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El extraño caso de la extrema derecha que deja de serlo cuando gana las elecciones
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Ángel Villarino

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El extraño caso de la extrema derecha que deja de serlo cuando gana las elecciones

Donde ya no queda otra derecha con la que compararse, la ultraderecha es simplemente la nueva manera de hacer política desde ese lado del espectro político. E Italia sigue siendo el laboratorio

Foto: Giorgia Meloni. (Reuters/Yara Nardi)
Giorgia Meloni. (Reuters/Yara Nardi)
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"La ultraderecha crece en Francia, Alemania y Austria". La frase encabezaba la noche del domingo la edición digital de Il Corriere della Sera. A esas horas, había otros muchos titulares parecidos en la prensa italiana. Piezas sobre la extrema derecha húngara, sobre la extrema derecha polaca y sobre la eslovaca. Lo que apenas había era piezas sobre la extrema derecha italiana, que por lo visto ya no existe. Desapareció cuando los sondeos empezaron a dejar claro que iba a ganar las elecciones, allá por el verano de 2022.

Aunque las contradicciones siempre son más aparatosas en Italia, no debería extrañarnos que este misterioso desvanecimiento se convierta en norma. Una vez que estos nuevos partidos desplazan a las derechas tradicionales, una vez que se convierten en hegemónicos, dejan de ser representados como una excepción alarmante. Donde no hay otra derecha con la que compararse, la ultraderecha es simplemente la nueva manera de hacer política desde ese lado del espectro político.

Foto: Marine Le Pen valora los resultados de las europeas. (EFE/Andre Pain) Opinión
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No estamos diciendo que sean iguales, ni siquiera homologables. El Partido Republicano actual y el de John McCain no tienen absolutamente nada que ver. Pero la mayor diferencia entre ambos, más aún que la ideológica, es que el segundo ha dejado de existir y nadie espera resucitarlo. Las nuevas derechas se comportan de acuerdo a las reglas descritas por Darwin y Wallace: si las mutaciones que presentan se adaptan mejor al entorno, y se muestran más competitivas, acaban siendo dominantes y convirtiendo lo que había antes en una rareza en proceso de extinción. Forza Italia ha recurrido al cadáver de Berlusconi y ha logrado un resultado más que digno: un diez por ciento de los votos, el mejor porcentaje en mucho tiempo. La Lega, a su vez, se ha desplomado.

Esto, por lógico que parezca, no siempre resulta evidente. En algunos partidos conservadores europeos todavía hay quien piensa que estas formaciones pueden ser útiles para ampliar el espectro, arañar votos desmovilizados, o incluso para robárselos a la izquierda, al conectar con grupos sociales que han perdido la esperanza en la política y que buscan unas siglas que defiendan sus intereses. A su vez, desde la izquierda se les ayuda a crecer, buscando constantemente el choque, pensando que contribuyen a movilizar al electorado propio y que dividen al ajeno. Y, en ambos lados del hemiciclo, aún hay quien sigue la "lógica Montanelli", en referencia la famosa frase del mítico periodista italiano, que llegó a decir que estaba deseando que Silvio Berlusconi ganase unas elecciones, porque así Italia se vacunaría para siempre.

Foto: Philippe Lambert, líder de Alianza Libre Europea. (Reuters/Piroschka van de Wouw)
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Nadie puede descartar que lo que hoy llamamos extrema derecha acabe convirtiéndose en la opción moderada dentro de unos años. Algo de esto le está sucediendo ya a la Agrupación Nacional de Marine Le Pen cuando se junta con sus socios internacionales, incluso en algunos duelos regionales. Tras crecer en las instituciones, desembarcar en las cámaras legislativas y tocar poder en diferentes regiones, ya es uno los miembros más presentables y maduros de la familia. Va camino de consolidarse como una pieza central del sistema europeo. Y lo que entra dentro de los márgenes, por definición, deja de considerarse extremo.

"La ultraderecha crece en Francia, Alemania y Austria". La frase encabezaba la noche del domingo la edición digital de Il Corriere della Sera. A esas horas, había otros muchos titulares parecidos en la prensa italiana. Piezas sobre la extrema derecha húngara, sobre la extrema derecha polaca y sobre la eslovaca. Lo que apenas había era piezas sobre la extrema derecha italiana, que por lo visto ya no existe. Desapareció cuando los sondeos empezaron a dejar claro que iba a ganar las elecciones, allá por el verano de 2022.

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