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Ojén, 40 años de las memorias de De Gaulle
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Agustín Rivera

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Ojén, 40 años de las memorias de De Gaulle

Equipada con idéntico mobiliario, conservada casi en formol, los 20 metros cuadrados de la habitación número 3 del antiguo parador de Ojén guardan el recuerdo de

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Ojén, 40 años de las memorias de De Gaulle

Equipada con idéntico mobiliario, conservada casi en formol, los 20 metros cuadrados de la habitación número 3 del antiguo parador de Ojén guardan el recuerdo de Charles de Gaulle. El general, presidente de la República de Francia entre 1958 y 1969, se encerró 24 días (en junio de 1970) para escribir -de cinco de la mañana a dos de la tarde- sus inconclusas memorias.

De Gaulle falleció en noviembre de ese mismo año. El enclave, el actual hotel-refugio Juanar, de tres estrellas, recuerda el cheque (exhiben una fotocopia, enmarcada en el hall de entrada, del Banco Credit Lyonnais) con el que pagó su estancia. Junto a él se alojaron su esposa Yvonne, un guardaespaldas y un chófer. La factura se elevó a 50.000 pesetas de la época. Y fue generoso: desembolsó una propina equivalente al sueldo mensual de un empleado.

Juanar, antiguo refugio de caza de los marqueses de Larios, los reyes civiles de la Málaga burguesa del siglo XIX, recibió al ex presidente francés en plena tardorresaca de mayo del 68. Eligió un lugar tranquilo, a escasos siete kilómetros de la Marbella colorista y pop de principios de los setenta, que han retratado Carlos Pérez Siquier y Juan Bonilla.

De Gaulle quería ordenar su vida y obra. No hay pruebas que utilizara la chimenea de la habitación, cuya puerta daba directamente al jardín (donde ahora se ubica la piscina), pero sí constan sus escapadas por los pinares. El político, de 79 años, no se privaba del whisky o el vino de Jerez. También bebía agua mineral. La bodega cuenta con 7.000 botellas de Rioja y Ribera del Duero, asegura la web del establecimiento. El menú gaullista incluía perdices, conejos y codornices.

El recinto abandonó en 1985 la red nacional de paradores. “No era rentable. Cuatro trabajadores formamos una cooperativa y ahora nos va bien”, cuenta Francisco Pacheco, socio del hotel, de 25 habitaciones. La más cara (con jacuzzi) cuesta 180 euros por noche. En él han comido o se han alojado Sean Connery o Camilo José Cela (el aguardiente de Ojén aparece en La Colmena).

El pueblo hippie-pijo de la Costa del Sol

Ojén, de 2.800 habitantes, está considerado como uno de los más claros ejemplos de pueblo hippie-pijo de la Costa del Sol. El creador del Trivial, el periodista Chris Haney, quien diseñó las primeras 6.000 preguntas del juego de mesa en las playas de Málaga, y que murió el pasado mes de mayo en Toronto, seguro que obvió la presencia de la familia Bosé en el municipio. Un lustro después del alojamiento del presidente que exportó su apellido al aeropuerto parisino, Papito Miguel Bosé ideó en Ojén Linda, su primer disco.

Charles de Gaulle no llegó a conocer el éxito del hijo de Luis Miguel Dominguín (el amante indiscreto de Ava Gardner y feroz competidor de Antonio Ordóñez) y de Lucía Bosé, conocida por la generación Twitter como la abuela de la modelo Bimba Bosé, y olvidada, con injusticia, como una de las actrices italianas más deseadas del siglo XX. La casa Bosística, un antiguo molino de aceite en la calle Charcas, lucía (sin L mayúscula) un paracaídas de colorines en el techo de la vivienda. Ya han quedado atrás las extravagancias artísticas. En el restaurante El fogón de Flore se sirven menús caseros.  

El protagonismo del último párrafo se lo reservo para Julio Iglesias. En La Mairena (término municipal de Ojén) cuenta con su retiro costasoleño. En esta urbanización preparará a finales de agosto el álbum de nuevas canciones que publicará en Navidades. Llegó a Málaga el pasado lunes. Y anoche ofreció su primer concierto del verano en Europa.

Equipada con idéntico mobiliario, conservada casi en formol, los 20 metros cuadrados de la habitación número 3 del antiguo parador de Ojén guardan el recuerdo de Charles de Gaulle. El general, presidente de la República de Francia entre 1958 y 1969, se encerró 24 días (en junio de 1970) para escribir -de cinco de la mañana a dos de la tarde- sus inconclusas memorias.

Miguel Bosé