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El teorema del calcetín parlante o cómo hacer el populismo sin el pueblo
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Ángel Villarino

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El teorema del calcetín parlante o cómo hacer el populismo sin el pueblo

Por definición, los líderes populistas son capaces de electrificar al pueblo para saltar las barreras institucionales. Sánchez no ha logrado convocar a mucha gente, pero tiene un calcetín en su mano izquierda

Foto: Una persona camina junto a unas televisiones que emiten la declaración del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. (Reuters/Albert Gea)
Una persona camina junto a unas televisiones que emiten la declaración del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. (Reuters/Albert Gea)
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El acto fundacional del peronismo se conoce como el 'Día de la Lealtad'. Acorralado por fuerzas reaccionarias que exigían su dimisión como Secretario de Trabajo, el entonces coronel Juan Domingo Perón electrificó el país en una retransmisión radiofónica que había sido organizada para lo contrario, para comunicar su renuncia. Justo antes de ser detenido, Perón hizo un llamamiento al pueblo para que saliese a “defender las conquistas sociales otorgadas” y la muchedumbre acudió al rescate exigiendo su liberación. Esa misma noche se dirigió al pueblo, exultante, desde uno de los balcones de la Casa Rosada. Corría el año 1945.

La historia se repite necesariamente como farsa porque Sánchez ha logrado recrear ficticiamente el clima emotivo de las grandes gestas peronistas, pero le falla lo más básico. Para hacer bien el populismo lo único indispensable, al menos hasta la fecha, era mostrar el respaldo del pueblo. Las masas tenían que responder de manera abrumadora, lo suficiente para desbordar al adversario. Era preceptivo también arrasar en los sondeos y caminar entre vítores al pisar los barrios. En cada nuevo envite, el líder populista tradicional instrumentalizaba a sus millones de incondicionales para justificar los riesgos que estaba a punto de asumir, para doblegar enemigos o barrer obstáculos institucionales. El asunto ha funcionado siempre así hasta ahora, pero nunca al revés.

Sánchez, que ni siquiera encabeza la lista más votada, no parece tener detrás a esa “mayoría social” que invoca. Y no solo porque su gobierno es una construcción muy frágil, apuntalada por partidos cuyo principal objetivo es abandonar el proyecto colectivo. Es que además a su “Día de la Lealtad” no fue mucha gente. Las escenas de la Ejecutiva Federal retransmitida en directo el sábado recordaban más a las de los "voluntarios obligatorios" del funeral de Kim Jong Il que a los baños de masas del peronismo. Las loas exageradas de los delegados, expresándose por turnos; los golpes en el pecho; los autobuses de militantes disciplinados… son escenas que resulta complicado hacer pasar por el rapto heroico de un pueblo entregado a su líder. Lo del domingo fue todavía peor. Había menos gente frente al Congreso que algunos torneos deportivos infantiles que se celebraban a la misma hora en otros puntos de la ciudad.

Foto: EC Diseño.

Hay quien no le ve ningún problema a todo esto. Lo importante en tiempos líquidos, dicen, es mantener la posesión de la atención, aunque sea montando un simulacro de incendio para 48 millones de personas. Este hilo baloncestístico de María Álvarez lo argumenta de manera brillante. La política moderna, explica, se parece más al baloncesto que al ajedrez y lo relevante es hacerse con la pelota. "La semana pasada, cuando vio que el adversario le quitaba la posesión y la llevaba a su campo, pegó otro manotazo y se la volvió a quitar. Pero eso no quiere decir que sepa qué va a hacer dentro de un año. Lo que sabe es que si sigue controlando el balón, ganará el partido".

Sánchez cuenta, además, con un médium que interpreta lo que realmente quiere el pueblo español: el calcetín de su mano izquierda, como suele definir estas situaciones Carlos Prieto. A falta de una muchedumbre entregada, aparece el CIS al rescate, creando una realidad paralela (¿un bulo?) en la que el sanchismo se pregunta a sí mismo y se responde exactamente lo que quiere escuchar. Superando cualquier precedente, esta vez las preguntas son incluso más increíbles que las respuestas. Según esos cálculos, el PSOE está en disposición de ganar las elecciones a costa de un inexplicable desplome del PP y de una caída de sus propios socios de gobierno. José Félix Tezanos, por cierto, mandó a sus encuestadores a interrogar al calcetín el viernes, en plena reflexión matrimonial. Les hizo preguntar cosas como las que siguen:

- En general, por lo que Ud. conoce, ¿apoya Ud. o no apoya el gesto y la actitud del presidente Pedro Sánchez al hacer pública dicha carta?

- ¿Cree Ud. que la apertura de una causa judicial por una denuncia particular contra la mujer de Pedro Sánchez, Begoña Gómez, está justificada, o cree que solo es una manera de meterse con Pedro Sánchez e intentar hacerle daño?

De manera que lo que no se legitima en las calles, se legitima a través de la demoscopia creativa. El populismo de laboratorio es infinitamente más higiénico que el de toda la vida. Para qué meterse en el engorro de la Plaza de Mayo, con toda esa gente gritando, cuando se dispone de un calcetín parlante.

El acto fundacional del peronismo se conoce como el 'Día de la Lealtad'. Acorralado por fuerzas reaccionarias que exigían su dimisión como Secretario de Trabajo, el entonces coronel Juan Domingo Perón electrificó el país en una retransmisión radiofónica que había sido organizada para lo contrario, para comunicar su renuncia. Justo antes de ser detenido, Perón hizo un llamamiento al pueblo para que saliese a “defender las conquistas sociales otorgadas” y la muchedumbre acudió al rescate exigiendo su liberación. Esa misma noche se dirigió al pueblo, exultante, desde uno de los balcones de la Casa Rosada. Corría el año 1945.

Pedro Sánchez Historia de España
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