:format(png)/f.elconfidencial.com%2Fjournalist%2F464%2Fb96%2Fbf8%2F464b96bf81e48d4ae80defa66dfc3e5f.png)
Segundo Párrafo
Por
Tres víctimas colaterales de los aranceles (que Trump no contó a sus votantes)
¿Va la Administración Trump a gastar miles de millones en dinero público para compensar a los agricultores por la guerra comercial que ha iniciado mientras promete reducir el tamaño de lo público?
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2F437%2Fde2%2F66a%2F437de266a5a77f1ec0a9c9714ebf828c.jpg)
No era un farol. Ni una táctica de negociación. Ahora que Trump está imponiendo aranceles a sus principales socios comerciales, podemos empezar a medir las consecuencias. Ya no es una teoría económica sobre la que elucubrar, ni una amenaza para medir fuerzas. En cuanto la bolsa entendió que el presidente estadounidense esta vez iba en serio, empezó a desplomarse. Y ese es solo un indicio más de la incertidumbre global que trae numerosos efectos secundarios y contradicciones. Las promesas que Trump le había hecho a sus propios votantes no se corresponden con lo que está pasando.
El primero de los efectos secundarios de su política arancelaria que Trump no sabemos si ocultó o pasó por alto, pero la mayoría de sus votantes seguro desconocían, son las subidas de precios. Teniendo en cuenta que una de las razones que llevó a Trump a la victoria era el malestar con la inflación que dejó la administración Biden, muchos de sus votantes seguramente no sabían que las políticas proteccionistas de Trump podrían subir aún más los precios, de los tomates a los juguetes pasando por los automóviles. De hecho, la aprobación de Trump ya está bajando entre sus votantes más convencidos. Los precios no están bajando inmediatamente, tal y como prometió que pasaría al llegar a presidente, y sí bajó en febrero la confianza de los consumidores.
Norteamérica ya no es una zona de libre comercio. Desde el martes, las importaciones desde México y Canadá se gravan con un 25% y las de China con un 20%. De momento, Wall Street se dio el mayor batacazo del año. Pero la preocupación no está solo en las bolsas. También en las cadenas de suministro, las relaciones diplomáticas y hasta en los granjeros de Iowa, que tanto se citan como el votante trumpista prototípico. Los trabajadores del campo están especialmente atentos a ver qué pasa con los aranceles, tanto en EEUU como en México y Europa. La diferencia es que el granjero estadounidense sí que votó por Trump.
De hecho, destaca Politico que hay preocupación también entre docenas de legisladores republicanos en aquellos estados con potentes industrias agrícolas, que son los que más van a sufrir las represalias arancelarias de Canadá y México. Este era uno de los riesgos más previsibles de la guerra arancelaria. Los países agraviados por los aranceles podían responder con más barreras comerciales. Y eso están haciendo.
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2F2db%2Fb0a%2Ffae%2F2dbb0afae04fab2ebdb72ad76e3818c0.jpg)
La consecuencia también es previsible. La industria agrícola estadounidense perdió 26.000 millones de dólares por aranceles de represalia en 2018 y 2019 (la primera vez que Trump lanzó una guerra comercial). Entonces a los granjeros estadounidenses les compensaron con miles de millones en subvenciones directas. Y ahí la primera gran contradicción para un Gobierno que presume de querer recortar gastos federales.
¿Compensará la Administración Trump a los agricultores con subsidios para ayudarlos a capear las consecuencias de los aranceles? ¿Va la Administración Trump a gastar miles de millones en dinero público para compensar a los agricultores por una guerra comercial que ella misma ha creado mientras promete reducir el tamaño de lo público? ¿O va a dejar que los agricultores paguen el pato de su guerra arancelaria cuando empiecen a escasearles el abono y el pienso?
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2F0b6%2Ff13%2F550%2F0b6f135507859e6f42b8077b382b9c22.jpg)
El segundo efecto colateral va también más allá de los mercados. La escalada de la guerra comercial, sumada a la decisión de Trump de suspender repentinamente la ayuda militar a Ucrania, ha disparado la incertidumbre global. Y a los mercados no les gusta la incertidumbre. ¿Remontarán las bolsas? Depende de lo que tarde en recobrarse la confianza.
La promesa de Trump es que los aranceles alentarán a muchas empresas a impulsar fábricas en Estados Unidos y recuperar puestos de trabajo, lo que no avisó a sus votantes es que de un día para otro no podrán encontrar fertilizantes que el campo necesita, que los juguetes que llegan de China multiplicarán su precio y que no hay mercado interno suficiente para producir las frutas y verduras que se compran a México.
A las tensiones de las cadenas de suministro, y los nuevos costos para los consumidores y fabricantes hay que sumarles las previsibles tensiones en un mercado de trabajo en el que más trabajo en el campo aumentará la demanda de mano de obra barata, es decir, inmigrante, al tiempo que están aumentando las deportaciones.
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2F132%2Fe5e%2Fb58%2F132e5eb58cdb7e3070f6a58503a8236b.jpg)
La tercera de las consecuencias no deseadas, y aunque no la que más preocupa a las bases trumpistas del America First, puede ser el previsible debilitamiento de las relaciones diplomáticas. Es decir, un aislacionismo cada vez mayor. Más que America First, America Alone. Durante décadas, el Departamento de Estado ha utilizado las relaciones comerciales del país como una manera de fortalecer la influencia estadounidense en todo el mundo y fortalecer su influencia. De repente, EEUU se muestra hostil hasta con sus socios más cercanos, como Canadá. Así que los lejanos tienen cada vez menos incentivos para fiarse.
¿Qué se supone que quiere obtener a cambio de más aranceles a un socio tan cercano como Canadá? Según JD Vance, la razón fundamental de los aranceles a su vecino del norte es que no han sido serios en frenar el fentanilo en las fronteras a EEUU. En realidad, menos del 1% del fentanilo que llegó a Estados Unidos el año pasado provenía de Canadá.
Entre tanto, el Gobierno canadiense ya ha revelado que planea aplicar aranceles más altos a productos estadounidenses por un valor de más de 20.000 millones de dólares. No sabemos cuánto fentanilo frenará los aranceles, pero seguro sí frenará el comercio de yogures, pollos y pescado que vende Estados Unidos.
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2F0ec%2F4a5%2F1bf%2F0ec4a51bfc77432492134928ccdc3880.jpg)
Por cierto, otra paradoja de los aranceles de Trump es que lo mucho que está ayudando a potenciar la escasa popularidad de Justin Trudeau, el primer ministro canadiense a quien tanto desprecia el presidente de EEUU. Desde que empezaron los ataques de Trump al país vecino llamándolo con desprecio el estado número 51, la imagen de Trudeau no para de mejorar.
Resumiendo, los efectos positivos para los estadounidenses de los aranceles que Trump acaba de imponer están por demostrarse. Pero sus efectos colaterales, esos de los que no hablaba en campaña electoral, ya están aquí. De la debacle de las bolsas al debilitamiento de las relaciones internacionales, dejando a EEUU cada vez más aislado, pasando por el aumento de popularidad de aquellos líderes a los que el propio Trump más desprecia. Good job.
No era un farol. Ni una táctica de negociación. Ahora que Trump está imponiendo aranceles a sus principales socios comerciales, podemos empezar a medir las consecuencias. Ya no es una teoría económica sobre la que elucubrar, ni una amenaza para medir fuerzas. En cuanto la bolsa entendió que el presidente estadounidense esta vez iba en serio, empezó a desplomarse. Y ese es solo un indicio más de la incertidumbre global que trae numerosos efectos secundarios y contradicciones. Las promesas que Trump le había hecho a sus propios votantes no se corresponden con lo que está pasando.