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George Bush, Evo Morales y el difunto Ramón Mendoza: misiones cumplidas y victorias morales
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George Bush, Evo Morales y el difunto Ramón Mendoza: misiones cumplidas y victorias morales

Con la perspectiva que da el tiempo transcurrido y la sangre vertida desde que George W. Bush pronunciara su "misión cumplida" sobre la cubierta del Abraham

Con la perspectiva que da el tiempo transcurrido y la sangre vertida desde que George W. Bush pronunciara su "misión cumplida" sobre la cubierta del Abraham Lincoln, todo aquel triunfalismo resulta ahora trágicamente ridículo. Sin embargo, contra las reiteradas predicciones de muchos europeos, las tropas americanas no se han marchado precipitadamente de Iraq. Es la política USA versus la política de la Vieja Europa. Hoy, como en 2003, americanos y europeos están lejos de compartir un fundamento común para la acción exterior, y España, en este campo al menos, parece haber escogido el papel de paladín de la concepción europea.

La política exterior de la era Clinton fue comparada con una rosquilla: con intereses periféricos, pero sin nada en el centro. Entonces, se sucedieron espantás como Somalia y Haití, fracasos como el proceso de paz de Oriente Medio, éxitos tardíos como la semi-interrupción del genocidio en los Balcanes... A menudo, consideraciones morales motivaron las intervenciones y, tras la pérdida de vidas americanas, la ausencia de intereses materiales impuso la retirada o la inhibición.

El Iraq de Bush es diferente. Muchos norteamericanos creen que se están jugando su seguridad y son más los que ven que allí está en el alero un interés material muy concreto: la estabilidad de la zona de la que depende su abastecimiento energético. La ocupación de Iraq es para la mayoría un ejercicio de realismo político, es decir, consecuencia de una necesidad.

Las consideraciones morales también tienen importancia, sobre todo si atendemos a la imagen que los norteamericanos aspiran a tener de sí mismos. Sin embargo, para los USA lo preponderante es la imagen que los demás tienen de ellos en términos de poder. Piensan con Hans Morgenthau que su prestigio se deriva de su poder y que "...lo que los demás piensan de nosotros es tan importante como lo que realmente somos". Consecuentemente, los malabarismos legales y retóricos para subrayar el carácter moral de la intervención, abundantes a la hora de incorporar países a la coalición, han perdido importancia ahora que cada vez quedan menos socios sobre el terreno.

En pocos sitios fue el argumento moral tan relevante como en España. Aquí, Aznar se empeñó, hasta jugarse el futuro del PP, en meternos en una aventura a la grupa de una ‘certeza moral’. Nunca nadie enjuició el asunto sobre otra base que no fuera la moral. La legalidad internacional, la lucha internacional contra el terrorismo, la extensión de la democracia... cualquier cosa menos una mención a nuestro interés material. Llegó Zapatero y por una consideración moral diferente nos sacó de allí. Nadie pareció reparar en que, aunque no ganáramos nada material, siguiendo a pies juntillas la postura de los norteamericanos, podíamos perder mucho con la forma en que se hizo nuestra retirada y con las apologías que siguieron a la misma.

Pero para moral, la bofetada ‘moral’ que nos acaba de dar Morales. Vino a España a anunciar la "nacionalización sin expropiación" (de donde se marchó a pedir a los chinos que ocupen el lugar que presumiblemente puede quedar libre en breve, mientras les explicaba que el libro de Mao le había inspirado “desde siempre”), y semanas más tarde dos ejecutivos de Repsol eludían la cárcel por los pelos. Después, con el mes de mayo, llegó el anuncio del fin de la colonización (sic): 180 días para ajustarse o partir.

Estas sorpresas predecibles no son las primeras y probablemente no serán las últimas. Cada una reafirma nuestro alejamiento del paradigma "materialista" norteamericano y refuerza nuestra moralidad. En este año de hegemonía barcelonista, nuestras empresas pueden encontrar inspiración en el difunto Ramón Mendoza quien, ante los descalabros europeos de la Quinta del Buitre, afirmaba rotundo "somos los campeones morales de Europa". A alguno le parecerá que, en inglés americano, esto es igual que decir "misión cumplida".

*Isaac Martín Barbero es economista y abogado.

Con la perspectiva que da el tiempo transcurrido y la sangre vertida desde que George W. Bush pronunciara su "misión cumplida" sobre la cubierta del Abraham Lincoln, todo aquel triunfalismo resulta ahora trágicamente ridículo. Sin embargo, contra las reiteradas predicciones de muchos europeos, las tropas americanas no se han marchado precipitadamente de Iraq. Es la política USA versus la política de la Vieja Europa. Hoy, como en 2003, americanos y europeos están lejos de compartir un fundamento común para la acción exterior, y España, en este campo al menos, parece haber escogido el papel de paladín de la concepción europea.