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Murcia, su comercio y carreteras, una progresión con los pies en el fango
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Vidal Coy

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Murcia, su comercio y carreteras, una progresión con los pies en el fango

Dos millones de metros cuadrados de superficie, decenas de restaurantes, cientos de tiendas de todo tipo, miles de puestos de trabajo directos e indirectos, dos millones

Dos millones de metros cuadrados de superficie, decenas de restaurantes, cientos de tiendas de todo tipo, miles de puestos de trabajo directos e indirectos, dos millones y medio de clientes potenciales… Parece, y de hecho es, el sueño de una capital de provincia con ánimo de convertirse en pivote económico de un gran sector del Arco Mediterráneo español.

Se trata de Murcia, cuyo Ayuntamiento ha conseguido crear a cinco kilómetros de la ciudad un macrocentro comercial agrupado en dos sectores (Nueva Condomina y Thader), separados solamente por la autovía que une Alicante y Murcia, pero junto a los nudos que derivan hacia Madrid y Andalucía.

Las consecuencias para el entorno clásico de la ciudad, con un casco urbano de unos 150.000 habitantes y una población total en el municipio de casi 425.000, pueden ser notables, al desplazar comercialmente el centro de gravedad a una zona en la que ya hay y se prevén más desarrollos urbanos de nuevo tipo –adosados, chalets, nuevas urbanizaciones, etc– de varios miles de viviendas.

Los señuelos de atracción para los clientes potenciales son fuertes. Por ejemplo, Ikea, que ya lleva más de un mes funcionando y sólo tiene otras cinco tiendas en España. O Alcampo, recién abierta y que entrará en dura competencia con las ya instaladas de Eroski, Carrefour, etc. O Leroy Merlin. O FNAC, que rompe su política de instalarse en los centros urbanos para hacerlo en una superficie comercial suburbana. Y tantas otras marcas, como las del Grupo Inditex (Zara), que han decidido duplicar sus instalaciones, a pesar de que llevan años en el centro de la ciudad.

Junto a ellos, manteniendo lo habitual, decenas de franquicias de alimentación y de minicines se han instalado para que la clientela pueda satisfacer sus necesidades de manutención y de ocio entre compra y compra.

Por no quedarse atrás, no se va a quedar ni siquiera El Corte Inglés, que, además de colocar varias de sus pequeñas tiendas (Sfera, etc) en Thader, parece decidido a integrar un Hipercor en un tercer gran centro comercial (El Tiro), que se pretende construir apenas a un kilómetro de los dos anteriores, pero más cerca del centro de la ciudad.

Con estos mimbres, la generación de miles de puestos de trabajo no necesita explicación. Para los desconocedores del entorno, los dos millones y medio de potenciales clientes, sí.

Los promotores parecen saber de lo que hablan. Uno es el Grupo Santa Mónica o, lo que es lo mismo, Jesús Samper, dueño del Real Murcia, y del centro Nueva Condomina, en el que se incluye el nuevo estadio de fútbol de ese nombre. El otro es Metrovacesa, alma mater de Thader.

Según sus cálculos optimistas, los dos millones y medio de clientes potenciales se obtienen sumando las poblaciones de ciudades y pueblos a menos de hora y media de coche de las dos macrosuperficies. Es decir, hay que sumar toda la población de la Región de Murcia (millón y cuarto de habitantes) más buena parte de la provincia de Alicante, incluyendo la capital, y casi toda la de la provincia de Albacete y buena parte de la de Almería.

De momento, los primeros resultados tras la inauguración de Ikea y del complejo comercial de Nueva Condomina parecen darles la razón. El lunes nueve de octubre, día festivo en la vecina Comunidad Valenciana, se produjeron retenciones en las autovías de acceso a Murcia de hasta sesenta kilómetros. Lo nunca visto y que se seguirá viendo.

Porque, por ahí, por el tráfico, están empezando a aflorar las debilidades, los pies de barro de unos macrodesarrollos que parecen haberse hecho sin la necesaria planificación de infraestructuras y cambiando alegremente y sin control los usos del suelo y los planes de ordenación.

La reacción del alcalde de Murcia, Miguel Ángel Cámara (secretario general del PP en la Región) y de su concejal de Urbanismo (Fernando Berberena, ex secretario de la Federación de Empresarios de la Construcción), fue culpar al Ministerio de Fomento de falta de previsión y por pretender hacer la Variante Norte, autovía que despejará toda la zona, por un área en la que están planificadas 22.000 viviendas.

Sin embargo, los documentos demuestran que Fomento comunicó su intención a principios de mayo de 2005 y el jefe de Planeamiento municipal, Joaquín Peñalver, dio su visto bueno a finales de ese mismo mes. Pero tres meses después, el Ayuntamiento cambió de opinión y el concejal Berberena propuso a Fomento que llevara la carretera más lejos, a través de un monte público en el PGOU, y todo ello a pesar de que esa propuesta retrasaría la obra tres años más, hasta el 2010.

Licencias por valor de 200 millones

La cuestión es que, naturalmente, los nuevos macrocentros comerciales van acompañados de grandes desarrollos urbanísticos por los que el Ayuntamiento va a ingresar sólo por las licencias casi 200 millones de euros.

Y que, además, van a ser promovidas en buena parte en el área de influencia del estadio y zona comercial Nueva Condomina y por su promotor, Jesús Samper-Grupo Santa Mónica, prebenda obtenida a cambio de la construcción del nuevo campo de fútbol, teóricamente municipal, pero que es de uso exclusivo del Real Murcia, club propiedad de Samper.

Por si faltaba algo para complicar la situación, el fiscal jefe del TSJ murciano, Manuel López Bernal, está investigando por qué razón el jefe de Planeamiento Joaquín Peñalver valoró diez veces por debajo del precio de mercado el metro cuadrado de las viviendas que se construyen ahora en la zona en cuestión.

Peñalver pidió la excedencia “por razones personales” hace unos meses, cuando el Colegio de Arquitectos de Murcia (COAMU) denunció que la mayoría de los grandes proyectos de desarrollos urbanos debían pasar por despachos profesionales relacionados con su familia. El mismo COAMU recurrió al TSJ por la “ilegalidad” de que las nuevas urbanizaciones se hubieran aprobado ignorando las clasificaciones de suelo del PGOU aprobado definitivamente por el mismo equipo municipal del PP en el año 2001.

En aquella época, Santa Mónica y Metrovacesa pugnaban en el Ayuntamiento por obtener la construcción del único gran centro comercial que la Administración regional permitiría al norte de la ciudad, por razones de competencia y proximidad/lejanía entre centros comerciales y al centro de la ciudad.

El alcalde Cámara optó por Santa Mónica para que hiciera Nueva Condomina, lo que costó al PP la salida del equipo de gobierno del entonces concejal de Urbanismo, Ginés Navarro, y la abrupta ruptura de la íntima amistad entre aquél y éste.

Pero apenas dos años después, en 2003, el Ayuntamiento de Murcia consiguió que la Comunidad Autónoma autorizara a Metrovacesa a realizar también su proyecto de centro comercial, el ahora llamado Thader. Poco después cesaba el entonces consejero de Industria y Comercio, Patricio Valverde, también amigo de Ginés Navarro, por razones hasta el momento ignoradas.

Entre esta maraña de situaciones y con la bellísima pantalla de los dos nuevos grandes centros comerciales y un bonito estadio de fútbol recién inaugurados, la única idea que emerge clara es la de que seguirán por mucho tiempo los colapsos de tráfico en las autovías que rodean Murcia, con un casco urbano de 150.000 habitantes a lo sumo.

*Vidal Coy es periodista.

Dos millones de metros cuadrados de superficie, decenas de restaurantes, cientos de tiendas de todo tipo, miles de puestos de trabajo directos e indirectos, dos millones y medio de clientes potenciales… Parece, y de hecho es, el sueño de una capital de provincia con ánimo de convertirse en pivote económico de un gran sector del Arco Mediterráneo español.