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‘Sevilla’ por fin triunfa en la Feria de Málaga
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Agustín Rivera

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‘Sevilla’ por fin triunfa en la Feria de Málaga

Hace más de una década, Miguel Bosé salió espantado de Málaga. Bosé no calculó las consecuencias de su sacrilegio: cantar Sevilla en la patria del boquerón

Foto: ‘Sevilla’ por fin triunfa en la Feria de Málaga
‘Sevilla’ por fin triunfa en la Feria de Málaga

Hace más de una década, Miguel Bosé salió espantado de Málaga. Bosé no calculó las consecuencias de su sacrilegio: cantar Sevilla en la patria del boquerón y el chanquete. Tembló el escenario de la Plaza del General José María Torrijos, el militar fusilado en la Playa de San Andrés por sublevarse contra el monarca absolutista Fernando VII, cuando el hijo del Luis Miguel Dominguín citó el barrio de Triana. Bosé desconocía el histriónico pique entre Sevilla y Málaga. Aquello estuvo a medio segundo de transformarse en La Katarsis del tomatazo de Lavapiés.

El viernes por la noche, en la Playa de La Malagueta, olía a revival de otra Guerra de los mundos antisevillana. Esta vez el final no fue turbio, ni doloroso. Miguel Bosé interpretó Sevilla y, según los últimos partes médicos, Papito se escapó vivo. Incluso las crónicas locales más optimistas alientan la sintonía de los espectadores con las estrofas más sevillís de la canción trianera. Supongo que no presenciaron cómo el sábado, a las 16 horas, en plena calle Larios, jóvenes descamisados correaban cánticos alejados de la diplomacia interandaluza: “¡Sevillano el que no bote!” o “¡P, Sevilla, p capital!”.

“Con qué pasión te enamorará y te embrujará… ¡Sevilla!”. Bosé, capote en mano, se situó frente a un escenario rojo Marte y cantó la larguísima pieza (dura casi cinco minutos). La lluvia, que no estaba invitada, pero se coló en la fiesta, apareció a la una de la madrugada. El artista boseó durante hora y media. Y hasta regaló tres bises. Finiquitó el concierto con Te amaré. A muchos el corazón les hizo bum-bum.

La Feria de Málaga que quiere prohibir las chanclas (sin éxito los dos primeros días) empezó con el pregón de Javier Ojeda. Definió a la ciudad (atención, lectores sensibles, lo dijo él)  como “merdellona” y “arrabalera”. También “pija” y “vanguardista”. En Canal Sur Radio le entrevistaron para toda Andalucía. “¿Qué es la Feria? Defínala”, preguntó la reportera. “Un Carnaval abierto”, improvisó Ojeda, tras interpretar A este lado de carretera, la versión ochentera de Danza Invisible del éxito de Van Morrison.

En la Málaga que fomenta las peleas de gallos, aunque aspire a la capital cultural europea 2016, también ya incluso se suspenden corridas de toros. El símil circense del “lo nunca visto” se puede aplicar al pie de la letra. Y no es que el Parlamento andaluz haya copiado al catalán. Ni que el Ayuntamiento o la Diputación de Málaga, propietaria de la plaza, adopten un inédito espíritu antitaurino. El sábado no hubo toros. Explicaciones: “Falta de trapío” y “escasez de pitones” de los animales. Y eso que La Malagueta pertenece, de modo oficial, a la Primera División de la Tauromaquia. Encima, José Tomás se quedará sin celebrar su 35 cumpleaños.

Menos mal que una reproducción del pulpo Paul se convierte en estrella decorativa del Real de la Feria, una suerte de ciudad ambulante de chochonas, turrones de agosto y coches-choque. El “mojito y Cartojal, cada día te quiero más”, que figura en una camiseta olvida que el Real es el resto del año una suerte de pueblo abandonado por bandidos del Oeste.

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Hace más de una década, Miguel Bosé salió espantado de Málaga. Bosé no calculó las consecuencias de su sacrilegio: cantar Sevilla en la patria del boquerón y el chanquete. Tembló el escenario de la Plaza del General José María Torrijos, el militar fusilado en la Playa de San Andrés por sublevarse contra el monarca absolutista Fernando VII, cuando el hijo del Luis Miguel Dominguín citó el barrio de Triana. Bosé desconocía el histriónico pique entre Sevilla y Málaga. Aquello estuvo a medio segundo de transformarse en La Katarsis del tomatazo de Lavapiés.

Málaga Miguel Bosé