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La ministra pija se hace naturópata
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Carlos Fonseca

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Carlos Fonseca

La ministra pija se hace naturópata

Ana Mato, la ministra pija del Gobierno, ha resultado ser una hippie vestida de Loewe que escucha a The Who en el coche oficial y lee

Ana Mato, la ministra pija del Gobierno, ha resultado ser una hippie vestida de Loewe que escucha a The Who en el coche oficial y lee a Allen Ginsberg en el sofá de casa. La titular de Sanidad ha propuesto a los ciudadanos que traten sus dolencias leves con las hierbas que crecen en el campo para rebajar la factura farmacéutica. Sin necesidad de consultar a los médicos ha decidido que la Seguridad Social deje de subvencionar 456 medicamentos porque tienen escaso valor terapéutico y la gente abusa de ellos; sobre todo esos peligrosos poli medicados que son los abuelos. 

Si todos esos fármacos no curan ni alivian enfermedades, Ana Mato debe explicar por qué Sanidad autorizó su comercialización a las empresas farmacéuticas, y por qué los médicos llevan años prescribiéndolos. La decisión es económica y no terapéutica; no pretende mejorar nuestra salud, sino gastar menos. Como alternativa a tanto medicamento inútil la ministra naturópata propone a los enfermos que acudan al herbolario para paliar sus males con productos naturales. “Sacaremos del vademécum medicamentos de escaso valor terapéutico que se pueden sustituir con alguna cosa natural”, dijo esta misma semana con su habitual facilidad de palabra. No se trata solo de ahorrar, sino de “poner en valor lo que tiene mucho valor, porque no hay cosa que tenga más valor que una medicina que cura enfermedades…” Está claro ¿no?

Para qué tomar Toseina y Romilar si tenemos madreselva como antitusivo de amplio espectro que actúa a un tiempo contra la tos, el asma, el resfriado, la bronquitis y la gripe. Y qué me dicen de la manzanilla, era infusión aromática que nos ayuda a hacer la digestión, alivia el dolor de estómago y es estupenda para el flato. Y la melisa, y la menta poleo, y hasta el perejil, que abre el apetito y evita la formación de cálculos en el riñón. En cualquier herbolario le informarán mejor que yo sobre el remedio para su mal concreto, y si no es amigo de infusiones le dispensarán estos remedios caseros en cápsulas para que no le dé el mono.

La medida es una más de un Gobierno que para recortar gastos ha decidido jugar con nuestra salud.  A este desembolso, ya sea de botica o herbolario, hay que añadir el coste que va a tener para el bolsillo de los ciudadanos el copago sanitario. Los pensionistas, para quienes las medicinas eran gratuitas, tendrán que rascarse la pensión y pagar el 10%, con un límite de entre 8 y 18 euros mensuales, según su renta.

Quienes tiene nómina (¡bendito sea el Señor!) pagaban hasta ahora el 40% del precio de los medicamentos (el 60% restante lo subvenciona el Estado), porcentaje que se incrementa hasta el 50 y el 60% según sus ingresos. ¿Saben por qué?, porque “la sanidad no es gratuita”, y menos con la "herencia de gasto descontrolado y deuda terrible” que los felones socialistas han dejado al nuevo Gobierno, en palabras de la ministra verde. Al parecer, también en gasto sanitario hemos vivido por encima de nuestras posibilidades: un almax por aquí y un eferalgan por allá.  El efecto inmediato será que los enfermos pidan al médico que les recete otras medicinas que tengan efectos similares y estén subvencionados por Sanidad, y que probablemente serán más caros.

Como sé que la Viagra se prescribe con receta médica pero no es gratis (piensen lo que quieran), hagan caso a la ministra y pásense a la medicina naturista. Quizá tan de golpe les dé vergüenza ir al herbolario a preguntar por algún remedio que aumente su deseo sexual, de modo que, mientras se deciden, les ofrezco uno vegetariano de andar por casa: coman mucho puerro, de conocidas propiedades afrodisíacas por su riqueza en manganeso.

Si no les gusta demasiado la verdura, tomen nota de una receta rica, rica para este mal: cojan canela en rama y tritúrenla hasta obtener media cucharadita en polvo. Viértanlo en un vaso de agua, remuevan con una cuchara y beban el brebaje.  La dosis recomendada es de una toma con el desayuno y otro con la cena durante quince días, descanso durante tres y vuelta al tratamiento durante dos semanas más. No tiene efectos secundarios, pero tampoco a todo el mundo le hace efecto. Si usted es de estos últimos, vuelva al puerro.

No piensen que me lo tomo a broma. El “medicamentazo” es parte de la  privatización de la Sanidad emprendida por este Gobierno, para el que los servicios públicos son sinónimo de carestía y mala gestión; la enfermedad el vicio de los pusilánimes (recuerden que la última reforma laboral permite al empresario despedir a los trabajadores que hayan acumulado nueve días de baja en dos meses), la vejez un estorbo, y determinadas prestaciones (los tratamientos de fertilidad, por ejemplo), un lujo solo al alcance de quienes puedan pagarlo de su bolsillo. Se están cargando uno de los pilares del Estado del Bienestar.

Si las recetas de herbolario no les sirven, recurran a la risoterapia, que aunque no cura enfermedades tiene efectos muy beneficiosos para nuestros problemas mentales y emocionales. Les cuento un chiste por ver si consigo que se rían: en la toma de posesión de Ana Mato como ministra de Sanidad, la naturópata del Gobierno alabó a su predecesora en el cargo, la socialista Leire Pajín, a la que reconoció su “dedicación y esfuerzo”. Ésta, en justa correspondencia, dijo de la nueva titular que no le faltaba “ni experiencia ni capacidad” para dirigir el departamento. Para habernos matado.

Hasta el próximo fin de semana

Ana Mato, la ministra pija del Gobierno, ha resultado ser una hippie vestida de Loewe que escucha a The Who en el coche oficial y lee a Allen Ginsberg en el sofá de casa. La titular de Sanidad ha propuesto a los ciudadanos que traten sus dolencias leves con las hierbas que crecen en el campo para rebajar la factura farmacéutica. Sin necesidad de consultar a los médicos ha decidido que la Seguridad Social deje de subvencionar 456 medicamentos porque tienen escaso valor terapéutico y la gente abusa de ellos; sobre todo esos peligrosos poli medicados que son los abuelos.