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Un balance negativo del 8M
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Verónica Fumanal

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Un balance negativo del 8M

Este 2024 no pasará a la historia como el año en que el feminismo consiguió las mayores cuotas de visibilidad. Hemos perdido el pulso de los medios, ha ganado la agenda de los señores, de los Koldo y Puigdemont

Foto: Manifestación el 8-M en defensa de la igualdad. (EFE)
Manifestación el 8-M en defensa de la igualdad. (EFE)
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Este año 2024 no pasará a la historia como el año en que el feminismo consiguió las mayores cuotas de visibilidad. Durante toda esta semana, a penas se han hablado de los informes que evidencian la brecha salarial, de las mujeres víctimas o supervivientes de violencias machistas o de la falta de mujeres en ámbitos tecnológicos. En esta ocasión hemos perdido el pulso de los medios, ha ganado la agenda de los señores, de nuevo, los grandes protagonistas, Koldo y Puigdemont… Ni siquiera Marta Rovira, que está en la misma situación que el expresidente. Se podrá decir que contra la actualidad poco se puede hacer. Sin embargo, creo necesaria una autocrítica seria, que trate de evitar este fracaso en el futuro o de lo contrario podríamos caer en la falacia de pensar que a las mujeres nos van a regalar las cuotas de igualdad que exigimos; cuando debemos ser conscientes que cada pasito será a costa de mucho ruido y mucha lucha.

El machismo explícito y negacionista nunca antes tuvo tanto poder institucional; y esto se nota. Vox preside tres parlamentos autonómicos, gobierna en coalición con el PP en cinco comunidades autónomas y los populares dependen de los votos de Vox en seis. A nivel municipal, son más de 100 municipios en los que Vox es determinante, o bien gobierna —que son los menos— o bien el PP depende de sus votos. Todo este poder institucional ha hecho mella en la agenda feminista. En todos los lugares en los que el partido ultra machista tiene algo que decir se han eliminado los actos conmemorativos del 8 de marzo, las agendas políticas feministas y el apoyo presupuestario.

Pero además, en las administraciones donde tienen presencia han acabado con los consensos políticos para las declaraciones institucionales o han boicoteado los actos en favor de la igualdad. Por supuesto, esto hace un daño irreparable a la percepción social sobre la necesidad de que nuestra sociedad alcance una igualdad real y efectiva. Vox no solo niega las violencias machistas, sino que, además, lanza un mensaje que cala en una parte de la sociedad que, por creencias o conveniencias, legitima los privilegios y llena de argumentos falaces un espacio que antes, por vergüenza o por la espiral del silencio, estaba vacío. Y a pesar de que Vox sea el responsable de esto, el PP es cómplice por permitirlo en los lugares en los que gobiernan juntos.

La división del movimiento feminista es uno de los principales males que ahora sufrimos las mujeres. Que el objetivo de unas y otras sea deslegitimar a las que otrora compartían pancarta es desolador, más cuando los datos nos alertan sobre el rearme del machismo negacionista entre los hombres más jóvenes y entre aquellos que siempre militaron en sus privilegios. ¿Pensamos que en todos los movimientos sociales todos piensan exactamente lo mismo? ¿O que las empresas comparten los mismos intereses? Claro que no. Pero lo que está claro es que la unión hace la fuerza y que siempre hay que sacrificar el detalle para alcanzar los objetivos principales.

Foto: Varios jóvenes sentados en un banco en Madrid. (Europa Press/Eduardo Parra)
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Enzarzarnos en el debate sobre qué es una mujer, cuando en el ayuntamiento de Valencia los de Vox presumen de haber acabado con la declaración institucional que llevaban años votando por unanimidad al son de "Viva España" con un señor disfrazado de torero nos debería despertar de esa pesadilla de la división. Os propongo una cosa, cuando erradiquemos la violencia machista y tengamos el 50% del poder empresarial, político e institucional, respondemos a esa pregunta.

La percepción de que el Gobierno central está noqueado se ha confirmado este 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer. Cuando se necesitaba un impulso mayor por parte de un gobierno que fue ratificado mayoritariamente gracias al voto de las mujeres y su miedo a los retrocesos machistas, no lo hemos tenido. El presidente Sánchez estaba de visita oficial a Brasil y Chile, con dos presidentes hombres y sin una agenda feminista a la vista.

Foto: Miles de mujeres salen a manifestarse en Madrid. (EFE/Juanjo Martín)

Desde el resto del gobierno, la vicepresidenta Yolanda Díaz ha protagonizado la polémica sobre la hora del cierre de los bares; el señor Bolaños, la tramitación definitiva de la ley de amnistía; y la ministra de Igualdad, Ana Redondo, ha renunciado a constitucionalizar el derecho al aborto porque no hay consenso necesario. Pero, ¿cuándo a las mujeres se nos han dado los derechos por consenso? Siempre, los derechos se han conseguido gracias a mayorías políticas que han aprobado leyes con la oposición de la derecha: el aborto o las leyes contra las violencias machistas son un buen ejemplo ello. Veremos la aprobación de la ley de cuotas, que esperemos se apruebe pronto. Así, que la falta de iniciativa y ambición del Gobierno este 8M, también se ha dejado notar.

Invisibilidad en los medios de comunicación

La mayoría de los medios de comunicación tampoco han tenido a bien priorizar las reivindicaciones del feminismo esta semana. Salvo honrosas excepciones. Podrían aludir que tampoco ha habido noticias relacionadas con las mujeres, pero asumamos que el feminismo es molesto y que genera muchos anticuerpos en una parte de la opinión pública que se ha cansado de escucharnos. Resulta incómodo tener que leer que las mujeres cobran menos por el hecho de ser mujeres, que las mujeres sufren más la precariedad y la pobreza, que hay mujeres asesinadas por el hecho de serlo, que los cuidados y la casa siguen estando bajo la responsabilidad de las mujeres o que las directivas son solo un tercio de todo el poder empresarial.

Porque leerlo o escucharlo, significa asumir que todos y cada uno de nosotros y nosotras somos, en parte, responsables de esta situación de desigualdad y que cada persona tiene en su poder dejar de discriminar a otras mujeres, cambiando su perspectiva, sus valores, sus estereotipos, con un gran coste, claro. Primero, el tiempo para reflexionar sobre todo esto; segundo, asumir que todos somos machistas —también nosotras—; tercero, renunciar a los privilegios que durante siglos lleva ostentando el hombre; cuarto, empezar a contrabalancear la situación con políticas de discriminación positiva hasta que se alcance la igualdad.

Foto: Santiago Abascal, líder de Vox. (Reuters)

Ser feminista no es fácil, porque ser feminista no significa aprenderte un discurso o llevar una prenda morada, sino estar permanentemente cuestionándote qué puedes hacer tú por ayudar a las mujeres a alcanzar la igualdad plena y la libertad vital que el machismo nos cercena. Además, te conviertes en una persona molesta, incluso gruñona, tus amigos te dicen "ya está con lo mismo" cuando adviertes que un comentario ha sido machista o que no juzgamos con la misma dureza a tal líder (mujer) en comparación con su homólogo chico.

En redes sociales la cosa se desmadra, las campañas de hostigamiento, deshumanización y acoso que sufrimos las mujeres feministas es inaguantable. La vicepresidenta de la Comisión Europea, Margrethe Vestager hacía una campaña esta semana con el lema "don’t read the comments" que versaba sobre la crueldad que se vierten en los comentarios contra las mujeres; sinceramente, yo hago como ella, hace mucho que dejé de leerlos.

Así que el balance de este 8M no es bueno, es bastante negativo. Sin embargo, no podemos desfallecer en nuestra tarea histórica de conducir las cuotas de igualdad un poco más allá de lo que nos encontramos nosotras. Otras mujeres, y algunos hombres, militaron en la causa más mayoritaria y necesaria de las luchas sociales: el feminismo. Nunca antes el negacionismo machista había sido tan beligerante, pero es en parte la reacción al poder que hemos alcanzado nosotras.

Tenemos que ser conscientes de nuestra fuerza: nunca antes habíamos contado con tantas mujeres concienciadas con su posición de desventaja respecto a los hombres. Jóvenes, mayores, racializadas, migrantes, urbanas, rurales, ejecutivas o agricultoras, todas estamos atravesadas por una misma realidad. La conciencia es cada vez mayor, de lo contrario, el pasado 23 de julio, las mujeres no hubiéramos parado a la ultraderecha machista de Vox. Este poder es el que tanta animadversión suscita. Somos mayoría y el machismo lo sabe.

Este año 2024 no pasará a la historia como el año en que el feminismo consiguió las mayores cuotas de visibilidad. Durante toda esta semana, a penas se han hablado de los informes que evidencian la brecha salarial, de las mujeres víctimas o supervivientes de violencias machistas o de la falta de mujeres en ámbitos tecnológicos. En esta ocasión hemos perdido el pulso de los medios, ha ganado la agenda de los señores, de nuevo, los grandes protagonistas, Koldo y Puigdemont… Ni siquiera Marta Rovira, que está en la misma situación que el expresidente. Se podrá decir que contra la actualidad poco se puede hacer. Sin embargo, creo necesaria una autocrítica seria, que trate de evitar este fracaso en el futuro o de lo contrario podríamos caer en la falacia de pensar que a las mujeres nos van a regalar las cuotas de igualdad que exigimos; cuando debemos ser conscientes que cada pasito será a costa de mucho ruido y mucha lucha.

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