Es noticia
¡Qué desperdicio de talento y de dinero!
  1. España
  2. Tirando a Dar
Carlos Fonseca

Tirando a Dar

Por
Carlos Fonseca

¡Qué desperdicio de talento y de dinero!

Nos quedamos sin arquitectos, sin ingenieros… y sin jóvenes sobradamente preparados, que se ven obligados a abandonar nuestro país en busca de trabajo. No hay una

Nos quedamos sin arquitectos, sin ingenieros… y sin jóvenes sobradamente preparados, que se ven obligados a abandonar nuestro país en busca de trabajo. No hay una cifra exacta porque no tienen obligación de inscribirse en los consulados españoles en los países de destino, y casi ninguno lo hace. Disponemos solo de las estimaciones de estudios realizados por entidades privadas o profesionales.

El Grupo Adecco, por ejemplo, asegura que 166.000 licenciados se vieron obligados a abandonar España el pasado año ante la ausencia de perspectivas laborales. El Sindicato de Arquitectos acaba de hacer público otro informe, en este caso sobre este grupo profesional, que asegura que el 73% de los arquitectos españoles se plantea marcharse del país en busca de trabajo, y el pasado enero la canciller alemana Angela Merkel (Alemania tiene una tasa de paro del 6,9%) anunció un proyecto de cooperación bilateral con España para contratar a los entre 500.000 y 800.000 empleados especializados, sobre todo en el terreno de la ingeniería y las telecomunicaciones, que necesitan y no encuentran. 

La tasa de paro juvenil alcanza un 40%, el doble de la nacional, lo que da cuenta del futuro profesional y personal que espera a nuestros hijos, la generación mejor preparada de nuestro país y la más maltratada. Un despilfarro indecente de dinero invertido en su formación (el del Estado y el de los padres) que no revierte en nuestro país, sino en los destinos donde les ofrecen un trabajo digno y con una remuneración acorde a su formación. Nosotros, en cambio, vivimos en el mundo al revés, porque a los que no tenemos en el paro están en el tajo con contratos precarios y mal pagados. El 25% de quienes tienen la suerte de tener trabajo lo hacen con contratos temporales.

Bien podrían políticos y empresarios dejar de hablar de la falta de “competitividad” de nuestra economía cuando se derrocha a manos llenas el talento de nuestros jóvenes, ilusionados con abrirse camino en la profesión que eligieron y para la que se han preparado durante años. El ¿por qué no te callas? del Rey al presidente venezolano Hugo Chávez habría que aplicárselo a tantos bocazas con traje y corbata que reclaman más reformas económicas, que para ellos es sinónimos de contratos basura, cuando los hay, y salarios de miseria.

Digo contratos basura porque no se puede llamar de otra manera a la contratación de un trabajador por días, semanas o meses (esto sí que es competitividad), o hacerlo con una categoría profesional inferior a la que le corresponde por su cualificación (así le pago menos). ¿Alguien cree de verdad que un joven se puede independizar con un salario de 1.000 euros al mes, si es que llega a mileurista? En estos años de crisis todo vale, todo está permitido. Es la ley de la oferta y la demanda. Hay poco trabajo y muchos parados. Son lentejas, y si quieres las comes y si no las dejas.

La situación que vivimos me recuerda a la España de Franco, que en la década de los sesenta obligó a dos millones de españoles a emigrar para ganarse la vida. Entonces eran obreros manuales, poco cualificados, y ahora todo lo contrario. El desarraigo, entonces y ahora, es el mismo, porque no es igual trabajar en otro país por propia decisión, lo que supone una experiencia sin duda enriquecedora, que hacerlo por obligación. Muchos de los que se van ya no vuelven porque se sienten reconocidos y respetados, dos conceptos imprescindibles para sentirse integrado, y ya lo dice el refrán, “uno no es de donde nace, sino de donde pace”.

Al dictador le vino estupendamente aquel éxodo masivo porque se quitaba de encima un problema y, además, el dinero que los emigrantes enviaban a sus familias fue el principal aporte de divisas durante los años 60 y 70, que sirvió para equilibrar el déficit del país. Cojonudo, con perdón. Supongo que nuestros jóvenes no necesitan girar parte del salario a sus familias como entonces, sino que lo invierten en los países que les han acogido. Hacen bien.

El próximo viernes conoceremos las cifras de la Encuesta de Población Activa (EPA) del primer trimestre del año, y ya les anticipo que el número de parados rozará los cinco millones de personas y que el porcentaje más elevado de desempleados será, con diferencia, el de jóvenes. ¿Se acuerdan del ministro Corbacho, que decía que de ninguna de las maneras el paro alcanzaría los cuatro millones? Lo dijo un ministro a quien la información de primera mano y el análisis certero, como a los militares el valor, se le supone. Es imposible que quienes desconocen el alcance de un problema puedan solucionarlo.

Les anticipo también las parrafadas de turno por parte de responsables políticos y económicos que interpretarán los datos: “Es una mala cifra que ya preveíamos, pero en el segundo semestre del año el empleo comenzará a repuntar moderadamente”. Y que en diciembre sea lo que Dios quiera, que para entonces nadie se acordará de lo que dijimos. A fuerza de repetirlo algún día acertarán, pero entonces les pasará como a Pedro con el lobo, que nadie les creerá. Claro, que a ellos tampoco les importa.

Hasta el próximo miércoles.

Nos quedamos sin arquitectos, sin ingenieros… y sin jóvenes sobradamente preparados, que se ven obligados a abandonar nuestro país en busca de trabajo. No hay una cifra exacta porque no tienen obligación de inscribirse en los consulados españoles en los países de destino, y casi ninguno lo hace. Disponemos solo de las estimaciones de estudios realizados por entidades privadas o profesionales.

Paro Universidad de Granada