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Las aristas del Caso Errejón
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Verónica Fumanal

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Las aristas del Caso Errejón

¿Qué se sabía exactamente?, porque no es igual que un hombre le vaya echando la caña o metiendo fichas a todo lo que se mueve, que sea un acosador sexual o un violador

Foto: íñigo Errejón. (EFE)
íñigo Errejón. (EFE)
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Íñigo Errejón dejó un último mensaje escrito en el canal interno de su partido de Telegram: "Siento el perjuicio". Tres palabras que dicen más que toda la retahíla de eufemismos de su comunicado en los que se victimizaba y asumía los hechos de forma simultánea. Tres palabras que no llegan a abarcar todo el daño personal y sexual a las víctimas; y ético, político y narrativo al feminismo tras conocer que, a lo largo de varios años, pudo abusar de mujeres mientras estaba en el poder.

El mundo de la política es el mundo del poder, seguramente, uno de los espacios con más probabilidad de que el machismo, en sus diferentes variantes, se multiplique exponencialmente. Como dice Mary Beard en su manifiesto, las estructuras de poder están hechas por ellos y para ellos, por eso, las mujeres somos percibidas como elementos ajenos al poder. Así que la discriminación en el acceso al poder es la primera regla impuesta por el patriarcado, y de ahí radican las posiciones subalternas que sitúan a las mujeres como elementos de dominación en todas sus circunstancias, también en las prácticas sexuales. Por lo tanto, no vaya ningún partido político a meter la mano en el fuego, porque, lamentablemente, se quema.

Pero la gravedad de este caso tiene tantas aristas con las que cortarse que merece la pena analizar algunas de las más importantes. La primera es que Errejón mantenía un discurso feminista, lo que se le llama un "aliado" El ya exdiputado lo llamó la "contradicción entre el personaje y la persona" justamente en un sentido contrario del que se suele aludir. Habitualmente, la persona, lo humano, sería lo deseable, mientras que el personaje es un constructo sin sentimientos elaborado para sobrevivir en la era de la comunicación y la polarización. En este caso, era todo lo contrario: la persona, según relatan sus víctimas, era un depredador sexual que cosificaba y sometía a las mujeres y que se servía de ellas para obtener únicamente sus deseos, como si ellas no los tuvieran o no le importara. Estos hechos que contradicen su discurso ponen en tela de juicio los deseados espacios de seguridad para las mujeres y están siendo utilizados por el patriarcado para cargar contra el feminismo y sus propósitos.

El segundo hecho que me parece reseñable es la conducta gregaria de sus entornos más próximos. Me refiero a las organizaciones que lideró, a su familia y amigos, al ecosistema periodístico que ahora clama que esto ya se sabía. ¿Qué se sabía exactamente?, porque no es igual que un hombre le vaya echando la caña o metiendo fichas a todo lo que se mueve, que sea un acosador sexual o un violador. Y perdonen, pero debemos seguir respetando determinados límites, porque si todo es acoso, nada lo es, pero si nada es acoso, nada lo es. Siguiendo con los entornos, Más Madrid, que pretende despachar el asunto con la dimisión de Loreto Arenillas, como si ella fuera la única que conocía los hechos, cuando parece evidente que hubo un espacio de seguridad, sí, pero para Errejón, por lo que fuera ¿por qué fue? Haría bien la formación en tomarse muy en serio esto, porque señalar un cabeza de turco y perimetrar la crisis en una persona, en esta ocasión, no funciona, porque no es creíble.

El 'Caso Errejón' ya forma parte de la historia de la infamia de la política española, por su gravedad, pero también por su gestión

Las tribunas patrias más machirulas nos han hecho el favor, en esta ocasión, de creer a la víctima por que el fin político era mayor. Ojalá les sirva para obligar a que un condenado por violencia machista, como Carlos Flores de Vox deje por fin la política o para criticar a hombres que abandonaron sus cargos como Errejón por casos de violencias machistas; Juan Carlos Fernández del PP de Ourense, Miguel Ángel Bustamante de IU, Javier Liso de Vox o Ángel Hernández del PSOE de Castilla y León. Sin embargo, el feminismo de estos mismos duró poco en cuanto salió la primera denuncia de la actriz y presentadora Elisa Mouliáa, una mujer que no tenía por qué hacerlo, pero que quiso hacerlo, como un día lo hizo Nevenka o Giselle (la víctima de Pelicot), para que otras tuvieran algo más de camino andado. Pero, como no, de nuevo, la presión sobre la víctima, sobre si debería haber hecho o no. ¿Pero qué gana Mouliaá con eso? No ven que el machismo la va a machacar. Desde aquí, te doy las gracias por dar el paso.

El 'Caso Errejón' ya forma parte de la historia de la infamia de la política española, por su gravedad y por su gestión. Él tuvo la oportunidad, ya que estaba en tratamiento y, por lo tanto, era consciente de su comportamiento intolerable y quién sabe, si ilegal, de ser el primer hombre que asume en primera persona esas conductas y explica por qué las seguía reproduciendo al mismo tiempo que clamaba por la igualdad. Asumir los errores, marcharse pidiendo disculpas a las víctimas y luego, si corresponde, pagar judicialmente por ello, hubiera demostrado al patriarcado que del machismo se sale, pero no con palabras, sino con hechos. No tengo claro que Sumar o Más Madrid puedan zafarse de este episodio porque las dudas son enormes, al menos, de sus entornos más próximos. También deberían gestionarlo con la seriedad de quien asume errores y omisiones.

Por último, debemos entonar un gran mea culpa social para disculparnos antes las víctimas, que de nuevo, dudan si denunciar, temen el escarnio social, piensan que ellas tuvieron la culpa. La sociedad no puede seguir fallándoles, la justicia y la democracia son incompatibles con el machismo. Señores y señoras políticas pónganse las pilas para que denunciar no salga tan caro, para que abusar no valga la pena.

Íñigo Errejón dejó un último mensaje escrito en el canal interno de su partido de Telegram: "Siento el perjuicio". Tres palabras que dicen más que toda la retahíla de eufemismos de su comunicado en los que se victimizaba y asumía los hechos de forma simultánea. Tres palabras que no llegan a abarcar todo el daño personal y sexual a las víctimas; y ético, político y narrativo al feminismo tras conocer que, a lo largo de varios años, pudo abusar de mujeres mientras estaba en el poder.

Íñigo Errejón Sumar Más Madrid
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