Es noticia
A Florentino le saltan los plomos
  1. España
  2. Sin Enmienda
Juan Carlos Escudier

Sin Enmienda

Por

A Florentino le saltan los plomos

Si se hubiera tomado la molestia de leer a Clausewitz, aunque fuera en los descansos de los partidos de fútbol, Florentino Pérez habría tomado conciencia de

Si se hubiera tomado la molestia de leer a Clausewitz, aunque fuera en los descansos de los partidos de fútbol, Florentino Pérez habría tomado conciencia de que en la guerra no sólo ataca uno porque, como decía el prusiano, “una guerra en la cual las victorias solamente sirven para parar los golpes y donde no hay ninguna intención de devolverlos, sería tan absurda como una batalla en la cual la defensa más absoluta (la pasividad) prevaleciese en todas las partes y de todas maneras”. Pensar, por tanto, que Iberdrola iba a sufrir en silencio los intentos del constructor de tomar el fuerte sin mover una pestaña, es desconocer lo que es la guerra y hasta lo que es el fútbol. Lo de ignorar a Clausewitz tiene un pase, porque la lectura no es uno de los vicios inconfesables de Pérez, pero despreciar a Molowny y su “no hay enemigo pequeño” es imperdonable para un presidente del Real Madrid.

El resumen de lo peleado hasta la fecha es del dominio público. A los gestores de Iberdrola no les ha dado la gana que ACS con su 12% de la compañía se les cuele en el consejo, y menos aún que repita lo que ha sido una constante en su trayectoria: tomar un paquete de control, pagarlo con la caja registradora de la asaltada e ignorar a los minoritarios. En el asedio, el hijo del perfumero recurrió al amiguismo como arma de destrucción masiva y logró que los socialistas incluyeran casi al descuido una enmienda en la ley de Sociedades Anónimas para suprimir los blindajes, con el argumento de que si ellos en Iberdrola y Sacyr en Repsol no podían hacerse con las riendas y con la pasta corrían el peligro de irse al carajo y poner el país patas arriba.

Poco se ha reflexionado sobre esta supresión de los blindajes, que entrará en vigor un año después de su aprobación definitiva en las Cortes. A los precios actuales, ninguna gran compañía está a salvo de que cualquier fondo soberano árabe, por ejemplo, ponga unos miles de millones sobre la mesa y se quede hasta con los sellos. Un 10% de Telefónica sale ahora por unos 7.000 millones. ¿No les parece apetecible?

Tras esta primera victoria de Florentino, Iberdrola ha pasado al cuerpo a cuerpo impugnando las cuentas de la constructora, poco más que una escaramuza para advertir que la guerra no ha hecho más que empezar. Con los frentes estabilizados, la eléctrica descuenta que el tiempo corre a su favor. Los cálculos que hacen en el entorno de Ignacio Sánchez Galán es que la supresión del blindaje no será aprobada antes de julio, y hasta puede que se retrase algo más porque, junto a al famosa enmienda Florentino, se colaron otras no tan famosas referidas a la ley de auditoría, que están en revisión porque algunas de ellas harían incompatible el trabajo en España de grandes bufetes internacionales relacionados con las auditoras. Como puede suponerse los distintos lobbys están funcionando a destajo.

Lo explicaba una fuente de la eléctrica: “Si la enmienda entrara en vigor en julio de 2011, ya habríamos pasado la junta del año que viene, por lo que no estaríamos obligados a modificar los estatutos hasta la siguiente junta, o sea, la del 2012. Y éste (por Florentino), a lo mejor no resiste hasta el final de año”. Es decir, que el desembarco de los hombres de ACS en el consejo de Iberdrola no se produciría antes de dos años.

Entienden en la eléctrica que, a estas alturas, ACS está más pendiente de su propia supervivencia, con un plan de infraestructuras públicas jibarizado que no va a poder pagar demasiadas fiestas. “Buscan la puesta en equivalencia de su participación porque si se colocan bajo el paraguas de Iberdrola pueden satelizarla y acudir a los mercados de capitales. Ahora mismo no tienen ni rating y les es imposible emitir. Y podrían además incluir a capón el 12% de los beneficios de Iberdrola en sus balances, siempre que antes ejecuten su 5% en derivados, que tampoco es gratis porque los suscribieron a 9 euros y la acción está hoy a 5”.

Algunos datos revelan que ACS está más tiesa que la mojama. El primero es una deuda del orden de 9.000 millones, de los que casi la mitad corresponden a la inversión en Iberdrola. Este año ya no habrá atípicos que salven las cuentas como la venta de Fenosa. Mientras, vence una deuda que hay que refinanciar y que al año que viene ronda los 5.000 millones de euros. Siempre podrían vender su participación en Iberdrola, claro está, pero descontando una minusvalía importante.

Algunos datos revelan que ACS está más tiesa que la mojama

El segundo es el anuncio surrealista de una emisión de obligaciones a ochos meses vista de entre 750 y 1.500 millones, de la que, por no saberse, se ignora si serán o no convertibles. La pretendida emisión se parece mucho a las de Ruiz Mateos y, de consumarse, lo será a un interés elevadísimo. Suponer que estos fondos se dedicarán a incrementar la participación en Iberdrola y no a tapar los agujeros de la constructora es como creer que Papá Noel existe, una bonita fantasía. Tal era así que a la frase de Florentino de “no tardaremos mucho en llegar al 20% de Iberdrola” le respondió uno de sus patrones, Juan March, con un “no lo veo a corto plazo”.

Y el tercero es la propia política de autocartera de la compañía, con la que ha logrado sostener a duras penas el valor en bolsa de sus acciones. El año pasado dedicó más recursos a comprarse a sí misma que a cualquiera de las ramas de su negocio, incluida la construcción. No es normal que una compañía emplee casi un 40% de sus recursos propios en autocartera, salvo para mantener artificialmente la inversión de sus propietarios y no tener que pagar primas descomunales por sus stock options.

Una toma de control sin necesidad de OPA

Paralelamente, ha empezado a librarse otra batalla, esta vez legal, para impedir que la supresión de los blindajes sea aplicada. La iniciativa ha partido de la llamada Asociación Española de Accionistas Minoritarios (AEMEC), pilotada por el bufete Cremades & Calvo Sotelo, que entiende que la reforma de la ley de Sociedades Anónimas impulsada por el Gobierno lesiona los intereses de sus representados porque permite la toma de control de sociedades sin presentar una OPA.

Los de Cremades se fueron esta semana a Wall Street y allí invitaron a que, una vez aprobada la reforma, cualquier inversor que se entienda perjudicado por la nueva normativa inste alguno de los procesos arbitrales previstos en el Centro Internacional de Arreglo de Diferencias Realitas a Inversiones (CIADI) tal y como contempla el Convenio de Washington de 1965 suscrito por España. En su opinión, cualquier inversor extranjero que posea títulos de empresas cotizadas españolas con anterioridad a la modificación legal podría alegar el incumplimiento de España de los estándares de protección de la inversión extranjera que estén fijados en los respectivos tratados bilaterales o multilaterales de inversión. En definitiva, que si se alteran las reglas del juego cabría la reclamación. ¿Que si Iberdrola está detrás de Cremades? En la eléctrica dicen que no.

“Somos una gran empresa. Tenemos ya los 8.000 millones necesarios para cubrir nuestras necesidades de financiación de los dos próximos años. Nosotros invertimos y lo hacemos con el dinero por delante. Estamos construyendo la mayor hidráulica en La Muela y renovando embalses en toda la cuenca del Sil. En Reino Unido nos han adjudicado 7.000 megavatios del contrato de energía eólica marina, y allí no hay lecheros como aquí porque hay que avalar las inversiones. Cualquier otra eléctrica estaría encantada de adquirir estos activos. Lo que no vamos a permitir es que llegue Florentino y desguace la compañía. Porque eso es lo que haría, como bien sabe el resto de nuestros accionistas. Si quiere Iberdrola que vaya por derecho y ponga el dinero. Así se compra y no metiendo la mano en la caja”, opinan en Iberdrola.

Recordemos de nuevo a Clausewitz por si le vale a Florentino: “Tan pronto como el gasto de fuerzas sea tan grande que el objetivo político no lo compense, ese objetivo tenderá a ser abandonado y el resultado lógico será la paz”. ¿Decía Molowny algo de esto?

Si se hubiera tomado la molestia de leer a Clausewitz, aunque fuera en los descansos de los partidos de fútbol, Florentino Pérez habría tomado conciencia de que en la guerra no sólo ataca uno porque, como decía el prusiano, “una guerra en la cual las victorias solamente sirven para parar los golpes y donde no hay ninguna intención de devolverlos, sería tan absurda como una batalla en la cual la defensa más absoluta (la pasividad) prevaleciese en todas las partes y de todas maneras”. Pensar, por tanto, que Iberdrola iba a sufrir en silencio los intentos del constructor de tomar el fuerte sin mover una pestaña, es desconocer lo que es la guerra y hasta lo que es el fútbol. Lo de ignorar a Clausewitz tiene un pase, porque la lectura no es uno de los vicios inconfesables de Pérez, pero despreciar a Molowny y su “no hay enemigo pequeño” es imperdonable para un presidente del Real Madrid.