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El Rey consigue aplacar la embestida de los mercados a través de sus portavoces mallorquines
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Agustín Rivera

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El Rey consigue aplacar la embestida de los mercados a través de sus portavoces mallorquines

La princesa española que se casó con el futuro Enrique VIII efectuó el viaje a Inglaterra cubierta con un velo, que no podía levantar hasta que

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La princesa española que se casó con el futuro Enrique VIII efectuó el viaje a Inglaterra cubierta con un velo, que no podía levantar hasta que se hallara en presencia de su futuro marido. Medio milenio después se han suprimido las veladuras, hasta el extremo de que los Príncipes de Asturias han de besarse en público con tanto ardor como si estuvieran posando para la portada de 'El Jueves'. Y el Rey ya no puede expresarse con la franqueza de aquellos tiempos, y ha de enviar mensajes también velados a través de sus interlocutores, la última vez por medio de un manojo de políticos mallorquines que transmitieron el recado regio que reclama "hacer piña" y evitar “batallitas", tras las audiencias masivas celebradas en el palacio de la Almudaina. Este recinto medieval junto a la catedral de Palma es la residencia oficial del jefe de Estado en Mallorca, porque el uso de Marivent responde a una cesión privada.

Cuando los mercados empezaron a ensañarse con Italia, el primer ministro Silvio Berlusconi desapareció misteriosamente para no empeorar las cosas. El liderazgo del país recayó en la figura mayestática de su presidente, Giorgio Napolitano, que no dudó en adoptar medidas tan dolorosas como recortarse la asignación. La ejemplaridad del Rey no ha alcanzado estos extremos lacerantes, pero también ha decidido tomar las riendas de la situación con su finísimo olfato. A diferencia de su colega italiano, tiene vedada la posibilidad de dirigirse en persona a sus súbditos, pero le cabe la posibilidad de ejercer de ventrílocuo a través de sus interlocutores. 

En fecha reciente utilizó una variante de esta fórmula, al 'recibir' un estudio sobre la economía española de manos de Eduardo Serra, y que se ajustaba prodigiosamente a lo que pensaba La Zarzuela sobre la cuestión. Esta semana ha utilizado al flamante presidente de Balears y al presidente del Parlamento autonómico, José Ramón Bauzá y Pere Rotger, respectivamente. Curiosos intermediarios para enviar un mensaje de ética, si se tiene en cuenta que el PP local tiene a tres altos cargos en la cárcel, amén de un centenar de imputados, por haber diseñado imaginativas fórmulas de corrupción y saqueo de las arcas públicas. El segundo de los citados contrató en plena crisis un nuevo chófer, el equivalente español a los reactores privados norteamericanos.

La táctica del Rey ha surtido efecto, y en la mañana de ayer el Tesoro lograba colocar los bonos españoles que nos hacían más pobres, pero también más queridos. A fin de cuentas, trabajar para los chinos no empeorará la esclavitud laboral. Mientras la simpar Elena Salgado, una de las pocas ministras que no ha sido fotografiada en bikini en Baleares -Leire Pajín, Magdalena Álvarez- parodiaba al Billy Wilder de "la situación es desesperada pero no grave", el jefe del Estado filtraba su mensaje de reconciliación nacional.

Los periodistas y el pino en la tripa

Dado que la elocuencia no figura entre las innumerables virtudes de Bauzá y Rotger, es difícil asegurar que "batallitas" y "hacer piña" fueran las expresiones literales del Rey, aunque hayan conseguido el objetivo perseguido de apaciguar a los insaciables mercados. Desde el punto de vista de la lingüística comparada, la piña es el fruto del pino, lo cual nos conduce a la recriminación de Juan Carlos de Borbón a los periodistas.  "Lo que os gusta es matarme y ponerme un pino en la tripa". Tal vez La Zarzuela abusa de las metáforas coníferas.

La cataplasma regia surtirá un efecto pasajero, pero en sucesivas audiencias puede anillar sus mensajes a nuevos palomos. Lejos quedaron los tiempos en que la discreción imperaba en las declaraciones que hacían los políticos tras recibir audiencia regia, hasta el punto de que algún gobernante balear fue degradado por no respetar ese sigilo. A lo sumo, ayudaban al monarca en sus proyectos, ahí está la imagen de Felipe González abandonando Marivent al grito de que el Rey necesitaba un yate nuevo. Y así se hizo. Algún día explicaremos quién inspiró la generosa cuestación de los empresarios turísticos mallorquines.

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La princesa española que se casó con el futuro Enrique VIII efectuó el viaje a Inglaterra cubierta con un velo, que no podía levantar hasta que se hallara en presencia de su futuro marido. Medio milenio después se han suprimido las veladuras, hasta el extremo de que los Príncipes de Asturias han de besarse en público con tanto ardor como si estuvieran posando para la portada de 'El Jueves'. Y el Rey ya no puede expresarse con la franqueza de aquellos tiempos, y ha de enviar mensajes también velados a través de sus interlocutores, la última vez por medio de un manojo de políticos mallorquines que transmitieron el recado regio que reclama "hacer piña" y evitar “batallitas", tras las audiencias masivas celebradas en el palacio de la Almudaina. Este recinto medieval junto a la catedral de Palma es la residencia oficial del jefe de Estado en Mallorca, porque el uso de Marivent responde a una cesión privada.

Familia Real Española Elena Salgado