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El Mundial para los ‘no futboleros’, la marca ‘España’ y un ‘sabio’ metido a ‘listo’
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El Mundial para los ‘no futboleros’, la marca ‘España’ y un ‘sabio’ metido a ‘listo’

Vivimos un mundo interconectado, casi interactivo. La imbricación de esferas como el ocio y los negocios se ha puesto otra vez de manifiesto durante el Mundial.

Vivimos un mundo interconectado, casi interactivo. La imbricación de esferas como el ocio y los negocios se ha puesto otra vez de manifiesto durante el Mundial. Medios de comunicación y anunciantes han competido por hacerse con un espacio en la mente de los miles de millones de espectadores. Sin embargo, además de las marcas ‘comerciales’, otras marcas se la han ‘jugado’ estos días. Más allá del deporte, estas últimas semanas, donde el fútbol lo ha invadido todo, han servido para auditar el estado de ese intangible colectivo que es la marca ‘España’.

En Alemania 2006, en términos de ‘marcating’, hemos triunfado. Desde un punto de vista de gestión de marca, hemos obtenido diferenciación (nadie hace menos con más), relevancia (somos la metáfora de la decepción), memorización (lo hemos hecho tantas veces…), extensión (también en esto del fútbol perdemos) y profundidad (se ha emitido un mensaje simple y de comprensión sencilla).

España ha vuelto a encarnar el papel del simpático fatalista que, pudiendo prosperar, cae víctima de sí mismo pero con gracia y, por ello, cae bien. Así las cosas, uno podría preguntarse, ¿y esto importa? Bueno, en un mundo donde el valor de la marca de algunos de los fabricantes de algo tan tangible como son los automóviles equivale al 50% de su capitalización bursátil, parece que sí, que lo intangible (lo moral/ la moral) también cuenta .

Respecto al efecto sobre nuestra autoestima colectiva de lo cosechado, sabemos que la frustración –distancia que media entre lo esperado y lo obtenido- es limitada. Dada nuestra familiaridad con el fracaso, sólo los ilusos podían hacerse ilusiones. Además, si uno nos escucha a los españoles, rápidamente captará que a nadie le interesa el fútbol (de verdad), que es un deporte donde no siempre gana el mejor y que “sólo es un juego”. Por ahí, parece que podemos estar tranquilos, el ánimo recio de los españoles no se verá nublado ni por la exaltación de italianos ni por el abatimiento de brasileños y argentinos. No nos han hundido la moral ni un poquito.

Menos rotundo puede uno mostrase sobre el efecto de las ‘no-consecuencias’ del Mundial sobre la salud moral y el compromiso ético colectivo. El fútbol concita suficiente interés para que, en un caso raro de consenso PP-PSOE, el gobierno del PP declarara los partidos de la Selección de interés general y el PSOE lo haya mantenido. Por ello, las manifestaciones recientes de Luis Aragonés, ‘el Sabio de Hortaleza’, afirmando que seguiría al frente de la Selección española, a pesar de haberse comprometido a abandonar si cosechaba una clasificación como la lograda, trascienden el limitado ámbito del fútbol.

Mientras la CNMV se esfuerza por sacar adelante el Código de Buen Gobierno y en nuestro país asistimos al boom de la Responsabilidad Social Corporativa -y de la retórica de la Responsabilidad Corporativa en general- el desahogo del seleccionador -“una frase no me va a echar de la Selección”- resulta sintomático de la prodigiosa capacidad de nuestros ‘jefes’ para eludir responsabilidades y desviar la atención de sus fracasos. Un nuevo ejemplo de la “irresponsabilidad estructural” del liderazgo español y de actualización de aquello de: “No mandé mis barcos a luchar contra los elementos”. Mientras Manuel Conthe recuerda a Don Quijote en su lucha con los molinos de viento, ‘el listo de Hortaleza’ encarna a Sancho Panza. El primero cualquier día puede caer. El segundo tiene ya permiso para volver a conducirnos por el camino del tedio y de la mediocridad hasta el próximo fracaso.

Ya se sabe, una cosa es cómo somos, otra cómo nos ven y otra cómo queremos ser vistos: identidad, imagen y marca. La identidad lleva un tiempo desaparecida, la imagen va por temporadas y nos queda la marca, la marca ‘España’. En esto último estamos mejor: paella, toros... ¿Quijotes? Pocos. ¿Panzas? Hay más. ¿Pícaros? Los que haga falta. Luis lo ha entendido: en España vale más ser listo que sabio. Es de ‘sabios’ rectificar. ¿Y el fútbol? El fútbol bien, gracias.

*Isaac Martín Barbero es abogado y economista.

Vivimos un mundo interconectado, casi interactivo. La imbricación de esferas como el ocio y los negocios se ha puesto otra vez de manifiesto durante el Mundial. Medios de comunicación y anunciantes han competido por hacerse con un espacio en la mente de los miles de millones de espectadores. Sin embargo, además de las marcas ‘comerciales’, otras marcas se la han ‘jugado’ estos días. Más allá del deporte, estas últimas semanas, donde el fútbol lo ha invadido todo, han servido para auditar el estado de ese intangible colectivo que es la marca ‘España’.