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Esperanza Aguirre desafía a Rajoy
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Carlos Fonseca

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Carlos Fonseca

Esperanza Aguirre desafía a Rajoy

Los madrileños pagan desde el pasado martes 1 euro por receta. Un disparate que se suma al repago, que no copago, sanitario, que obliga a los pensionistas

Los madrileños pagan desde el pasado martes 1 euro por receta. Un disparate que se suma al repago, que no copago, sanitario, que obliga a los pensionistas a abonar el 10% del precio de sus medicamentos, cuando hasta ese momento no tenían que hacer ningún desembolso, y ha incrementado del 40 al 50% el importe a pagar por el resto de ciudadanos. Más allá de la decisión recaudatoria de la medida, ésta tiene también un importante componente político.

La decisión la ha tomado Ignacio González, presidente  de la Comunidad de Madrid, contra la aparente voluntad del Gobierno central, que ha amenazado con recurrir la medida al Tribunal Constitucional (TC) porque invade las competencias del Estado. Salvo Cataluña, que implantó el euro por recetas con anterioridad, ninguna comunidad controlada por el PP (todas salvo el País Vasco, Andalucía, Navarra, Canarias y Asturias) se han atrevido a desafiar a Mariano Rajoy.

No parece que González, un político de segunda fila con las horas contadas, tenga el suficiente coraje político para tamaño desafío si no cuenta con el apoyo de su valedora y antecesora en el cargo, Esperanza Aguirre, que abandonó oficialmente la primera línea política el pasado mes de septiembre por motivos personales, pero que sigue dando la lata como presidenta del PP madrileño.  

Es una política con aspiraciones no confesadas y, sobre todo, una intrigante profesional, aunque ella se autodefina como un “verso suelto” dentro del partido

La lideresa ha sido durante años el principal contrapoder a Rajoy en el PP, con el que estuvo a punto de competir por la presidencia del partido en el Congreso de 2008, que la habría convertido automáticamente en la candidata a la presidencia del Ejecutivo en los comicios de ese año. Aguirre no consiguió suficientes apoyos y optó por una discreta retirada para evitar el descalabro.

Desde entonces, algunos de sus enfrentamientos con Rajoy han sido sonados, como cuando intentó colocar a su delfín Ignacio González al frente de Caja Madrid, objetivo que no consiguió. El elegido fue Rodrigo Rato, imputado ahora en el “caso Bankia” por cinco delitos relacionados con la salida a Bolsa de la entidad.

Tampoco le sentó bien a la presidenta, pese a los parabienes públicos, que el ambicioso Alberto Ruiz Gallardón cumpliera al fin su sueño de ser ministro (la cartera le daba lo mismo), finalmente de Justicia. Al frente del departamento se ha revelado como un político de la derecha más dura e intransigente, pese a que durante años se construyó la falsa la imagen que le situaba en el sector más dialogante del partido. Los conflictos que ha provocado entre jueces, fiscales y abogados de todo signo son la prueba evidente de que el diálogo como instrumento para resolver problemas no es su fuerte.

No diré que Aguirre es una política de raza, porque la afirmación me parece un tópico ñoño que se dedica a quien se retira o le retiran de algo. Es una política con aspiraciones no confesadas y, sobre todo, una intrigante profesional, aunque ella se autodefina como un “verso suelto” dentro del partido. El último episodio de rebeldía ha sido su visita, con luz y taquígrafos, a la cárcel de Segovia para visitar al vicesecretario general de Nuevas Generaciones, Ángel Carromero, condenado en Cuba a cuatro años de prisión por imprudencia en un accidente de tráfico que costó la vida a dos opositores al régimen de Castro.

Es probable que Carromero sea clasificado en breve en tercer grado penitenciario, que le permitirá salir de prisión para trabajar (el PP le va a dar el trabajo), como paso previo a la  concesión de la libertad condicional, si no el indulto. Como es habitual en Rajoy, ha optado por la discreción, por el perfil bajo (silencio) a la espera de que el tema se diluya en la vorágine informativa antes de tomar una decisión. Justo lo contrario que ha hecho Esperanza Aguirre. “No es un delincuente –ha dicho-, aunque España haya tenido que aceptar la sentencia” para facilitar su regreso a nuestro país.

Tal vez sea mucho adelantar, pero al final de esta legislatura, con un Mariano Rajoy marchito por sus recortes para hacer frente a la crisis económica y la revuelta social que han generado, ¿quién puede asegurar que Esperanza Aguirre no decida volver a la primera línea política para liderar el PP y ser su candidata a los comicios de 2016? Para entonces llevará cuatro años en la sombra sin desgaste alguno, y Rajoy ocho al frente del Gobierno. Aznar abandonó La Moncloa al cumplir su segundo mandato, y señaló con el dedo a Rajoy como sucesor. Si de emular al ‘caudillo’ se trata, debería anunciar en un futuro que cede el paso a un nuevo candidato.  

La limitación a ocho años de los mandatos de los presidentes del Gobierno y de Comunidades Autónomas, diputados provinciales y cabildos, y alcaldes de municipios de más de 50.000 habitantes se planteó en el XVI Congreso del partido (2008) cuando Rajoy estaba en la cuerda floja y Esperanza Aguirre amagó con darle la puntilla. La propuesta fue rechazada, como se rechazó también otra enmienda a la ponencia de Estatutos que proponía que la elección del presidente nacional del partido se hiciera por sufragio universal, directo y secreto de todos los militantes (primarias).

Tres años después, en octubre de 2011, fue el propio Rajoy quien anunció que el PP limitaría a ocho años los mandatos de los cargos público, pero llegada la hora de la verdad, con la celebración del XVII Congreso en febrero de 2012, hizo mutis por el foro. ¿Qué tiene la política que tanto cuesta abandonarla? 

Los madrileños pagan desde el pasado martes 1 euro por receta. Un disparate que se suma al repago, que no copago, sanitario, que obliga a los pensionistas a abonar el 10% del precio de sus medicamentos, cuando hasta ese momento no tenían que hacer ningún desembolso, y ha incrementado del 40 al 50% el importe a pagar por el resto de ciudadanos. Más allá de la decisión recaudatoria de la medida, ésta tiene también un importante componente político.

Mariano Rajoy