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José Tomás 'regala' para su 34 cumpleaños una corrida cumbre en Málaga
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Agustín Rivera

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José Tomás 'regala' para su 34 cumpleaños una corrida cumbre en Málaga

“Al principio no se vislumbra el desenlace definitivo” (Heródoto)-          ¿Cuándo sale el Maestro?- pregunto.-          En un rato, a las seis y cuarto o seis y media-

Al principio no se vislumbra el desenlace definitivo” (Heródoto)

-          ¿Cuándo sale el Maestro?- pregunto.

-          En un rato, a las seis y cuarto o seis y media- responde un individuo con acento catalán.

A las dos de la tarde, tomando un aperitivo en la sede de Málaga TV, alguien avisa que José Tomás se aloja en el hotel Tryp Alameda, frente a los jardines de Picasso.

-          ¿Usted no es Salvador Boix, su representante?

Éste es uno de los tipos de confianza del mito que revienta las taquillas. El trasunto de Manolete cumple hoy 34 años en La Malagueta, una de sus plazas favoritas: ya estuvo aquí el Domingo de Resurrección. Es el único sitio de España donde esta temporada torea dos veces.

-          Llegamos al hotel por la mañana. Ahora está concentrado. Ya le están vistiendo- informa Boix.

El torero, ya leyenda, lleva puesto un traje azul oscuro oro bordado sobre un juego de rombos. Parece más diseñado para la saya de una Virgen andaluza. En la radio dicen que hay felicitar al sastre (supongo que no se llamará también José Tomás, el presunto regalador de trajes a Paco Camps). Le pregunto al representante, que ejerció el periodismo taurino en la revista 6 Toros 6 y en Radio Euskadi, cuál es su opinión de los libros tomasistas de Matías Antolín y Javier Villán. “No los he leído”, dice. ¿Quién se lo cree?

Llego a los alrededores de la plaza una hora antes de la fiesta. La publicidad estática junto la fachada del antiguo Hospital Noble parece invitar a la tragedia. “Bad Night. Esta noche te puede tocar a ti”. Las almohadillas cuestan cinco euros. “Cómprala, ¡ya verás lo incómodos que son los asientos!”, oigo a un joven. Un compañero me cuenta que Antonio Barrientos, ex alcalde socialista de Estepona, imputado en el caso Astapa y amigo de Tomás, se pasea por los alrededores del Paseo de Reding de la mano de su novia.

Clarines. En el tendido, en el que figura Igor Ivanov, ex ministro de Asuntos Exteriores ruso, y el secretario general de la Presidencia del Gobierno, Bernardino León, ondea una bandera del Atlético de Madrid, el equipo confesable del diestro. “No soy aficionado, pero no he visto un paseíllo menos respetuoso. Esto es una plaza de pueblo”, cuenta un amigo, no aficionado, en un SMS enviado al principio de la faena. La plaza estrenó hace algunos años la Primera División, pero a La Malagueta aterriza un paisanaje cada vez más dispar: la romería de los peregrinos tomasistas y los orgullosos que pagan por una entrada en la reventa 3.000 euros “y un plato de jamón”. También aquellos que no tienen idea de este arte ni del nombre del resto de los toreros.

José Tomás toma el capote justo a las 19.30 horas. 573 kilos para la lidia. Se exige silencio. Lance al lado de la Puerta Grande. Empieza con una verónica con las manos bajas. Pies juntos. El capote a ras de arena, casi subterráneo. Se levanta el público del Tendido 6. Recibe el estoque y se cubre la mano derecha para entrar a matar. Leve sonrisa. ¿Resultado? Una oreja.

La Malagueta le canta el cumpleaños feliz al mito, que de niño, lo rememora su padre, pegaba pases con las servilletas. El cuarto toro pesa 533 kilos y nació en febrero de 2005. Lidia en el centro del ruedo. El público saca los pañuelos y clásicos gritos de “¡Torero, torero!” Dos orejas. Puerta Grande. “Tiene carisma y se nota que es distinto a los demás”. Es otro SMS de mi amigo no aficionado.  

El último de la tarde también es para él. El  matador Luis Bolívar, herido en la pierna, está en el quirófano. Y el banderillero Gustavo García tiene una cornada en el escroto. Pasodoble Manolete. Tomás brinda la montera al público. El toro no es bueno. No sale por la Puerta Grande en respeto a Bolívar. Me cuentan hoy el diálogo de Valle Inclán con Juan Belmonte:

-          Ahora, Juan, ya sólo te queda morir en la plaza.

-          Se hará lo que se pueda, don Ramón, se hará lo que se pueda- contestó Belmonte.

Se resiste José Tomás, ahora en un toreo “más serio y majestuoso” (relata Manuel Alcántara vía telefónica). Esta tarde no hubo necesidad de sufrir un mal rato para ver torear al mito en vida.

Al principio no se vislumbra el desenlace definitivo” (Heródoto)