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Por qué a Meloni la llaman ya 'Giorgia Draghi' y no duerme por las noches
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Ángel Villarino

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Por qué a Meloni la llaman ya 'Giorgia Draghi' y no duerme por las noches

Se ha convertido de la noche a la mañana en una máquina de declaraciones institucionales, desconcertando a sus seguidores más ultras. ¿Una máscara hasta que logre formar Gobierno?

Foto: Giorgia Meloni. (Reuters/Guglielmo Mangiapane)
Giorgia Meloni. (Reuters/Guglielmo Mangiapane)
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“La campaña electoral se hace en verso, pero después se gobierna en prosa”. La frase no está claro que sea de Hillary Clinton, pero ella la utilizó muchas veces como admonición. Lo hizo durante aquellas primarias en las que Barack Obama le arrebató de las manos la candidatura demócrata a la Casa Blanca. Y volvió a usarla en los meses previos a la victoria de Donald Trump.

El aforismo ha cobrado nuevamente forma estos días en Italia. Giorgia Meloni prepara ya los detalles del Gobierno que tendrá que llevar al despacho del presidente Sergio Matarella y se esfuerza en proyectar una imagen de aburrida normalidad institucional. Tanto, que ha empezado a molestar a sus propios seguidores. Las mismas cuentas que impulsaron su candidatura en redes sociales son las que la han bautizado ahora como ‘Giorgia Draghi’.

Foto: Giorgia Meloni. (Reuters/Ciro de Luca)

Recordemos que, en su cabeza, Draghi personifica la perversa tecnocracia, sobre cuya crítica construyó su relato político Fratelli d’Italia. En las semanas previas al voto, cuando las encuestas empezaban a materializar la victoria de Meloni, el voltaje de los ataques ya descendió vertiginosamente. La candidata empezó a alternar sus promesas de ruptura habituales con guiños a Bruselas y a los mercados, subrayando que no cruzaría ninguna línea roja. A cambio, el ‘establishment’ transalpino le abrió discretamente el paso, acomodándose bajo el peso de las encuestas. “No nos pondremos delante”.

Había expectación por saber cómo se comportarían ella y su guardia pretoriana una vez contados los votos. Hasta la fecha, todo ha ido ocurriendo según lo previsto. En su primer discurso, esa misma noche, Meloni habló de “gobernar para todos los italianos”. El resto de sus manifestaciones públicas se resume en un tuit de Marco Bresoli, corresponsal de 'La Stampa' en Bruselas. "Todavía no ha jurado el cargo y ya habla como Dombrovskis", en referencia al vicepresidente de la UE.

La presidenta de Fratelli d’Italia ha respaldado públicamente las decisiones de Ursula von der Leyen, ha agitado la bandera ucraniana con más entusiasmo que muchos de sus rivales políticos, ha abierto la puerta a meter ministros 'técnicos' en su gabinete y ha entrado en una llamativa fase de acaramelamiento con Mario Draghi, hasta el punto de salir a matizar una enmienda a la utilización de los fondos europeos con las siguientes palabras: “No me parece que haya ningún choque [con Draghi] al respecto”.

En su entorno se da por hecho que mantendrá esta actitud al menos hasta que forme Gobierno. A la hora de las cábalas ministeriales, sus socios de Forza Italia y la Liga están convencidos de que ocuparán poltronas privilegiadas para dar estabilidad al experimento, manteniendo la vieja táctica democristiana de los tiempos de Giulio Andreotti.

Meloni no para de insistir en la carga inmensa que supone llevar a las espaldas el peso de un país en un momento tan delicado como este (“No duermo por las noches”) y las palabras 'seriedad' y 'estabilidad' no se le caen de la boca. “No es que me haya vuelto ‘draghiana’, simplemente somos dos personas serias que se comportan seriamente”.

Entre sus seguidores más radicalizados hay desconcierto y empieza a asomar el desencanto, una ola que ella trata de surfear con pequeñas concesiones retóricas (“tendremos un programa claro, con un mandato popular”), pero muy alejadas de la versión original. Antes o después tendrá que hacer alguna concesión a sus bases, probablemente en los capítulos menos arriesgados, por ejemplo en materia de inmigración, en materia de guerra cultural o con políticas de ayuda a las familias, siempre que no resulten demasiado onerosas.

Queda por ver cómo se comporta cuando llegue al Gobierno y tome realmente las riendas, pero va cobrando fuerza la teoría de que va a intentar asentarse en el poder por el camino contrario al que emprendieron otros partidos de la derecha autoritaria, y de que va a alejarse del ejemplo histriónico de Trump o Bolsonaro. No conviene olvidar que Meloni lleva medrando desde que cumplió la mayoría de edad en el universo transformista de la política profesional italiana. Esa es su escuela y ella se ha comportado siempre como una alumna aventajada.

“La campaña electoral se hace en verso, pero después se gobierna en prosa”. La frase no está claro que sea de Hillary Clinton, pero ella la utilizó muchas veces como admonición. Lo hizo durante aquellas primarias en las que Barack Obama le arrebató de las manos la candidatura demócrata a la Casa Blanca. Y volvió a usarla en los meses previos a la victoria de Donald Trump.

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