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El caso Delphi, la Junta de Andalucía y una comunidad subdesarrollada
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El caso Delphi, la Junta de Andalucía y una comunidad subdesarrollada

Hace escasos meses se hizo pública la decisión de la empresa Delphi, propiedad de una multinacional norteamericana, de cerrar sus instalaciones de Puerto Real en Cádiz,

Hace escasos meses se hizo pública la decisión de la empresa Delphi, propiedad de una multinacional norteamericana, de cerrar sus instalaciones de Puerto Real en Cádiz, procediendo al despido de alrededor de 1.600 trabajadores. Un paso más en el proceso de desertización industrial de la Bahía de Cádiz, cuyo declive es ejemplo de cómo se puede malograr la prosperidad de una comarca ante la falta de iniciativas de los poderes públicos y el conformismo, trufado de escepticismo, de los ciudadanos que les vienen otorgando su confianza.

La provincia de Cádiz es una de las de mayor índice de paro de Andalucía, siendo a su vez esta región la que tiene el mayor porcentaje de paro de España. Como es sabido, el PSOE viene gobernando ininterrumpidamente la Comunidad Autónoma desde hace 25 años, de los que 15 de ellos coincidieron con los gobiernos nacionales dirigidos también por el partido socialista. Pero de nada ha servido tamaña concentración de poder público en las mismas manos: Andalucía continúa subdesarrollada, a la cola de las regiones españolas en empleo, sanidad, infraestructuras, educación… lo que ha repercutido negativamente en una provincia como la de Cádiz, que gozaba de cierta tradición industrial.

En Cádiz hay, o mejor dicho había, dos comarcas pujantes, la Bahía y el Campo de Gibraltar, con dos puertos comerciales de primer orden, Cádiz y Algeciras. Pues bien, a lo largo de estos años, la Bahía ha sufrido una profunda recesión como consecuencia de la crisis de los astilleros y la ausencia de alternativas a la misma; y, por su parte, el puerto de Cádiz ha perdido el liderazgo que ostentaba en beneficio del de Algeciras, que es el más importante del sur de España. Si la crisis de la Bahía no ha alcanzado mayores cotas de dramatismo ha sido por el crecimiento del turismo y los servicios en la zona, aunque a todas luces insuficiente para recuperar los equilibrios perdidos. El hacer oídos sordos a la crisis industrial, a la que solo se contrapone la política del subsidio para ir tirando, trae como consecuencia una cosecha de desesperanza y de falta de perspectivas para los sectores más dinámicos de la sociedad: los mejor preparados se marchan a otros lugares y se acentúan la descapitalización en medios humanos y el estancamiento.

En un contexto como el descrito, estamos siendo espectadores de las movilizaciones de los empleados de Delphi y sus familias, que han culminado días atrás en una marcha a Sevilla para entrevistarse con el presidente de la Junta, también presidente del PSOE, en vísperas electorales. Este les dice que hay varias empresas, cuatro o más, que se instalarán allí y en las que se recolocarán; pero no se dan datos de tales empresas, se dice que por prudencia y discreción. A su vez, el jefe del gobierno, de visita en Sevilla, recibe a esta buena y crédula gente para pedirles paciencia y confianza en las gestiones de su ya famosa Oficina Económica de Presidencia, prometiendo empleos para los futuros despedidos, una nueva versión de Bienvenido Mister Marshall. La protesta se desactiva momentáneamente y tengamos las elecciones en paz.

Si los antecedentes de inhibición y falta de previsión no existieran, podríamos pensar que lo sucedido estos días sería el preámbulo para llegar a una salida ordenada y razonable a una crisis sobrevenida puntualmente. Pero nada más lejos de la realidad. Sabemos que esta crisis era conocida y su estallido no ha sido una sorpresa para nadie. Por eso, el gran caudal de confianza que Andalucía otorgó en su día a quienes la gobiernan se va transformando paulatinamente en un río cada vez menos caudaloso, que podría trocarse en un arroyuelo murmurante de gentes descontentas que inicie la búsqueda de otros gestores para la región. Mientras tanto, se mantendrán las inercias y los subsidios. Ni siquiera queda el vano consuelo de Bienvenido Mister Marshall.

*Manuel Muela es economista.

Hace escasos meses se hizo pública la decisión de la empresa Delphi, propiedad de una multinacional norteamericana, de cerrar sus instalaciones de Puerto Real en Cádiz, procediendo al despido de alrededor de 1.600 trabajadores. Un paso más en el proceso de desertización industrial de la Bahía de Cádiz, cuyo declive es ejemplo de cómo se puede malograr la prosperidad de una comarca ante la falta de iniciativas de los poderes públicos y el conformismo, trufado de escepticismo, de los ciudadanos que les vienen otorgando su confianza.