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El PP se prepara para dejar la calle
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Verónica Fumanal

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El PP se prepara para dejar la calle

Los políticos están curados de manifestaciones. Solo algunas llegan a cristalizar en cambios reales. Generan titulares, demuestran el poder de convocatoria de las organizaciones y encauzan sentimientos de impotencia

Foto: Manifestación en Valencia contra la amnistía. (EFE/Kai Forsterling)
Manifestación en Valencia contra la amnistía. (EFE/Kai Forsterling)
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Los domingos se han convertido en días de movilización para el PP que no quiere perder el pulso de la calle. Son conscientes que todo el malestar generado durante meses y meses de desgaste al gobierno en general, y a Sánchez en particular, es una energía que se transforma, pero que no desaparece. Si no lo capitalizan ellos, lo hará Vox. Pero, mantener este nivel de tensión en la calle va a ser imposible. Las navidades primero y luego las elecciones se convertirán en obstáculos para mantener encendidas las calles, para seguir generando el relato de la España que se subleva.

Feijóo no esperó ni a fracasar en su investidura. Él lo sabía. España lo sabía. La suma de PP y Vox restaba cualquier opción de materializar su victoria electoral en un gobierno. Por ello, los estrategas de Génova se pusieron manos a la obra tras las indicaciones de Aznar: cada español hiciera lo que pudiera para parar el golpe. En política o estás en el gobierno o estás en la calle. Y desde el PP sabían que ese malestar que alimentaron durante meses y meses nutriendo de insultos, faltas de respeto, coqueteos con acusaciones de fraude electoral, voladoras incontroladas de puentes y que no llegó a ganar las elecciones, contra todo pronóstico, dejaría una energía en una parte de los españoles que había que consumir en la calle. El lugar tradicional de las frustraciones en política.

Los políticos están curados de manifestaciones. Solo algunas llegan a cristalizar en cambios reales. Pero son las mínimas. Generan titulares, demuestran el poder de convocatoria de las organizaciones y encauzan sentimientos de impotencia en acciones políticas sin traslación a los boletines oficiales. Son imprescindibles en democracia, tanto, como inútiles en la acción política. La manifestación histórica del 8 de marzo 2018 por la igualdad, se quedó en un recuerdo precioso de unidad del feminismo. Las 2 manifestaciones por la sanidad pública contra las políticas de Díaz Ayuso se quedaron ahí, en la hemeroteca. Como las convocadas contra la amnistía. Marchando y cantando consignas con otras personas que comparten contigo los mismos objetivos, descargas parte de esa energía negativa alimentada de impotencia ante lo que consideras una injusticia brutal. Después, la manifestación se acaba y la lucha por las cifras. Éxito de convocatoria. Y a otra cosa.

Pero esa energía también se consume, como la paciencia, como cualquier polémica en la actualidad. Los gobiernos saben que no hay manifestación que 100 días dure. Y más, cuando el periodo que se aproxima es el navideño, plagado de sus buenos deseos publicitarios, cenas de convivencia o supervivencia y dispendio económico. Las navidades siempre son un valle en lo político. Queda raro felicitar las fiestas y enviar tus mejores deseos y en la misma declaración insultar a tu adversario. Así pues, las navidades son una especie de rubicón de borrón y cuenta nueva. Año nuevo, vida nueva que no invita a mantener las polémicas del pasado. En Moncloa son conscientes de que esta manifestación del 3 de diciembre es la última del año 23 y en el 24, ya la agenda es electoral.

Foto: Unos jóvenes sostienen banderas de Miguel Ángel Blanco frente a la sede del PSOE en Ferraz. (EFE/Víctor Lerena) Opinión
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Todas las informaciones parecen apuntar a que el presidente gallego tiene prisa por convocar elecciones. El objetivo sería canalizar esa energía que se generó en torno a la ilusión de ver otro presidente del gobierno gallego el 23 de julio y que luego se transformó en el malestar de la derrota sobrevenida. Convocar las elecciones a principio del año sería el empujón que necesita la era post Fejióo para conseguir el plus de la mayoría absoluta que les garantiza seguir gobernando. Unido a esto, el PP gallego sabe que el PSOE acaba de nombrar candidato a José Ramón Gómez Besteiro y que Sumar todavía no sabe qué hacer con su candidatura. Alberto Núñez Feijóo necesita una victoria que no sea estéril para seguir alimentando el discurso del ganador. Y todo apunta a que la campaña gallega es la oportunidad que estaban esperando.

Por primera vez en la historia reciente, la campaña gallega se decidirá en Madrid. Si en anteriores ocasiones, el PP gallego era muy receloso a las tutelas y tutías ajenas: escondía los logos y colores del PP en la cartelería y evitaba que los líderes nacionales se pasearan por Pontevedra, Vigo o Santiago, en esta ocasión será diferente. Ahora la fuerza del PP gallego reside en Madrid y la necesidad de nacionalizar la campaña hablando no de la gestión gallega, sino del gobierno central cambiará por completo la orografía de la campaña. El objetivo prioritario de Génova será retener la Xunta de Galicia y por ello, ninguna manifestación puede desfocalizar lo importante.

"Feijóo necesita una victoria que no sea estéril para seguir alimentando el discurso del ganador. Y todo apunta a que Galicia es su oportunidad"

¿Hacia dónde basculará la oposición del PP si abandona la calle? Lo más previsible es que se centre en las instituciones: en el parlamento europeo, en el senado y en los gobiernos territoriales. La cual cosa no quiere decir que la calle siga encendida a través de aquellos que desprecian o que no están cómodos en las instituciones, Vox o la presidenta madrileña son dos buenos ejemplos. Si esto sucediera, Feijóo deberá ir tapando huecos que no le descentren de lo importante: mantener el pulso en las urnas.

Los cambios en las portavocías del PP responden a esta estrategia de abandono progresivo de la calle. Perfiles como los de Tellado, Álvarez de Toledo, Rafa Hernando, y la incorporación del tránsfuga de UPN, Sergio Sayas, auguran una oposición durísima en las instituciones. Personas que responden a la estrategia de oposición total, rottweileres en lo dialéctico, de los que muerden y no sueltan para defender a los suyos. Prepárense para sesiones parlamentarias de alto voltaje. Un estilo completamente diferente al de Borja Sémper que se quedará en el partido para que no se diga que Feijóo cesa a su moderación. ¿Se imaginan un debate Punte-Tellado? Eso es lo que viene en el 2024. Debates encendidos, titulares de infarto recogidos de los cánticos de las manifestaciones que el PP ha convocado desde septiembre. Pero ya sin pancartas, ni banderas. En las instituciones.

Los domingos se han convertido en días de movilización para el PP que no quiere perder el pulso de la calle. Son conscientes que todo el malestar generado durante meses y meses de desgaste al gobierno en general, y a Sánchez en particular, es una energía que se transforma, pero que no desaparece. Si no lo capitalizan ellos, lo hará Vox. Pero, mantener este nivel de tensión en la calle va a ser imposible. Las navidades primero y luego las elecciones se convertirán en obstáculos para mantener encendidas las calles, para seguir generando el relato de la España que se subleva.

Alberto Núñez Feijóo Partido Popular (PP)
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