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Juan Carlos Escudier

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Rajoy invita a comer

El liderazgo de Rajoy flaquea, si es que alguna vez anduvo sobrado de kilos. En septiembre pasado, Esteban González Pons, que como animador sociocultural no tendría

El liderazgo de Rajoy flaquea, si es que alguna vez anduvo sobrado de kilos. En septiembre pasado, Esteban González Pons, que como animador sociocultural no tendría precio, tuvo la genial idea de proponer un concurso de vídeos a los militantes del partido sobre la situación política y económica de España. Los trabajos no deberían exceder de un minuto y el ganador recibiría un premio inolvidable: una comida con Mariano Rajoy en su despacho de la madrileña calle Génova. Seguimos sin ganador, pero alguno de los mensajes dirigidos al foro del concurso exudan elocuencia, como el firmado por M. Sol, que bien podría ser Jiménez Losantos travestido: “Soy votante del PP pero hay que ser objetivo. Este señor es un pesado de cuidado y no aguantaría una comida con él...anímense otros”.

 

Sin tener en cuenta el último sondeo publicado por El Mundo que da al PSOE tres puntos de ventaja pese a la crisis -posiblemente porque su autor, Malo de Molina, el de Sigma Dos, no ha tenido en cuenta la influencia del alcohol navideño en los trabajos de campo-, lo cierto es que el nuevo PP tiene todo a su favor para despegar en las encuestas y no lo hace, cuestión en la que cabe atribuir bastante responsabilidad al de Pontevedra.

De momento, lo que parece haber conseguido es reducir notoriamente el nivel de rechazo que despertaba, algo que ha sido posible después del volantazo al centro que el partido viene dando desde su congreso de Valencia. De la moderación del discurso oficial de los populares sirva un solo ejemplo: España no ha vuelto a romperse desde marzo del 2008. Todo un hito.

Las nuevas maneras han sido posibles por la jubilación anticipada de los más afamados clásicos del Apocalipsis, en lo que se suponía que representaba la liquidación definitiva del aznarismo. Sin embargo, el objetivo no ha podido completarse porque los muertos a los que se pretendía matar gozan de una salud de caballo, gracias fundamentalmente al apoyo vitamínico de una parte significativa de la derecha mediática y al comedimiento del propio Rajoy, que ha confundido la prudencia con la laxitud. Así, se asiste a un espectáculo insólito: el núcleo de dirigentes sobre el que tendría que reposar su liderazgo está convencido de que la esperanza de vida del marianismo es corta, y de que hay que prepararse para un nuevo tiempo, cuando no acelerar el tránsito. Si permanecen emboscados es por puro tacticismo. Nadie se fía de nadie. Y Rajoy calla por no molestar.

Su liderazgo está en entredicho no porque haya dejado de proclamar el fin del mundo a diario sino porque su aversión al enfrentamiento interno le obliga a sobrevivir en la crisis permanente. Rajoy no se atreve. Rehúsa decir públicamente a Aznar que está más guapo callado y que, de persistir en su verborrea, no tendrá más remedio que aliviarle de la carga de FAES para que pueda dedicar más tiempo a su trabajo de consejero de Murdoch; permite las maniobras de Esperanza Aguirre, que juega a la sucesión igual que un mono con revólver; y hasta soporta con buen talante que, con pública nocturnidad, un puñado de sus diputados anime a Rodrigo Rato a encabezar una alternativa.

Está por ver cuál será su opción como cabeza de lista para las próximas elecciones europeas. Si Jaime Mayor Oreja es el elegido, al que habrá que dar por muerto es al propio Rajoy, una vez confirmado que la supuesta renovación que pretendía llevar a cabo es una filfa y que el pacto con la vieja guardia es su único recurso para mantener la autoridad y conservar el sillón hasta el congreso de 2011. La misma idea de poner su cara en los carteles tendría que repugnar a alguien de tan elevados principios como Mayor Oreja. ¿Se puede estar en contra del proyecto de Rajoy y a la vez abanderarlo en unas elecciones? Al parecer sí, cuando de lo que se trata es de seguir viviendo del cuento cinco años más.

En contra de la opinión general, hay quien en los aledaños de la cúpula del PP sostiene que, lejos de hacer ascos a la propuesta, Gallardón estaría encantado con encabezar la candidatura. Aun suponiendo que no hubiera renunciado a su aspiración íntima de dirigir el partido y siendo evidente que un hipotético triunfo suyo reforzaría a Rajoy, el alcalde de Madrid siempre tendría su oportunidad en 2012 si los populares repitieran derrota en las generales. Para el gallego, la baza de Gallardón sólo tendría ventajas, a condición de que el presunto líder plantara cara de una vez por todas a los críticos y a los dinosaurios.

Es evidente que el futuro de Rajoy pende de las tres próximas citas electorales. Para Génova sería asumible seguir en la oposición en Galicia, pese a ganar los comicios del 1 de marzo, y hasta podría obtener réditos en Euskadi cayendo en apoyo popular, en el caso más que probable de que los socialistas vascos pacten con el PNV para hacer lehendakari a Patxi López. Lo que no tendría justificación posible es una derrota en unas elecciones de ámbito nacional como son las europeas en medio de una recesión económica que debería desgastar al Gobierno y no a la oposición. Es aquí donde se la juega.

Una de las maneras más eficientes de tener seguidores es correr a más velocidad que los demás, en ser algo más listo y menos perezoso. Una vez al frente, los líderes exhiben su autoridad, que es una forma de imponer temor. No sirven de premio a un concurso de vídeos. Para eso están George Cloony y Angelina Jolie.

El liderazgo de Rajoy flaquea, si es que alguna vez anduvo sobrado de kilos. En septiembre pasado, Esteban González Pons, que como animador sociocultural no tendría precio, tuvo la genial idea de proponer un concurso de vídeos a los militantes del partido sobre la situación política y económica de España. Los trabajos no deberían exceder de un minuto y el ganador recibiría un premio inolvidable: una comida con Mariano Rajoy en su despacho de la madrileña calle Génova. Seguimos sin ganador, pero alguno de los mensajes dirigidos al foro del concurso exudan elocuencia, como el firmado por M. Sol, que bien podría ser Jiménez Losantos travestido: “Soy votante del PP pero hay que ser objetivo. Este señor es un pesado de cuidado y no aguantaría una comida con él...anímense otros”.

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