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Takoma
Por
Las cinco horas y media de Sánchez: el descontrol de la narrativa
Cuando se encienda la luz sobre las causas del apagón, podremos valorar lo que ha pasado en esta crisis. Pero hay algo que ya podemos decir: la gestión informativa nos ha dejado temblando
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Si algo se supone que sabía hacer bien el gobierno es controlar la narrativa. El gran apagón ha demostrado que tampoco eso es cierto. Cinco horas y media ha tardado el presidente en dirigirse a la ciudadanía, tres más que el primer ministro de Portugal.
Cuando por fin ha hablado, Sánchez ha logrado inquietar a quienes todavía no lo estaban. Ha dicho que "vendrán horas críticas", no ha descartado "ninguna hipótesis" y el único marco temporal que ha usado para situarnos es el más ambiguo de todos. “Pronto”, ha dicho. Tampoco resultaba tranquilizadora la idea de que parte del suministro eléctrico recuperado en el norte y el sur de España se deba a la solidaridad de los vecinos.
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Sánchez ha pedido también no caer en las garras de la desinformación, algo que llevaba horas sucediendo precisamente por la falta de información oficial sobre lo sucedido y sus posibles consecuencias. Todos hemos visto suficientes películas como para saber que la única conclusión posible tras escuchar ese mensaje es que el descontrol tenía que ser mayúsculo, que nadie a su alrededor tenía claro por qué había ocurrido, o cuánto podía alargarse. Y peor aún sería la hipótesis de que, sabiéndolo, no hayan querido decirlo.
Cuando acabe la crisis, porque acabará, pasaremos semanas analizando hasta el último detalle de lo sucedido. Y me temo que mucho relato y mucha narrativa va a necesitar Moncloa para justificar el que ya es el apagón más grave sufrido en décadas en un país europeo. La energía va regresando poco a poco a la red eléctrica de la geografía española. A ver qué nos encontramos cuando finalmente se encienda la luz en todos los lugares más oscuros.
Si algo se supone que sabía hacer bien el gobierno es controlar la narrativa. El gran apagón ha demostrado que tampoco eso es cierto. Cinco horas y media ha tardado el presidente en dirigirse a la ciudadanía, tres más que el primer ministro de Portugal.