delante de Trump que si dejó de hablar con Putin fue por la matanza de Bucha. Enfatizó también la historia compartida entre Francia y los Estados Unidos, y destacó lo mucho que los dos líderes habían progresado en la discusión de un acuerdo de paz sostenible y fuerte para Ucrania, lo que seguramente tenía más de fantasía que de realidad. Pero en el nuevo mundo la fantasía es habitual.
Europa es Alicia tratando de entender las nuevas reglas del juego. Y, como a la reina de corazones, a Trump hay que sonreírle mucho para que no se enfade, pero hablarle con contundencia para que no desconfíe. Macron mostró su apoyo firme a Ucrania sin ofender a Trump. Y a estas alturas eso es un logro. También dejó caer que una guerra arancelaria con Europa no es buena idea si se le pide a los 27 un esfuerzo económico para costear la paz en Ucrania: "¿Cómo quieres que aumentemos los gastos de seguridad y defensa si estamos en una guerra comercial?", se preguntó Macron retóricamente en Fox News.
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Servir no ha servido de mucho más la reunión con Macron, es verdad. Pero al menos ha inyectado cierta esperanza de que a la relación trasatlántica le quede algo de vida. O eso interpretan algunos medios como Politico y The Economist. Trump, al menos, no salió gritando que le corten la cabeza al francés ni lanzó nuevos aranceles.
¿Pero fortalece la visita de Macron a Europa? Eso es mucho decir. Trump sí dijo al menos que la OTAN era "algo bueno si se usaba correctamente". Luego el presidente del Consejo Europeo, António Costa, anunció tras la reunión de Macron una videoconferencia de los líderes europeos para que cuente lo hablado con Trump el miércoles por la mañana antes de la cumbre especial programada para el 6 de marzo. El Viejo Mundo sigue con sus viejos ritmos.
¿Y fortalece este acercamiento a Ucrania? Eso es más dudoso. Si la medida del éxito de la reunión se mide por lo logrado para Ucrania, lo más en claro que logró Macron es que el presidente de EEUU no llame a Zelenski dictador en su presencia, pero no que reconociera que Putin sí que lo es. Trump sí dijo que aceptará fuerzas de paz europeas en Ucrania. Bueno, habló de “respaldo de algún tipo”. Algo es algo.
Dicen que Lewis Carroll se inspiró en la reina Victoria para el personaje de la Reina de corazones. Pero eso es porque no conoció la mezcla de egolatría, capricho y mesianismo de Trump. Reunirse con él debe de ser como hacerlo con uno de esos personajes imposibles del País de las Maravillas que no sabes por dónde te pueden salir. El mundo de Trump en el que Europa no termina de encontrarse es un lugar extraño, totalmente distinto al mundo que conocíamos. Ya no operan las reglas del mundo que conocíamos. Europa tiene que ponerse ante el espejo si quiere conservar la cabeza.
Están los tiempos tan dislocados que hasta ver al presidente francés sonreír al americano en su reunión de la Casa Blanca resulta desconcertante. ¿Por qué sonríe Macron a Trump? Lo que antes era un gesto habitual de la diplomacia trasatlántica, pasa a ser polémico tras el repentino entendimiento del presidente de EEUU con Putin para repartirse Ucrania ante el consiguiente desconcierto europeo. ¿Acertó Macron en mostrarse tan cordial con quien llama dictador a Zelenski y ningunea a Europa? Para responder a ello es importante saber cómo Trump toma sus decisiones y cómo adelantarse a ellas. Hay un libro ideal para ello.