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"Putin, no vas a ganar" (Sánchez 'dixit') y otras fanfarronadas en la nueva España 'otanista'
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Ángel Villarino

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"Putin, no vas a ganar" (Sánchez 'dixit') y otras fanfarronadas en la nueva España 'otanista'

La OTAN ha escenificado su solidez, pero detrás del cartón de la cumbre afloran tensiones que irán creciendo a medida que se intensifique la crisis económica y se suavice el ardor guerrero europeo

Foto: Cena en el Museo del Prado de los jefes de Estado y jefes de Gobierno que participan en la cumbre de la OTAN. (EFE/Chema Moya)
Cena en el Museo del Prado de los jefes de Estado y jefes de Gobierno que participan en la cumbre de la OTAN. (EFE/Chema Moya)
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Putin, no vas a ganar”. Lo dijo ayer Pedro Sánchez y el augurio debería preocupar más a Volodímir Zelenski que a Putin. El ministro de Exteriores, José Manuel Albares, también ha optado por la solemnidad, engolándose progresivamente en las entrevistas hasta llegar a declarar que la cumbre de la OTAN es un acto tan histórico “como la caída del Muro de Berlín”.

No hacía falta caer en exageraciones, porque es cierto que las cosas no han salido mal. El turco Erdoğan levantó su veto a Suecia y Finlandia a cambio de algunas concesiones, el frente atlántico ha dado una imagen de fortaleza por primera vez en mucho tiempo gracias a que ha vuelto a tener un enemigo común, el viejo enemigo común. Y también se ha encuadrado al elefante en la habitación (China) con más claridad de lo que se había hecho nunca, y se han sumado alianzas en el Pacífico con Japón, Corea del Sur, Australia y Nueva Zelanda.

Foto: El presidente turco (c), la primera ministra sueca, Magdalena Andersson (d), el secretario general de la OTAN (2i), el presidente de Finlandia (2d) y el ministro de Asuntos Exteriores turco. (Reuters/Violeta Santos Moura) Opinión

Incluso ha habido espacio para tímidas referencias al flanco sur en el documento estratégico y a “amenazas híbridas” (aunque no descritas literalmente) como son el chantaje migratorio y la presión energética. Pensadas para Rusia (y Bielorrusia en el tema migratorio), está claro, pero que abren camino para futuras reivindicaciones, por mucho que Marruecos se haya convertido en un socio algo más estratégico para EEUU desde el Acuerdo de Abraham, impulsado por Israel. Repasando los textos de anteriores cumbres, se entiende que no hay giros copernicanos al respecto, pero existen otros indicios para llegar a concluir que la amenaza del Sahel empieza a cobrar la relevancia que merece. Por ejemplo, la presencia de la OTAN en Mauritania.

En definitiva, la Alianza Atlántica aparece sólida y Europa insiste en que ha abierto los ojos y está decidida a contribuir a la defensa de Occidente haciendo grandes esfuerzos económicos. Las voces más críticas advierten de que detrás del cartón piedra afloran tensiones que irán creciendo a medida que se intensifique la crisis económica y se suavice el ardor guerrero. El primer riesgo es que se agriete el frente europeo entre quienes quieren llevar la confrontación hasta donde haga falta (con Reino Unido, los bálticos y Polonia a la cabeza) y quienes estarían más cómodos optando por una salida negociada con Putin que nos ahorre un invierno de recortes (encabezados por Francia, Alemania e Italia).

Foto: El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, y el presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez. (EFE/Ballesteros)

El segundo riesgo es Estados Unidos, corazón, motor y tractor de todo el engranaje. Es el país que durante décadas ha dado estabilidad al proyecto y su determinación podría acabar dependiendo ahora de quién sea el siguiente en sentarse en la Casa Blanca. Esta semana es una buena semana para reflexionar sobre lo que podría pasar si Donald Trump o sus seguidores vuelven a hacerse con el poder. El testimonio de su exasesora Cassidy Hutchinson sobre lo ocurrido durante la insurrección del Capitolio el pasado 6 de enero de 2021 ofrece una imagen escalofriante al respecto. “Hay otra manera de verlo”, matiza una fuente diplomática, “porque esto hace más evidente que nunca que tenemos que crear nuestra propia defensa y no confiar en que Washington va a estar ahí siempre”.

Sobre cómo han salido parados los intereses de España, hay más dudas y depende mucho del cristal con que se mire. Somos más 'otanistas' que nunca, eso por descontado. Y lo somos en consonancia con lo que dicen las encuestas de opinión: según un estudio de Metroscopia, el 70% de los españoles ve la organización con buenos ojos, el 79% cree que España debería implicarse más para reducir el peso de EEUU y el 73% está a favor de un ejército europeo. El apoyo es casi transversal de izquierda a derecha y resulta mayoritario también entre los votantes de Unidas Podemos.

Somos más 'otanistas' que nunca, eso por descontado. Y lo somos en consonancia con lo que dicen las encuestas de opinión

El envío de dos nuevos destructores a la base de Rota rompe con la inercia acelerada hace dos años tras la retirada de los marines de Morón para llevárselos a Italia. Se traslada como un logro, aunque dentro del cuerpo diplomático hay quien lo ve como una concesión, advirtiendo de los riesgos de convertir la costa gaditana en un objetivo militar de primer orden justo ahora, con Putin amenazando con utilizar armas nucleares. Es cierto que otros gobiernos, propios y ajenos, se han mostrado reacios en el pasado a estas aventuras. Un ex alto cargo de Defensa lo ve de otra manera. “A la Armada le viene fenomenal por muchos motivos. Permite hacer maniobras, procedimientos…. Militarmente, esto está muy bien, coloca frente a las costas africanas una potencia que podría haberse ido a otro sitio, y no incrementa demasiado el riesgo. Entre tener dos o tener seis destructores, no hay tanta diferencia en ese sentido”.

Dicho lo anterior, hay que reconocer que lo que más está interesando de la cumbre son los 'memes' de Sánchez y Ursula von der Leyen, seguidos de cerca por los menús en las cenas de gala. Las “aceitunas esféricas”, los “kikos con guacamole” y el “airbag de picaña” del Palacio Real. O la “ensaladilla Kiev” del chef José Andrés en el recibimiento de ministros de Exteriores. Así son estas cosas.

Putin, no vas a ganar”. Lo dijo ayer Pedro Sánchez y el augurio debería preocupar más a Volodímir Zelenski que a Putin. El ministro de Exteriores, José Manuel Albares, también ha optado por la solemnidad, engolándose progresivamente en las entrevistas hasta llegar a declarar que la cumbre de la OTAN es un acto tan histórico “como la caída del Muro de Berlín”.

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