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Verónica Fumanal

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Rotos antes de empezar

El gobierno, de formarse, podría verse atrapado en una ecuación imposible entre las fuerzas centrífugas del PNV y Junts que le inviten a suavizar sus propuestas políticas y los 5 de Podemos que le acusen de ser un gobierno sin perfil de izquierdas

Foto: Yolanda Díaz junto al equipo de Sumar en el cierre de campaña. (Reuters/Nacho Doce)
Yolanda Díaz junto al equipo de Sumar en el cierre de campaña. (Reuters/Nacho Doce)
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La coalición Sumar fue una especie de milagro por necesidad. Sánchez sorprendió con una convocatoria electoral exprés que obligaba a todos los partidos a encontrar la fórmula de máxima rentabilidad y tras un 28 de mayo que fue un desastre para los morados, los integrantes principales de la coalición, a saber los de Yolanda Díaz y los de Podemos, eran conscientes de que la única posibilidad de obtener un resultado digno era Sumar, aunque a disgusto.

El veto de Irene Montero fue el gran sapo que tuvieron que tragarse los de Podemos, pero contrariamente a lo que habían hecho en anteriores ocasiones, no se atrevieron a romper el pacto. Eran sabedores de que la opinión pública, sus bases y sobre todo, los cargos que se quedaban fuera, no se lo perdonaría. De modo, que concurrieron a las elecciones con un matrimonio de conveniencia que no convencía a ninguna de las partes. Una vez pasado el trágala del 23 de julio, ahora los actores principales de esta coalición buscan recomponerse y proteger sus intereses. Los resultados de las generales no fueron concluyentes para dirimir la batalla interna. Ni lo suficientemente buenos como para consolidar a Yolanda Díaz como líder indiscutible; ni lo suficientemente malos como para defenestrarla y asaltar los cielos de la coalición con Montero y Belarra a la cabeza.

El panorama político español no está claro, pero solo hay dos opciones. O Sánchez consigue la investidura o hay repetición electoral

Sumar, un artefacto roto antes de empezar, podría tener la clave de lo que ocurra en el futuro de la política española. Tanto si hay gobierno progresista, como si no lo hay, los de Belarra parecen dispuestos a dar la batalla por conservar algo de autonomía y poder. Por su parte, Yolanda Díaz tiene muy claro que si quiere consolidar el proyecto político Sumar debe mantenerlo protegido del núcleo de Galapagar, que un día la ungió como sucesora como una especie de delegada con buena imagen para que reinara, pero no gobernara.

La gran parte de las élites territoriales de Podemos, ahora sin poder institucional, se pasaron al bando de Yolanda Díaz y así lo dejaron claro en las elecciones municipales y autonómicas del pasado 28 de mayo, en las que firmaron acuerdos de no agresión. Sin embargo, esos cuadros todavía no quieren romper de forma definitiva con el entorno de Podemos, con un Pablo Iglesias que guarda cierta influencia en sus bases electorales y que no duda en señalar a traidores, cloaqueros y vendidos a las estructuras del estado, en tanto en cuanto no le apoyen sin fisuras.

Y ahora qué. El panorama político español no está claro, pero solo hay dos opciones. O Sánchez consigue la investidura o hay repetición electoral. Y en ambos escenarios la ruptura del espacio de Sumar parece un hecho y esta podría tener consecuencias importantes en la gobernabilidad de España. Exploremos las opciones, porque todas tienen calado.

Durante la negociación de la investidura

Mucho se habla de la investidura y la supuesta amnistía. Sin embargo, los 5 diputados de Podemos podrían dar tantos males de cabeza a Sánchez y Díaz como los 7 de Junts. Por ahora, están esperando su momento, son perfectamente conscientes de que no pueden competir con la potencia mediática de una operación política de borrón y cuenta nueva tan polémica. Pero en el PSOE y Sumar no pueden dar por hecho el apoyo de los morados. Ione Belarra lo advierte en todas las intervenciones públicas que realiza. Ellas no negociarán con Sumar, ni Yolanda Díaz podrá hacerlo en su nombre. Podemos quiere negociar directamente con el PSOE sus propias condiciones. Y si los 7 de Junts bien valen una amnistía porque son imprescindibles para que haya gobierno, los 5 de Podemos no lo son menos y se podría dar la situación de que, en el último minuto, el escollo fundamental no viniera de los partidos nacionalistas/independentistas, sino del socio que formó el primer gobierno de coalición con Sánchez hace 4 años que se firmó con el abrazo entre Iglesias y Sánchez.

Se podría pensar que Podemos no se atreverá a tensar la cuerda tanto y a poner en riesgo un gobierno progresista. Pero lo cierto es que uno tiene miedo cuando tiene algo que perder. Y los de Belarra podría hacer la ecuación siguiente: si no entran en el gobierno no tendrán ninguna tribuna mediática a la que agarrarse cuando la legislatura comience a funcionar. Si para un partido minoritario en una coalición de gobierno ya es difícil rentabilizar el acuerdo y la presencia, imaginen qué les pasa a los que apoyan desde fuera sin tener banderas propias, ni victorias que puedan rentabilizar entre su electorado. PSOE y Podemos no son lo mismo, ni representan lo mismo. Por eso, los morados han sabido hacerse notar en políticas que no le son propias al PSOE, o en medidas a las que han arrastrado a los socialistas hasta posiciones menos centradas. Sin embargo, las diferencias entre Sumar y Podemos no están claras; por ello, los de Podemos tendrán difícil encontrar espacios, políticas, medidas, en las que no quedar opacados por los de Díaz. En consecuencia, quieren, necesitan y presionarán para que Irene Montero sea ministra.

Sánchez y Díaz consiguen la investidura

Imaginemos que finalmente la investidura de Sánchez tiene éxito y consigue los 176 escaños suficientes para gobernar. La ruptura de Podemos y Sumar también será todo un capítulo en el via crucis que les espera para aprobar políticas progresistas que no tengan que ver con lo territorial. En primer lugar, porque esta mayoría que Sánchez intenta fraguar no es netamente progresista. De hecho, durante el debate de investidura, el Sr. Feijóo recordó a los del PNV que no les habían votado para sacar adelante el programa de Podemos. Junts todavía no sabemos en qué lugar del continuo ideológico se sitúa, su miscelánea con exconvergentes y personas sin más discurso que la independencia hace que sean impredecibles. Pero si atendemos a su programa electoral, tampoco los situaría yo en la izquierda radical. Por eso, desde el punto de vista ideológico, el parlamento español tiene mayoría de derechas que no se pudo amalgamar en una investidura del PP por el repelente que supone Vox para los nacionalistas.

Por lo tanto, Sánchez y Díaz tendrán que buscar apoyos parlamentarios para aprobar políticas progresistas con unos socios poco entusiasmados y con 5 diputados de Podemos que ya han anunciado que van a ir por su cuenta. Poco importa que firmaran para ingresar en la coalición de Sumar un acuerdo para integrar el grupo parlamentario. Ahora los escaños son suyos y los harán valer para afirmar que todo lo que proponga sus ex socios les parece poco progresista. Así que el gobierno, de formarse, podría verse atrapado en una ecuación imposible entre las fuerzas centrífugas del PNV y Junts que les inviten a suavizar sus propuestas políticas y los 5 de Podemos que les acusen de ser un gobierno sin perfil de izquierdas.

Repetición electoral

Si hay repetición electoral, Podemos no se integrará en Sumar. Obviamente, es una afirmación que está refrendada por las intervenciones de los miembros de los de Belarra. En todas ellas se deja entrever un cierto arrepentimiento por haber sucumbido al ultimátum de Díaz. De hecho, nuestro compañero, Alejandro López de Miguel, publicaba el pasado viernes 20 de octubre en El confidencial, que Podemos estaba preparando su estrategia para romper con Sumar. De hecho, ya han anunciado que no volverían a concurrir en unas elecciones sin que hubiera unas primarias para elegir al candidato. Y si hay repetición electoral, Díaz volverá a esgrimir que no hay tiempo. Si ese escenario se produjera, Sumar y Podemos podrían concurrir por separado en una supuesta repetición electoral, lo que podría hacer que el espacio fragmentado no consiguiera rentabilizar todos los votos del ámbito a la izquierda del PSOE y, por lo tanto, restar posibilidades de reeditar un gobierno progresista.

La ruptura de Sumar es un hecho, pero las consecuencias de este divorcio todavía no están claras. Desde forzar una repetición electoral hasta partir el grupo parlamentario. Todas ellas tienen un mismo denominador, la debilidad de la izquierda y el fortalecimiento de la derecha. Al mismo tiempo, no se le puede reprochar a una fuerza política que luche por su supervivencia, aunque signifique morir matando.

La coalición Sumar fue una especie de milagro por necesidad. Sánchez sorprendió con una convocatoria electoral exprés que obligaba a todos los partidos a encontrar la fórmula de máxima rentabilidad y tras un 28 de mayo que fue un desastre para los morados, los integrantes principales de la coalición, a saber los de Yolanda Díaz y los de Podemos, eran conscientes de que la única posibilidad de obtener un resultado digno era Sumar, aunque a disgusto.

Yolanda Díaz Unidas Podemos Ione Belarra
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