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Segundo Párrafo
Por
El presidente en Netflix: sin aplausos no hay cobertura
Sánchez solo habla ese lenguaje de cartón piedra de los discursos que anticipan aplauso seguro. Sin aplausos no hay comparecencia sustituye al 'sin preguntas no hay cobertura'
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Tenía que ser en Netflix. Precisamente en Netflix. En el templo de la ficción que presume de haber convertido España en un plató donde todo es posible, de poner los focos donde hay que ponerlos. Ayer comparecía en la sede de Netflix el presidente Sánchez mientras la Guardia Civil registraba la casa de Ábalos en Valencia, al día siguiente de que el Supremo procesara al fiscal general del Estado y el caso Leire siguiera su curso.
Hace poco más de un mes dijo Sánchez que en las series de Netflix nos habían contado que un apagón bastaba para el colapso, pero que España había demostrado que es mucho más solidaria y empática. Sacar pecho en el Congreso de los Diputados de lo bien que se nos dan los apagones fue lo más parecido a una explicación del colapso del sistema eléctrico que ha dado Sánchez desde el 29 de abril, el último día que el presidente dio una rueda de prensa.
El presidente del Gobierno lleva sin responder preguntas de la prensa desde el 29 de abril. Estamos a 11 de junio. Y subiendo. Desde entonces el presidente solo comparece en actos públicos. Lee un discurso, como hizo ayer en la sede de Netflix, sin salirse del guion. Seis semanas lleva esquivando la prensa. Sin dar explicaciones. Esperando los aplausos.
Nos tiene a oscuras. El apagón dejó a España sin luz y al presidente sin voz. Bueno hablar, habla. Pero solo ese lenguaje de cartón piedra del que están hechos los discursos que solo anticipan aplauso seguro. Del ‘sin preguntas no hay cobertura’ al ‘sin aplausos no hay comparecencia’.
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Sánchez lleva cuarenta días sin responder preguntas de la prensa. Y será por escándalos que explicar en este último mes y pico: del caso fontanera Leire Díez al de Ábalos y los hidrocarburos; de la imputación del hermano del presidente al aforamiento in extremis del jefe de los socialistas extremeños para retrasar la causa; del procesamiento del fiscal general a la dimisión del número dos de Marlaska… Seguro que se me olvida algo… ¡Los wasaps del presidente con Ábalos! ¡Y el caso Begoña Gómez!
Son tantos los asuntos que se nos acumulan por los que preguntarle al presidente que está bien que sea en Netflix donde se ha dejado ver por última vez porque da para un serial. Ya que la serie que le grabaron en Moncloa no tuvo mucha demanda, siempre pueden darle una vuelta al formato. Uno que admitiera preguntas de la prensa seguro que atraía más interés. Y ya, de paso, más salud democrática.
Menos mal que en los 10 años de historias que analizaba la plataforma para celebrar sus diez años en España se centraban en todo lo que ha hecho Netflix y no en lo que ha dicho Sánchez en estos años. Si no, en vez de recordar Paquita Salas y Black Mirror, a lo mejor habían recordado cuando en su investidura fallida, allá por 2019, Sánchez dedicó parte del discurso a arremeter contra los pocos impuestos que Netflix pagaba en España. Eran otros tiempos. Ahora el presidente le agradece al CEO su inversión milmillonaria en el país.
Aquel Sánchez era otro Sánchez porque tantos años, bien lo sabe Netflix, dan para contar muchas historias. Y, en el caso del presidente, responder cada vez menos preguntas. De momento, Patxi López anunció ayer, como quien anuncia un gran estreno esperado por todos, que tras su asistencia a la sesión de control de hoy en el Congreso, Sánchez comparecerá ante el Pleno en julio, después de la cumbre europea. Como si fuera algo que agradecerle y no su obligación. Seguro que hay aplausos.
Tenía que ser en Netflix. Precisamente en Netflix. En el templo de la ficción que presume de haber convertido España en un plató donde todo es posible, de poner los focos donde hay que ponerlos. Ayer comparecía en la sede de Netflix el presidente Sánchez mientras la Guardia Civil registraba la casa de Ábalos en Valencia, al día siguiente de que el Supremo procesara al fiscal general del Estado y el caso Leire siguiera su curso.