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Alcaraz se manifiesta: vuelve el hijo pródigo
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Juan Carlos Escudier

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Alcaraz se manifiesta: vuelve el hijo pródigo

A los que le suponían reintegrado en Jaén a su oficio de peluquero, ha tenido que sorprenderles que Francisco José Alcaraz, ex presidente de la AVT,

A los que le suponían reintegrado en Jaén a su oficio de peluquero, ha tenido que sorprenderles que Francisco José Alcaraz, ex presidente de la AVT, haya vuelto por sus fueros con una nueva manifestación contra el Gobierno a cuenta de ETA, que ya se sabe que no hay olla sin tocino, sobre todo si el que cocina es Jaime Mayor Oreja. Alcaraz comparte con el eurodiputado la teoría de la negociación permanente de los socialistas con ETA, aunque el andaluz le haya puesto fechas: comenzó en 2000 y culminará en 2012 no se sabe bien cómo. Según ha afirmado, gracias a él y a la rebelión cívica que encabeza el proceso ha derivado en una “negociación sumergida”, de ahí que a los que carecemos de branquias nos haya pasado inadvertida.

Como se recordará, la retirada de Alcaraz de la presidencia de la AVT coincidió con un replanteamiento de los objetivos políticos del PP, que en su enésimo giro al centro decidió que la pretendida traición de Zapatero ya había rendido todos los réditos posibles y que lo que tocaba a partir de ese momento era hablar de economía. Alcaraz y sus manifestaciones, a las que el propio Rajoy confesó que el PP contribuía con público y autocares, habían dejado de ser útiles, por no hablar de la incomodidad que sentían algunos dirigentes populares que acudían a las protestas, más pendientes de no dejarse fotografiar junto a las banderas del aguilucho o los emblemas de Falange que de gritar el ya clásico “Zapatero, embustero”. Poco consciente de que era un simple instrumento, Alcaraz buscó la complicidad de los Oreja, Acebes o San Gil para forzar a Rajoy a que se dejara ver de su brazo, y aquello determinó su caída en desgracia.

Con Alcaraz al frente, la AVT dejó de ser una asociación de víctimas para convertirse en la punta de lanza de la derecha más extrema, que igual promovía una campaña contra los actores del ‘No a la guerra’ de Iraq que amparaba en sus actos la recogida de firmas contra el Estatuto de Cataluña. Se producía todo ello en un contexto muy diferente al que había padecido su antecesora, Ana María Vidal Abarca, cuando las víctimas de ETA habían caído en el olvido y esta mujer se veía obligada a buscar desesperadamente fondos para ayudar a sus familias. Tras la postergación que sufrieron en la etapa de Felipe González, fue el PP el que impulsó primero una ley de Solidaridad con las Víctimas, que más tarde complementaría Zapatero. Ahora mismo está en marcha una nueva norma que tendrá efectos retroactivos a 1960 y en el que se reconoce la figura de los amenazados, una de sus principales reivindicaciones.

Por lo que se refiere exclusivamente a las asociaciones de víctimas y lejos del maltrato que denunciaba Alcaraz, la llegada del PSOE al poder en 2004 no hizo sino favorecerlas. Los datos los facilitó tiempo atrás Rubalcaba en respuesta a una pregunta de la diputada del PP, Ana Torme. Lo más significativo era que el Gobierno de Aznar había dejado sin subvenciones a estas organizaciones durante los años 1998, 1999, 2001 y 2002. En el año 2004 tampoco estaba previsto conceder ayuda alguna, pero tras los atentados del 11-M se facilitaron 120.000 euros, de los que 40.000 correspondieron a la AVT.

Poco consciente de que era un simple instrumento, Alcaraz buscó la complicidad de los Oreja, Acebes o San Gil para forzar a Rajoy a que se dejara ver de su brazo, y aquello determinó su caída en desgracia

A los que le suponían reintegrado en Jaén a su oficio de peluquero, ha tenido que sorprenderles que Francisco José Alcaraz, ex presidente de la AVT, haya vuelto por sus fueros con una nueva manifestación contra el Gobierno a cuenta de ETA, que ya se sabe que no hay olla sin tocino, sobre todo si el que cocina es Jaime Mayor Oreja. Alcaraz comparte con el eurodiputado la teoría de la negociación permanente de los socialistas con ETA, aunque el andaluz le haya puesto fechas: comenzó en 2000 y culminará en 2012 no se sabe bien cómo. Según ha afirmado, gracias a él y a la rebelión cívica que encabeza el proceso ha derivado en una “negociación sumergida”, de ahí que a los que carecemos de branquias nos haya pasado inadvertida.

Como se recordará, la retirada de Alcaraz de la presidencia de la AVT coincidió con un replanteamiento de los objetivos políticos del PP, que en su enésimo giro al centro decidió que la pretendida traición de Zapatero ya había rendido todos los réditos posibles y que lo que tocaba a partir de ese momento era hablar de economía. Alcaraz y sus manifestaciones, a las que el propio Rajoy confesó que el PP contribuía con público y autocares, habían dejado de ser útiles, por no hablar de la incomodidad que sentían algunos dirigentes populares que acudían a las protestas, más pendientes de no dejarse fotografiar junto a las banderas del aguilucho o los emblemas de Falange que de gritar el ya clásico “Zapatero, embustero”. Poco consciente de que era un simple instrumento, Alcaraz buscó la complicidad de los Oreja, Acebes o San Gil para forzar a Rajoy a que se dejara ver de su brazo, y aquello determinó su caída en desgracia.

Con Alcaraz al frente, la AVT dejó de ser una asociación de víctimas para convertirse en la punta de lanza de la derecha más extrema, que igual promovía una campaña contra los actores del ‘No a la guerra’ de Iraq que amparaba en sus actos la recogida de firmas contra el Estatuto de Cataluña. Se producía todo ello en un contexto muy diferente al que había padecido su antecesora, Ana María Vidal Abarca, cuando las víctimas de ETA habían caído en el olvido y esta mujer se veía obligada a buscar desesperadamente fondos para ayudar a sus familias. Tras la postergación que sufrieron en la etapa de Felipe González, fue el PP el que impulsó primero una ley de Solidaridad con las Víctimas, que más tarde complementaría Zapatero. Ahora mismo está en marcha una nueva norma que tendrá efectos retroactivos a 1960 y en el que se reconoce la figura de los amenazados, una de sus principales reivindicaciones.

Por lo que se refiere exclusivamente a las asociaciones de víctimas y lejos del maltrato que denunciaba Alcaraz, la llegada del PSOE al poder en 2004 no hizo sino favorecerlas. Los datos los facilitó tiempo atrás Rubalcaba en respuesta a una pregunta de la diputada del PP, Ana Torme. Lo más significativo era que el Gobierno de Aznar había dejado sin subvenciones a estas organizaciones durante los años 1998, 1999, 2001 y 2002. En el año 2004 tampoco estaba previsto conceder ayuda alguna, pero tras los atentados del 11-M se facilitaron 120.000 euros, de los que 40.000 correspondieron a la AVT.

Poco consciente de que era un simple instrumento, Alcaraz buscó la complicidad de los Oreja, Acebes o San Gil para forzar a Rajoy a que se dejara ver de su brazo, y aquello determinó su caída en desgracia

AVT