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Puig y Vara, este y oeste del PSOE
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Verónica Fumanal

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Puig y Vara, este y oeste del PSOE

La vida política española pierde a dos grandes políticos que representan como pocos la diversidad de nuestro país. Ximo Puig la España federal, Guillermo Fernández Vara, la España unida

Foto: Ximo Puig, expresidente de la Generalitat Valenciana. (EFE/Andreu Esteban)
Ximo Puig, expresidente de la Generalitat Valenciana. (EFE/Andreu Esteban)
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Este fin de semana se celebraron los congresos de dos de las federaciones más importantes por lo numérico y lo simbólico del PSOE: Extremadura y la Comunidad Valenciana. Con ellos, dan un paso atrás dos figuras políticas imprescindibles para entender el partido y España: Guillermo Fernández Vara, la voz de la España vaciada y olvidada, y Ximo Puig, el espíritu federalista y descentralizador. Ambos líderes son dos caras de una misma moneda, la del Partido Socialista Obrero Español. Ahora, ambos continúan en sus labores políticas desde la retaguardia de la gestión, pero desde la vanguardia de los referentes, porque ambos ya son patrimonio simbólico de los socialistas.

Guillermo Fernández Vara

Guillermo, siempre Guillermo, gusta que le llamen por su nombre. Lo definiría como un hombre brillante, perspicaz, culto y humilde, el presidente de todos los extremeños y las extremeñas, independientemente de su ideología, siempre intentó representarlos a todos. Es por ello que los tiempos de polarización afectiva no encajan con la filosofía política de un hombre que nunca gustó de las trincheras, que siempre abogó por el diálogo, el bipartidismo, la centralidad y la moderación. Guillermo siempre tiene una sonrisa en la cara para afrontar cualquier reto, cualquier adversidad, porque es un hombre que ha huido de las confrontaciones directas y en las raras veces que se produjeron, siempre le dejaron un regusto amargo. Llevó la reivindicación del ferrocarril a Madrid, siempre desde la lealtad hacia los partidos del gobierno central, repartiendo culpas y méritos independientemente del color político, mientras asumía en primera persona ese déficit con su comunidad. Vara nunca ha perdido unas elecciones; pero perdió dos veces el gobierno, una para regresar más sabio y más presidente, y otra para dejar paso al relevo generacional.

Ximo Puig

Ximo Puig tiene alma de alcalde, de Morella o de la Comunidad Valenciana. Como presidente la recorrió de norte a sur, y de este a oeste todas las semanas, en un ejercicio físico que tenía un trasfondo político: cohesionarla. Se le considera como un heredero político de Maragall, audaz, valiente y profundamente defensor de la idiosincrasia valenciana y de sus necesidades. Diseñó y defendió, como pocos, la España federal; la descentralización territorial frente a lo que él denominó la “aspiradora madrileña”, encabezando la revuelta de la periferia que quería sus instituciones, sus infraestructuras y sus industrias, las 3 íes del progreso económico. Gobernó desde la moderación, con guiños a izquierdas y liberales, llegando a pactar presupuestos con Compromis y Ciudadanos, cohesionando lo incohesionable. Lector entusiasta, amante de la cultura, no dejó nunca de estar en cada una de las fiestas emblemáticas de su comunidad con su gesto afable y su inconfundible sonrisa. Durante la pandemia, fue uno de los referentes por su determinación y liderazgo. Tras ella consiguió atraer a su autonomía la fábrica de baterías y reactivar el Benidorm Fest, dos hitos que siempre tendrán el sello de Ximo Puig: progreso e igualdad para generar una gran clase media.

Foto: La sede del PSOE, la noche electoral del 18-F, con la intervención de Besteiro en la pantalla. (EFE/Fernando Villar)

Puig y Vara fueron dos líderes autónomos, con voz propia y autorizada. Desde la discrepancia en el modelo territorial, siempre supieron aunar sus legítimas reivindicaciones con la máxima de respetar al partido que les había permitido llegar a lo más alto. En su discurso final como líder extremeño, Vara dijo: “No quiero calles, no quiero plazas; no quiero premios ni homenajes, porque mi mayor reconocimiento es que en muchas casas de Extremadura tienen una foto mía”. Creo que esta frase podría también encajar en la filosofía de Ximo Puig.

Ambos tuvieron un recorrido similar en el partido. En las últimas primarias del año 2018, Vara y Puig, siendo ya presidentes autonómicos, apoyaron a Susana Díaz como secretaria general. Perdieron ante el rotundo resultado de Pedro Sánchez, y ambos, a diferencia de otros, reconocieron los resultados de forma inmediata y se pusieron a trabajar con Ferraz. Desde aquel momento, han sido los dos apoyos más importantes de Sánchez, con quienes ha contado tanto para lo orgánico, como para lo institucional.

La vida política española pierde a dos grandes políticos que representan como pocos la diversidad de nuestro país. Ximo Puig la España federal, la bilingüe, la poblada, la republicana. Guillermo Fernández Vara, la España unida, la despoblada, la rural, la monárquica. Singulares como pocos, ambos militaban su pasión futbolística en el otro lado de lo que podría haber sido lo más “normal”: Vara, pasión culé; Puig, ardor blanco. Incluso en eso, demostraron que nuestro país es mucho más complejo de lo que pudiera parecer. Y a pesar de que ambos ya no estarán en primera fila política, ya forman parte de los grandes liderazgos que ha dado nuestro país, para el cual, cada uno desde una punta de España para la que han trabajado tanto.

Este fin de semana se celebraron los congresos de dos de las federaciones más importantes por lo numérico y lo simbólico del PSOE: Extremadura y la Comunidad Valenciana. Con ellos, dan un paso atrás dos figuras políticas imprescindibles para entender el partido y España: Guillermo Fernández Vara, la voz de la España vaciada y olvidada, y Ximo Puig, el espíritu federalista y descentralizador. Ambos líderes son dos caras de una misma moneda, la del Partido Socialista Obrero Español. Ahora, ambos continúan en sus labores políticas desde la retaguardia de la gestión, pero desde la vanguardia de los referentes, porque ambos ya son patrimonio simbólico de los socialistas.

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