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¿Un 155 para Ayuso?
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Verónica Fumanal

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¿Un 155 para Ayuso?

¿Qué hubiera pasado si Puigdemont hubiera impuesto la medalla del mérito internacional a Vladimir Putin en contra del criterio del Gobierno de Mariano Rajoy?

Foto: Isabel Díaz Ayuso y Javier Milei. (EFE/Daniel González)
Isabel Díaz Ayuso y Javier Milei. (EFE/Daniel González)
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Estamos en los tiempos de "dime quién lo hace" y te diré si me parece bien. A partir de ahí, la regla del espejo es el mejor indicador para tener un criterio uniforme sobre cualquier materia. La pregunta es sencilla, ¿qué hubiera pasado si Puigdemont, siendo president de la Generalitat, hubiera impuesto la medalla del mérito internacional a Vladimir Putin en contra del criterio del Gobierno de Mariano Rajoy? Ya se lo digo yo. Este acto de política internacional contrario a la política del Gobierno hubiera sido suficiente para que desde algunas tribunas hubieran pedido la aplicación inmediata del 155. Sin embargo, si lo hace Isabel Díaz Ayuso es justificable porque a los "nuestros" se les permite todo y más si es contra los "otros".

La presidenta Ayuso es todo un símbolo de la resistencia contra el Gobierno de Pedro Sánchez, ella se presenta a sí misma como una especie de princesa Leia que utiliza la Comunidad de Madrid y sus instituciones para pelear contra el "imperio". Bajo esa narrativa de todo vale contra el mal, está poniendo en marcha un procés madrileño que tiene que ver con lo identitario, con lo político y con lo institucional. Estos tres vértices forman parte de una estrategia que se justifica, alienta y promueve como punta de lanza del antisanchismo. Sin embargo, lejos de dañar al Gobierno de coalición, quien se ve reforzado en la cohesión de la antítesis, a quien perjudica, es a un Alberto Núñez Feijóo, absolutamente maniatado y preso de una estrategia que lo desdibuja.

La construcción identitaria madrileña es un hecho. Si hace una década, Madrid era la suma de todos, un eslogan que venía a decir, que esta comunidad estaba hecha de todos los que veníamos de fuera; es más, lo raro era decir que eras "gato" que quiere decir que has nacido en Madrid. Ahora, el relato imperante es "vivir a la madrileña" que básicamente quiere decir "el vivo al pollo y el muerto al hoyo". A la madrileña es un after work en terracita, listas de espera si no puedes pagarte un seguro privado, llamar a un restaurante para reservar y que se rían porque hace 10 días que está a tope, la alegría de tener pasta o de querer tenerla, el individualismo hecho filosofía política: el que quiere trabaja y el que no es un vago. Ayuso ha dividido a la sociedad madrileña en dos: los ganadores o los perdedores. Los primeros no se quejan, los segundos sí. Y tú, ¿en cuál estás? Ya lo decía su eslogan, eres de los que "ganas".

La construcción política que se deriva de la narrativa identitaria es coherente: los ganadores no piden nada a las instituciones, bueno sí, que sigan bajando los impuestos. Los perdedores, los vagos, los maleantes quieren que el estado les solucione sus problemas, les dé una paguita para seguir siendo perdedores y les dé una red social para seguir haciendo el parásito. Como no le va a dar un reconocimiento a Milei, que es el ideólogo de la frase "la justicia social es aberrante". Son la voz de los ricos, de los ganadores, de aquellos que han confiado en la meritocracia de heredar para seguir acumulando riqueza. Por lo tanto, para ellos, los impuestos son una especie de robo para unos servicios públicos que son innecesarios porque deberían ser solo para aquellos que pueden pagárselos. Y la política resultante es el dumping fiscal madrileño, que supone una competencia desleal con el resto de autonomías.

Hoy nadie está pidiendo aplicar el 155 en la Comunidad de Madrid, pero el nacionalismo catalán empezó así: viviendo a la catalana

Las instituciones de la Comunidad de Madrid están al servicio de la presidenta y de su estrategia política. Los fastos del 2 de mayo anuales son cada vez más presidencialistas, como si ella reencarnara a Manuela Malasaña contra los franceses (socialistas). La asamblea de la Comunidad de Madrid y su presidencia cercena la libertad de expresión de la oposición cuando es necesario y se pone al servicio de la única que manda. La medalla a Milei, la presidencia del Tribunal de Cuentas para Leguina, la oficina del español para Cantó, los informativos de TeleMadrid, son solo algunos ejemplos de dedazos convenientes para la de Chamberí.

Ayuso está al frente de una estrategia orientada a hacer de la Comunidad de Madrid una isla de poder que finalmente pedirá su independencia para desconectarse del resto de esa España plural, con nacionalidades diversas, plurilingüe, que tanto molestan a quienes consideran que un pinganillo rompe la unidad de España. Ha empezado por hacer valer su autonomía e ir desafiando, poco a poco, al Estado, hasta que transcienda los límites de la legalidad, como en el caso de la medalla a Milei. Hoy nadie pide un 155 para Ayuso, pero al tiempo, el nacionalismo catalán empezó así: viviendo a la catalana.

Estamos en los tiempos de "dime quién lo hace" y te diré si me parece bien. A partir de ahí, la regla del espejo es el mejor indicador para tener un criterio uniforme sobre cualquier materia. La pregunta es sencilla, ¿qué hubiera pasado si Puigdemont, siendo president de la Generalitat, hubiera impuesto la medalla del mérito internacional a Vladimir Putin en contra del criterio del Gobierno de Mariano Rajoy? Ya se lo digo yo. Este acto de política internacional contrario a la política del Gobierno hubiera sido suficiente para que desde algunas tribunas hubieran pedido la aplicación inmediata del 155. Sin embargo, si lo hace Isabel Díaz Ayuso es justificable porque a los "nuestros" se les permite todo y más si es contra los "otros".

Javier Milei Isabel Díaz Ayuso
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