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El 'domingo asombroso' del Nikki Beach de Marbella
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Agustín Rivera

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El 'domingo asombroso' del Nikki Beach de Marbella

Un club de playa de prestigio. Un chiringuito de lujo. También un lugar donde la diversión, y a veces el desmadre, circula a discreción. Incluso un

Foto: El 'domingo asombroso' del Nikki Beach de Marbella
El 'domingo asombroso' del Nikki Beach de Marbella

Un club de playa de prestigio. Un chiringuito de lujo. También un lugar donde la diversión, y a veces el desmadre, circula a discreción. Incluso un sitio donde se casa gente (Ana Agag o el sobrino de Adolfo Suárez) que desfila en las negritas de las revistas del corazón. Y también un lugar donde la gente despilfarra petrodólares, rublos y euros porque le da la santa gana y porque “yo lo valgo”. Todo esto es el exclusivo Nikki Beach de Marbella, uno de los 17 que esta cadena tiene en el mundo, y por ahora el único de España. En 2011 abrirán el segundo en Ibiza (incluirá hotel).

En la salida de Elviria de la Nacional 340 enfilan el Lamborghini último modelo y algún Ferrari. El aparcamiento está lleno. Son las cinco de la tarde y hace una hora que ha empezado Amazing Sundays ('Los domingos asombrosos'). El Nikki Beach vive el último de sus grandes fines de semana a tope de público y plantilla (125 empleados). Hoy no parece que nadie de las 1.000 personas que disfrutan del lugar desembolse 50.000 euros en champán para invitar a sus amigos. El gasto medio diario es de 400 euros.

Ana Lucía Alonso, responsable de eventos, argentina, cinco años viviendo en Marbella y que desea trasladarse al Nikki Beach de Tailandia, no está contenta con el tratamiento callejero de algunos medios de comunicación. “Nos confundieron en un reportaje con un sitio donde había prostitutas y no niego que la gente esté muy contenta, alguna pareja se pueda ir la playa o, ya entrada la tarde, se emborrache, pero aquí vienen familias y hasta niños. Aquí el que viene se lo pasa bien”, explica Alonso.

El 70% lo tienen fichado como “buen cliente”. Los rusos y los árabes son los que más gastan. También hay un público local o afincado en la zona que sortea el control de seguridad y accede al recinto por la playa. Es el caso de Javier, 34 años, natural del País Vasco. “No he venido nunca y hoy lo he hecho para ver el espectáculo y las mujeres, ¡que son muy guapas”. 

Mario Zárate, el DJ, que luce una camiseta con la leyenda Do I look like a jukebox?, pincha desde la barra central, mientras italianas y hasta húngaras, como Sedra, o como Anastasia, alemana de Francfort, reservan un domingo de sus vacaciones en la Costa del Sol para tomar mojitos, bailar el último éxito discotequero y no perderse el atardecer Mediterráneo desde la terraza de este enclave exquisito para algunos y hortera de nuevo rico para otros.

¿Cómo es la clientela? El 44% procede de Reino Unido y el 30% son españoles. Abundan los madrileños y los sevillanos. Leonel y Gastón, también argentinos como Alonso y Zárate, llevan tatuajes, visten de blanco, y son los encargados de las camas y de las hamacas, situadas en la playa, al lado de una pequeña zona donde se dan masajes.  

Nombres exclusivos

Marie-Claire Holthuizen, holandesa de Breda, me explica que en la pulsera morada es sólo para entrar y la roja es para la zona exclusiva, situada justo a la entrada de lo que fue la discoteca Oh! Marbella. Ella y su compañera de Eventos tienen interés en citarme la gente que han pasado este verano por el Nikki Beach: el actor Pierce Brosnan, Joaquín Cortés (hace una semana), Carlos Baute, un Míster Mundo, el piloto Pedro de la Rosa y jugadores, sin precisar, del Sevilla y del Real Madrid.

“Nos estamos asociando a marcas de prestigio como Bulgari y hacemos fiestas de Land Rover, Toyota o Möet Chandon”, se promociona Alonso. Se trata de evitar una mala imagen. “Marbella sigue siendo un sitio exclusivo y nuestros jefes lo saben. Otra cosa bien diferente es lo que los medios reflejáis”. Un camarero del Nikki Beach admite: “El turismo con pasta se está yendo a otro lado. La gente ya no gasta tanto”. Esta temporada cerrará el 4 de octubre. “Ganamos mucho dinero. Somos después del de Saint-Tropez y Miami el tercer Nikki que más factura”.

A las ocho de la tarde la silueta del rascacielos del hotel Don Carlos (cinco estrellas) escolta el baile intercultural en el chiringuito de lujo. Es el tiempo de las copas, el hielo y la música DJ. Ellos lo venden como un “domingo asombroso”.

 

Un club de playa de prestigio. Un chiringuito de lujo. También un lugar donde la diversión, y a veces el desmadre, circula a discreción. Incluso un sitio donde se casa gente (Ana Agag o el sobrino de Adolfo Suárez) que desfila en las negritas de las revistas del corazón. Y también un lugar donde la gente despilfarra petrodólares, rublos y euros porque le da la santa gana y porque “yo lo valgo”. Todo esto es el exclusivo Nikki Beach de Marbella, uno de los 17 que esta cadena tiene en el mundo, y por ahora el único de España. En 2011 abrirán el segundo en Ibiza (incluirá hotel).

Lujo