Es noticia
Mariscones, reír por no llorar
  1. España
  2. Sin permiso
Verónica Fumanal

Sin permiso

Por

Mariscones, reír por no llorar

Los gobiernos conservadores y ultras quieren esconder la realidad LGTBIQ+ bajo un manto de frivolidad que reduce la conmemoración del orgullo a una fiesta de 'Mariscones'

Foto: Banderas del colectivo LGTBI. (Europa Press/Jesús Hellín)
Banderas del colectivo LGTBI. (Europa Press/Jesús Hellín)
EC EXCLUSIVO Artículo solo para suscriptores

Tras un año de gobiernos municipales conservadores, las libertades de algunos colectivos se resienten con fuerza, en particular la del colectivo LGTBIQ, que han tenido que ver cómo los ayuntamientos gobernados por PP y Vox mancillan la semana grande del orgullo con campañas institucionales basadas en estereotipos rancios o directamente, intentando devolver la simbología arcoíris donde nunca debió estar: en los armarios. Aquellos que se erigen en representantes de la libertad son los primeros en censurar las libertades que tanto costaron conseguir: las que tienen que ver con ser la persona que eres, con amar a quien quieras amar y la de luchar contra las desigualdades que emanan, precisamente, de los clichés que ahora perpetúan en campañas publicitarias vacías de reivindicaciones y llenas de estereotipos.

El ayuntamiento de Madrid, gobernado por mayoría absoluta por José Luis Martínez Almeida, ha lanzado una campaña institucional vergonzosa que resume el orgullo en tres elementos: condones, tacones y copas. Este concepto reduce el orgullo a una mera bacanal, una fiesta donde se bebe y se tiene sexo. Es precisamente esta narrativa frívola y conservadora la que encasilla a todos los colectivos y los identifica únicamente con la narrativa que defendía Vox para enviar el orgullo a la Casa de Campo, aludiendo que las familias de orden no podían ver la depravación. Lo peor de todo es que esa campaña no es un error típico de una institución que no quiere saber, sino una vocación de que los colectivos LGTBIQ+ sean percibidos desde una visión conservadora que continúa perpetuando los estereotipos que los condenan a la desigualdad y a ser carne de homófobos, tránsfobos y conservadores radicales de todo pelaje.

El ayuntamiento de Sevilla ha pasado de ser gobernado por Antonio Muñoz, un icono político del colectivo, a un alcalde del PP que, en sintonía con la capital española, ha hecho una campaña institucional que reivindica los armarios. Las cuñas de radio que supuestamente hablan del orgullo del colectivo LGTBIQ+ dicen así: "Orgullo por tus calles, por tu río y por tus plazas, orgullo por tus tradiciones, por tus bares, por tu ciudad. No hay nada más sevillano que sacar tu orgullo por Sevilla. Sevilla, tu ciudad, tu orgullo". Nadie, absolutamente nadie, puede decir que esta campaña es para visibilizar todas las conquistas y retos que quedan por alcanzar para la igualdad efectiva y libre de prejuicios de los colectivos. Es más, yo diría que es una campaña para promocionar la ciudad y para esconder la reivindicación de la diversidad de las identidades de género, orientaciones sexuales y de las expresiones de género.

El Ayuntamiento de Huelva ha lanzado un cartel para el orgullo realizado con IA, algo que está soliviantando al sector del diseño gráfico por motivos obvios. Pero ahí no acaba la polémica. El cartel en sí es un corazón formado por dos langostinos/gambas con una bandera arcoíris de fondo. El cabreo del movimiento ha pasado al humor y se lo han tomado a coña diciendo que el cartel representa a los "Mariscones". Esta campaña, de igual manera, que las anteriores, demuestra que para la derecha el orgullo no representa más que una especie de fiesta popular sin más trasfondo.

Foto: Carteles del Orgullo 2024 del Ayuntamiento de Madrid, en la calle Gran Vía. (EFE/Chema Moya)

En la ciudad de Valencia, la bandera del orgullo no ondea desde hace un año, desde que Compromís y PSPV perdieran la mayoría. Pero este año, han ido un paso más allá. Maria José Catalá, alcaldesa de la ciudad, explicó por qué se negaba a colgar la bandera, aludiendo que tampoco se ponían los símbolos relacionados con la lucha contra enfermedades como el ELA.

La comparación envía uno de los mensajes más nocivos y ultras contra los colectivos, aquel que los patologiza, el que transmite que gays, lesbianas, transexuales, bisexuales… son enfermos y, por lo tanto, deben curarse porque no son socialmente deseables. La señora Catalá debería dimitir tras semejante aberración; y, sin embargo, ahí está, con el apoyo explícito del señor Mazón con el que tienen muchas discrepancias, pero en esto van de la mano.

Foto: La alcaldesa de Valencia, María José Catalá. (EFE/Ana Escobar)

En Toledo, el alcalde del PP apoyado por Vox, esta semana pasada, retrasó el pleno hasta que la policía retiró la bandera arcoíris de los escaños del PSOE. El alcalde ya no tiene suficiente con que la bandera no ondee en la fachada del ayuntamiento, en no ayudar a que los colectivos se sientan protegidos en su ciudad porque sus instituciones luchan por sus derechos. Este señor quiere esconder los símbolos y esconder a los colectivos para que Toledo no sea conocido por el Alcázar, sino por sus armarios.

Según los datos del Ministerio del Interior, los delitos de odio por discriminación por razón de sexo y género son los que experimentaron un mayor incremento en el 2022, un 76,6 por ciento más que en 2021. Según un estudio de 40dB para la Federación Estatal de Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales (FELGTBI) del 2023, un 29% de personas del colectivo han sufrido durante el último lustro algún tipo de discriminación por lgtbifobia y un 8,7% sufrieron violencias físicas o sexuales, además, un 33% consideran que los discursos del odio han ido en aumento.

Foto: Primera manifestación del Orgullo Gay en Madrid. (Biblioteca Pública de Nueva York/Efe)

Sin embargo, los gobiernos conservadores y ultras quieren esconder estas realidades bajo un manto de frivolidad que reduce la conmemoración del orgullo a una fiesta de Mariscones, cuando lo que conmemora es una revuelta social por una redada policial que se hizo en Stonewall en 1969.

Han pasado 55 años, se ha avanzado mucho en España, pero lamentablemente, todavía hay partidos políticos anclados en una visión heteropatriarcal en la que nos quieren anclar a todos.

Tras un año de gobiernos municipales conservadores, las libertades de algunos colectivos se resienten con fuerza, en particular la del colectivo LGTBIQ, que han tenido que ver cómo los ayuntamientos gobernados por PP y Vox mancillan la semana grande del orgullo con campañas institucionales basadas en estereotipos rancios o directamente, intentando devolver la simbología arcoíris donde nunca debió estar: en los armarios. Aquellos que se erigen en representantes de la libertad son los primeros en censurar las libertades que tanto costaron conseguir: las que tienen que ver con ser la persona que eres, con amar a quien quieras amar y la de luchar contra las desigualdades que emanan, precisamente, de los clichés que ahora perpetúan en campañas publicitarias vacías de reivindicaciones y llenas de estereotipos.

LGTBI
El redactor recomienda