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Breve catálogo de gilipolleces políticas varias
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Carlos Fonseca

Tirando a Dar

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Carlos Fonseca

Breve catálogo de gilipolleces políticas varias

El show business de la política requiere de tipos capaces de convertir una memez en un mensaje que cale en la audiencia, y una perogrullada en

El show business de la política requiere de tipos capaces de convertir una memez en un mensaje que cale en la audiencia, y una perogrullada en la respuesta a la pregunta a la que no se sabe o no se quiere contestar. La premisa en la que se sustenta esta conclusión es que los ciudadanos son poco menos que bobos incapaces de digerir contenidos y hay que recurrir a “ideas fuerza” para que el mensaje impacte, y a obviedades cuando se trata de marear la perdiz. Los discursosrespuestas se convierten así en una sucesión de obviedades y lugares comunes salpicados de ocurrencias.

Que se cuestiona la actuación de un miembro del partido, se invoca la presunción de inocencia y el Estado de Derecho (así, con mayúsculas, que resulta más imponente).  Que los tribunales condenan a uno de sus dirigente, pues la sentencia se acata pero no se comparte. Que es el contrincante político el protagonista del desaguisado, pues se pide que caiga sobre él todo el peso de la ley. ¿Ven qué fácil?

Las periodos preelectorales son especialmente creativos en promesas-ocurrencias. Los americanos lo llaman sound bite, que viene a ser algo así como un flash que conecta con el subconsciente del votante y le traslada una idea. No crean que esas frases que mueven al aplauso son espontáneas; hay gente que trabaja y cobra por estas cosas. Lo simple se impone a lo complejo, y la realidad de blanco y negro es más fácil de explicar que si la mostramos con toda su gama de grises.

Una gansada te pueden dar quince segundos de televisión, un corte radiofónico en todos los informativos del día, cuatro columnas en página impar en el diario del día siguiente, y abrir un digital sólo minutos después de enunciada. Mi preferida hasta la fecha, contando sólo el actual periodo preelectoral, es aquella que Mariano Rajoy pronunció el pasado enero en una convención del PP en Sevilla: “España tiene sed de urnas”. No me negarán que tiene su aquel. Lanzado el mensaje, hay que acompañarlo de relleno para que no se nos quede corto: “Aquí ha faltado verdad, coraje, responsabilidad, horizontes, altura de miras y sentido de Estado, y ha sobrado ocultación, improvisación y cálculos ventajistas”. Para mi gusto le faltó concluir la intervención con un sentido “Santiago y cierra España.”

Una gansada te pueden dar quince segundos de televisión, un corte radiofónico en todos los informativos del día, cuatro columnas en página impar en el diario del día siguiente, y abrir un digital sólo minutos después de enunciada

El presidente Zapatero está en ello, calentando motores, y la pasada semana nos regaló con algunas ocurrencias a las críticas de Rajoy al plan energético del Gobierno (se lo puso a huevo, por decirlo pronto y mal, al reclamar “un plan como Dios manda”) exhortándole a “que hable con Dios y nos diga cómo es el plan que hay que hacer”. Ya crecido, remató la faena pidiendo alternativas a las 20 medidas de ahorro energético que ha puesto en marcha. “Estamos esperando a que el PP diga una sola, a no ser que piense también que el petróleo sube por mi culpa”.

Jaime Lissavetzky, secretario de Estado para el Deporte y candidato socialista a la alcaldía de Madrid, le puede el cargo del que aún no ha dimitido, y en un premitin de precampaña apostó por un nuevo modelo de ciudad que cree empleo: “Queremos ser los campeones de la creación de empleo en Madrid, y no queremos ser los campeones de la deuda, ni los del despilfarro”. Toma, y yo.

José Blanco, ministro de Fomento y en funciones de responsable de la campaña electoral del PSOE, dijo muy serio e impertinente en los pasillos del Congreso a los periodistas que le interpelaban por las razones de la suspensión del gran mitin de la plaza de Vistalegre del 3 de abril que él ha diseñado la campaña “para ganar las elecciones”. Tendría gracia que fuese para perderlas. Sin cambiar de protagonista, unos días antes llamó “cobarde” (me recordó a Chiquito de la Calzada) a Rajoy por decir “sí” a la candidatura de Camps a la presidencia de la Comunidad Valenciana cuando la Justicia le está tomando medidas para ver si le hace un traje.

Hay muchas ocurrencias más, pero no quiero abrumarles, que tiempo habrá. Me he dejado la mejor para el final. El mismo día que el CIS hacía público su barómetro del mes de febrero y confirmaba, una vez más, que el paro es el problema que más preocupa a los españoles (a un 83,9 %, el porcentaje más alto desde octubre de 1997) el presidente Zapatero trasladó confianza desde la tribuna del Congreso porque en abril empezará a recuperarse empleo.

Dicho lo cual se vino arriba y afirmó que la cifra récord de paro registrado en febrero “no es un dato bueno” (esto lo entendemos todos), pero “sí es mejor que el de los dos años anteriores” (eso también lo tenemos claro, porque se trata de una resta). ¿Se imaginan que la destrucción de empleo hubiese seguido el mismo ritmo que en 2008-2009? Ahora serían seis, y no cuatro millones largos, los desempleados. Que alguien de su think thank le diga al presidente que con estas cosas es mejor no hacer bromas.

Ya termino, prepárense, prepárense que lo mejor está por venir, cuando conozcamos los programas electorales y los líderes se remanguen para meterse en faena. Entonces nos vamos a partir el culo (con perdón) de risa, aunque bendita la gracia que hacen sus ocurrencias con la que está cayendo.

Hasta el próximo lunes.

Mariano Rajoy