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Segundo Párrafo
Por
No es por dinero, es odio: un chat contra Europa
El Gobierno de Trump va a lograr mucho más que acelerar una mayor inversión en defensa en la UE. Está creando un sentimiento de unidad tan inédita como este nivel de animadversión de Washington a Europa
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Hay mucho que podemos aprender de la sorprendente filtración de Signal que el departamento de Defensa estadounidense llenó de información confidencial mezclada con emojis de explosiones y bíceps. Lo más importante para los americanos es descubrir en qué manos tan chapuceras están, lo más importante para los europeos es lo mucho que su Gobierno actual nos odia. Más incluso en privado que en público, que ya es decir.
No hacía falta tener acceso a un chat privado, en el que el equipo más cercano a Trump transmitía planes de ataques aéreos secretos del ejército estadounidense contra rebeldes hutíes en Yemen y en el que para colmo metieron por error a un periodista de The Atlantic que lo ha publicado todo, para saber que Vance odia a Europa. Vino a Múnich a insultarnos en persona nada más llegar al cargo. Pero las revelaciones son lo suficientemente explícitas para llevar la preocupación de los informes de inteligencia al diván del psicoanalista.
La versión oficial que da el trumpismo, y que la extrema derecha europea ha comprado con gusto, es que los europeos hemos sido unos gorrones que se han aprovechado del paraguas de seguridad estadounidense sin pagar lo que costaba. “Gorrones” también es una expresión que utilizan en el chat. El argumento es simplista pero resultón, como todo lo que cabe en un tuit. Reduce las alianzas internacionales a una lógica de Los Soprano e ignora 80 años de historia compartida. Pero puestos a ser simplistas, podemos resumir en tres los errores fundamentales que reducen la geopolítica a una lógica transaccional.
La primera y más importante, también la más intangible, es la de los principios y valores democráticos que unían ambos lados del Atlántico en ese ente abstracto y ahora en demolición llamado Occidente. La segunda, que el país que más tajada económica ha sacado de crear un mercado único en la Unión Europea que le ha permitido hacer y deshacer como la policía del mundo durante siete décadas, ha sido Estados Unidos y sus empresas. Y, la tercera, que si Europa se desmilitarizó en la segunda mitad del siglo XX fue en buena medida porque cuando este continente estaba altamente militarizado y cuando las fronteras no eran sagradas, tendíamos a matarnos entre nosotros. La paz trajo prosperidad para todos, también para los que ahora quieren pasar la cuenta como si en vez de un aliado hubiera sido una empresa externa de seguridad.
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Y en esos valores europeos de respeto a las fronteras y a las reglas del comercio internacional está la clave. Vance y Trump desprecian la idea de que las fronteras son sagradas. En Europa aprendimos por el camino más cruel que andar moviéndolas de sitio a la fuerza trae guerras e inestabilidad. Lo mismo pasa con el comercio internacional, que de ser visto como una herramienta de prosperidad para Europa, con unas reglas que todos deben respetar, el nuevo Gobierno estadounidense lo ve como un mecanismo de extorsión unilateral. Y luego está la sanidad pública, la abolición de la pena de muerte… En Europa tenemos muchos más valores en común que las leyes antimonopolio de las tecnológicas que también irritan a Vance.
En apenas siete semanas, Trump y su equipo, el mismo equipo capaz de hablar de operaciones secretas en un chat lleno de emojis, ha dinamitado una alianza histórica que tardó varias generaciones en fortalecerse. Por eso, en el chat que se ha filtrado hay más revelaciones que los planes de bombardeo en Yemen. Vance se muestra mucho más beligerante con Europa que el propio Trump, para quien el problema con Europa es una cuestión de dinero. Para el vicepresidente Vance el problema no es solo transaccional, sino de valores.
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Vance tiene una antipatía mayor hacia la alianza transatlántica que Trump, y sus ataques a los líderes europeos no se arreglan gastando más en defensa. La UE respalda unos valores que, según él, no coinciden con los de Estados Unidos. De ahí que describiera a Francia, también a Reino Unido, como países que no han librado “una guerra en 30 o 40 años”. A los de foto de las Azores no les gustará esa afirmación. Tampoco a los soldados europeos que fueron a Afganistán a tratar de frenar a los talibanes.
Vance parece más preocupado por crear un enfrentamiento con Europa que por sacar tajada económica de la inversión en defensa que pide la OTAN. Como dejó claro en Múnich al hablar de “suicidio civilizatorio”, tampoco le gusta que en Europa haya una mayor protección de los usuarios en las redes sociales y las leyes climáticas.
Así que en el chat de Signal puede parecer que están hablando de rutas marítimas por el canal de Suez, pero lo que está transmitiendo es un deseo de venganza contra Europa. Y no es el único en el círculo cercano de Trump que está alimentando ese resentimiento. “Detesto tener que rescatar a Europa otra vez", respondió Vance. Hegseth añade en el chat: "Comparto plenamente tu odio hacia el aprovechamiento europeo. Es patético". Y añadió: "Somos los únicos en el planeta (en nuestro lado del libro mayor) que podemos hacerlo".
Desde luego, si lo que quieren es lograr ponernos de acuerdo en algo a los europeos, insultarnos así puede ser muy útil. Como desde el equipo más cercano del presidente Trump sigan esforzándose por acelerar la integración de los 27, el Gobierno de Trump va a lograr mucho más que fortalecer una mayor inversión en defensa en la UE. Va a conseguir crear un sentimiento de unidad tan inédito como este nivel de animadversión hacia Europa desde Washington. Ya decía Jean Monnet que Europa reacciona rápido solo cuando hay una crisis. Los insultos a lo mejor también funcionan.
Hay mucho que podemos aprender de la sorprendente filtración de Signal que el departamento de Defensa estadounidense llenó de información confidencial mezclada con emojis de explosiones y bíceps. Lo más importante para los americanos es descubrir en qué manos tan chapuceras están, lo más importante para los europeos es lo mucho que su Gobierno actual nos odia. Más incluso en privado que en público, que ya es decir.