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Cataluña: cuna y tumba de Ciudadanos
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Verónica Fumanal

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Cataluña: cuna y tumba de Ciudadanos

Pacten o no pacten Ciudadanos y PP, todos los indicios parecen apuntar a que los naranjas no llegarán al verano como fuerza política autónoma

Foto: Adrián Vázquez, secretario general de Ciudadanos. (EFE/Mariscal)
Adrián Vázquez, secretario general de Ciudadanos. (EFE/Mariscal)
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La decisión de Pere Aragonès de adelantar las elecciones en Cataluña ha cogido a todos los partidos con los deberes a medias, pero sin duda, son PP y Cs los que deben acelerar las opciones que estaban planteadas, pero no decididas. A Ciudadanos ya solo le queda representación en los parlamentos catalán y europeo, Feijóo lo sabe y quiere sacar tajada de los últimos vestigios del partido naranja con una negociación que englobe ambos comicios, lo que en la práctica supondría el fin del partido naranja como la fuerza política que un día le plantó cara al PP y quiso ocupar su espacio.

Según cuentan las crónicas, Feijóo quiere un 2x1, pactar una lista europea y catalana del Partido Popular que incluya a algunos políticos naranjas. Parece ser, que los de Ciudadanos estarían de acuerdo en la lista conjunta, pero respetando la fórmula de la coalición, para seguir manteniendo la ficción de la existencia. Sin embargo, este escenario no satisface a un PP que no considera que Cs continúe teniendo entidad suficiente como para plantear una coalición. En cualquier caso, el partido liberal sabe que tiene pocas opciones de forzar la negociación a su favor, porque en ninguna de las dos contiendas, no hay encuesta que les asegure mantener la representación.

Ciudadanos nació en Cataluña en el año 2005, se definió en contra del establishment nacionalista catalán y en el 2015 hizo el salto a la esfera nacional con la regeneración política como bandera. En su historia consiguió varios hitos. El primero ser el primer partido en reivindicar sin complejos su antinacionalismo catalán y la defensa de la lengua española en Cataluña, como oposición a un PP que había pactado con CiU todo tipo de cesiones como el pacto del Majestic. El segundo fue empujar al PP a posicionamientos de la nueva política, obligando a los populares a realizar elecciones primarias y a rejuvenecer sus bases, ante la sangría de votos que le supuso Ciudadanos entre jóvenes conservadores urbanos. Y el tercero, seguramente el más importante, fue la victoria en las elecciones en Cataluña del 2017, con Inés Arrimadas como candidata.

El partido naranja podría estar contando ahora sus últimas horas como partido autónomo y diferenciado del PP. Esta rendición es fruto de su irrelevancia política en los últimos cinco años y de los errores cometidos. Uno de los más evidentes fue el abandono de Inés Arrimadas de la política catalana. Después de la victoria histórica del 17, renunció a presentarse como candidata a presidir la Generalitat, evitando que la presidencia del Parlament tuviera que pronunciarse. Tras este error, la candidata y líder de la oposición decidió abandonar ese trono moral para probar suerte en la política nacional. En aquel momento, el espacio de Ciutadans quedó desierto y todos los votos esperanzados del 17, huérfanos y descontentos por ese abandono que se vivió como una traición. El segundo error fue cuando Ciudadanos ya empezó a vincular su destino al del PP, dejaron de ser el partido bisagra —que pactaba con PSOE y PP—, para ser el partido bastón —que pactaba con el PP siempre—. Desde aquel momento, sus votos serían vasos comunicantes con un PP que, en cuanto se recuperara, lo haría a costa de las bases naranjas. Algunos análisis también señalan como error la renuncia de Ciudadanos a pactar con el PSOE el gobierno de la nación tras las elecciones de abril del 19; sin embargo, el PSOE tampoco parecía estar muy por la labor, así que lo dejaremos en tablas.

Foto: El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, junto al presidente del PP en Cataluña, Alejandro Fernández. (EFE/Andreu Dalmau)

Quien más dañado ha salido de la progresiva desaparición de Ciudadanos, no solo han sido los propios miembros del partido, sino aquellos que diseñaron la opa hostil: el Partido Popular. Cuando ficharon al ex secretario de organización de los naranjas para esquilmar el talento territorial de Cs e irlos eliminando territorio a territorio, no contaban con que los liberales fueran un socio fácil: europeístas y regeneracionistas, molestos para partidos como el PNV, pero tolerables. Cabe recordar que el último presupuesto de Rajoy en el 2018 fue aprobado por Cs y PNV. Cuando Pablo Casado diseñó la desaparición que podría finalizar tras las elecciones catalanas y europeas de esta primavera, no contó con que dependería de un nuevo socio que no estaría posicionado en el centro, como Ciudadanos, sino en la extrema derecha, haciendo que sus pactos fueran un verdadero obstáculo para la gobernabilidad de España por su incompatibilidad absoluta con partidos como los nacionalistas vascos, para muestra el pasado 23-J.

Pacten o no pacten Ciudadanos y PP, todos los indicios parecen apuntar a que los naranjas no llegarán al verano como fuerza política autónoma. Los dos escenarios son similares en la práctica, aunque no lo sean en teoría. Si llegan a un acuerdo y el PP introduce a miembros de Ciudadanos en sus filas, el partido habrá firmado su final en diferido, un paso previo a la disolución dentro del partido alfa de la derecha española, pero salvando a algunos de sus últimos miembros con sueldos y escaños. Si finalmente Ciudadanos decide concurrir en solitario, su falta de presencia en los medios de comunicación, así como su falta de espacio político y relevancia desde las elecciones del 2019, podrían dejarles sin representación en Europa y en Cataluña, el lugar que los vio nacer y la cuna que alimentó su razón de ser. No querría finalizar este artículo sin mentar a uno de los políticos más audaces y fugaces de la nueva política: Albert Rivera. Sin su liderazgo, Ciudadanos nunca hubiera tenido el éxito que llegó a alcanzar. Con sus luces y sombras, hay que reconocer que supo llegar a la política: revolucionó la forma de comunicar; y como pocos, ha sabido marcharse y volver a empezar.

La decisión de Pere Aragonès de adelantar las elecciones en Cataluña ha cogido a todos los partidos con los deberes a medias, pero sin duda, son PP y Cs los que deben acelerar las opciones que estaban planteadas, pero no decididas. A Ciudadanos ya solo le queda representación en los parlamentos catalán y europeo, Feijóo lo sabe y quiere sacar tajada de los últimos vestigios del partido naranja con una negociación que englobe ambos comicios, lo que en la práctica supondría el fin del partido naranja como la fuerza política que un día le plantó cara al PP y quiso ocupar su espacio.

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