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Verónica Fumanal

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Operación Leonor: los elementos clave

La monarquía ha aprovechado los fastos relacionados con la mayoría de edad de la Princesa de Asturias para impulsar la imagen de una institución muy mermada por los escándalos protagonizados, mayoritariamente pero no solo, por Juan Carlos I

Foto: La princesa de Asturias, Leonor, y el rey Felipe VI. (EFE/Daniel González)
La princesa de Asturias, Leonor, y el rey Felipe VI. (EFE/Daniel González)
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Dicen que la ocasión la pintan calva y la Monarquía española ha aprovechado los fastos relacionados con la mayoría de edad de la Princesa de Asturias para impulsar la imagen de una institución muy mermada por los escándalos protagonizados, mayoritariamente pero no solo, por Juan Carlos I. La operación Leonor es toda una estrategia de marketing político, bien diseñada y bien ejecutada, que tiene varios elementos clave, que me dispongo a desgranar:

Proyección hacia el futuro

El mayor reto de una institución medieval ha sido adaptarse al sentir de los tiempos, sobre todo en sociedad democráticas donde los ciudadanos pueden elegir a sus representantes. En España, la historia de la Transición ayudó a los Borbones a ser percibidos como un símbolo de democracia, algo que les aportó esa pátina de legitimidad a lo largo de los últimos 30 años. La juventud y lozanía de la princesa Leonor proyecta hacia el futuro esta institución. Futuro, permanencia y estabilidad, por ello, el protocolo y la imagen resultante de la jura de la Constitución es exactamente igual que la de su padre del año 1986.

El mayor logro de los monarcas actuales: su descendencia

Felipe VI y la reina Letizia no han tenido un inicio de reinado fácil, porque la misma abdicación del Rey no fue voluntaria, sino obligada por los escándalos de corrupción que estaban por salir y que, todavía en la jefatura de estado, hubieran sido un mazazo mayor para la casa real, pero sobre todo, para España. Desde entonces, los monarcas han luchado por separarse de la era Juan Carlos, con la dificultad que conlleva hacerlo desde la Zarzuela: sin poder criticarlo explícitamente y sin llegar a renegar de la única fuente de legitimidad de la que emana tu poder: ser hijo de. Desde entonces, sus hijas: Leonor y Sofía son el mayor reto de los monarcas, dos ejemplos de niñas perfectas. Ambas, han tenido 18 años de posibles pifias: fotos, rebeldías adolescentes, deslices… y todo lo que al lector se le pase por la cabeza, y para muestra, su primo Froilán. Sin embargo, ambas han afrontando sus prontas responsabilidades con gran diligencia y profesionalidad. Ni un pero en 18 años. No está nada mal para los cónyuges.

Foto: La princesa Leonor durante la jura de la Constitución en el Congreso de los Diputados. (Reuters/Pool/Ballesteros)

Una niña inmaculada vs un senior con máculas

La princesa de Asturias tiene 18 años y hay pocas mujeres de su edad que se vistan con el estilo que ella lo hace. No es casualidad. El estilismo de Leonor está diseñado para aniñarla, para que continúe siendo la imagen de una persona sin mácula, inocente. Esta estrategia recae en la necesidad de la Casa Real de borrar el pasado lleno de máculas de Juan Carlos I pasando por el contraste: el pasado de un monarca cuestionado por sus acciones, frente al futuro de una niña inocente y sin voluntad de hacerlo. Es por ello, que durante la jura de Leonor de la Constitución ante las cámaras parlamentarias españolas, Juan Carlos no ha estado presente, ni tampoco creo que transcienda ninguna fotografía de la celebración familiar posterior, en la que parece, sí estará.

Todo el sistema remando a favor

Ninguna institución del estado goza del apoyo institucional de la Monarquía española. Cierto es que se han criticado mucho las ausencias de una parte del gobierno, las ministras Montero, Belarra y el ministro Garzón. Sin embargo, hay que reconocer que los partidos republicanos nacionales podrían haber hecho una critica mucho mayor de las faltas de ejemplaridad de Juan Carlos I y de la fiscalización de la institución. De hecho, mañana no hay convocadas manifestaciones importantes contra la Princesa de Asturias, cuando los republicanos tienen todo el derecho a expresar su malestar por la continuidad de una institución medieval.

Heredera mujer referente femenino en el poder

La princesa Leonor está cursando los mismos estudios militares que hizo su padre cuando tenía su edad. Es decir, son dos herederos a la corona tomando su instrucción, pero las implicaciones son completamente diferentes, porque ahora la persona que ostenta la responsabilidad es una mujer y eso lo cambia todo. Básicamente, por todavía la Constitución marca la preponderancia del hombre sobre la mujer en la Corona y porque instituciones como el ejército, todavía continúan teniendo una presencia mayoritariamente masculina. La visibilidad de la mujer en el ejército que la Princesa de Asturias está aportando a nivel social es más importante de lo que parece. Porque, de igual manera de Hermoso o Bonbehí son las guías para que muchas muchachas quieran ser futbolistas de élite, la princesa hace lo propio con las fuerzas y cuerpos de seguridad del estado y con las instituciones públicas vinculadas al poder. Con un añadido fundamental, que si Leonor consigue reinar, será la jefa de todos los ejércitos representando el poder castrense en la figura de una mujer, cuando en la actualidad solo hay dos generalas.

Foto: La princesa Leonor sentada junto a su hermana, la infanta Sofía, y el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. (EFE/Chema Moya) Opinión
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La misma constitución, un país diferente

Cuando el entonces príncipe Felipe juró la Constitución española en 1986, la Carta Magna tenia ocho años y el país estaba inmerso en la mayor transformación política y social del siglo. La estabilidad democrática frente al ruido de sables todavía no se había extinguido, 17 años llevaba Juan Carlos I nombrado por Franco como su sucesor en la jefatura del estado. La democracia española estaba tierna. Hoy, han pasado 37 años desde que el Rey Felipe jurará la Constitución ante las cortes, la princesa Leonor se encuentra un país completamente diferente, pero con algunos problemas heredados de su padre, como el desafío territorial. No hay leyes que marquen cuando tomará el relevo la princesa que hoy jura la Carta Magna, pero quién sabe si el problema catalán y vasco, todavía permanecerán, lo que significaría que ninguna de las comunidades autonómicas habrían logrado la independencia.

Un protocolo exactamente igual

El país es diferente, pero el protocolo para la jura de la Constitución que diseñó el entonces presidente del Congreso, Gregorio Peces Barba, es exactamente igual. La monarquía gusta de repetir y repetir protocolos y rituales, básicamente porque es justamente eso lo que quieren representar. Si se analiza los discursos de navidad de Juan Carlos I y Felipe VI, desde la escenografía hasta la retórica, son tremendamente similares. La innovación supone cambio y la monarquía es una institución que no gusta del cambio, ni tampoco lo representa. Y si la escenografía será igual que la jura de su padre, da la casualidad que el partido en el poder también es el mismo. En 1986 gobernaba el PSOE, ahora también.

Foto: Francina Armengol durante su discurso ante la princesa Leonor. (EFE/Chema Moya)

Monarquía de Madrid

Madrid se ha vestido de gala para los fastos de la jura. Infolibre preguntó, sin éxito, al ayuntamiento cuánto han costado todos los soportes externos que en forma de 7.500 banderolas, dos pantallas gigantes y publicidad en los autobuses les han costado a los madrileños. Sinceramente, creo que es la única parte del plan de comunicación que no está del todo afinado. La descentralización del estado en un hecho constitucional, sin embargo, las fiestas o celebraciones patrias se centralizan en Madrid, como si España se redujera al perímetro de la M-30. Esta centralización aleja al resto de territorios de un relato común que los abrace y les haga partícipes. Lo mismo sucede con la fiesta del 12 de octubre, que a día de hoy, involucra a la élite de la capital y a sus conciudadanos. Por qué no celebrar el día nacional en otras capitales del país, incluyendo no solo el desfile sino otras atracciones lúdicas. Lo mismo sucede con la mayoría de edad de la princesa Leonor, debería asumir una gira nacional para ganarse el favor de todo el país, lo peor que le podría pasar es que se instrumentalizara por un solo partido político su emergente figura.

Dicen que la ocasión la pintan calva y la Monarquía española ha aprovechado los fastos relacionados con la mayoría de edad de la Princesa de Asturias para impulsar la imagen de una institución muy mermada por los escándalos protagonizados, mayoritariamente pero no solo, por Juan Carlos I. La operación Leonor es toda una estrategia de marketing político, bien diseñada y bien ejecutada, que tiene varios elementos clave, que me dispongo a desgranar:

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