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Lo decente: que Grecia quiebre
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Lo decente: que Grecia quiebre

Algo huele a podrido en Europa. Su hedor se extiende por Occidente. Los grandes problemas se debaten a la corrompida luz de lo inmediato, el prejuicio,

Algo huele a podrido en Europa. Su hedor se extiende por Occidente. Los grandes problemas se debaten a la corrompida luz de lo inmediato, el prejuicio, el cortoplacismo, la ideología y otras formas de falsedad. Nos hemos acostumbrado a ni siquiera preguntarnos qué es lo decente, qué es lo correcto.

 

Grecia es un estado soberano. Tiene un parlamento, leyes y símbolos. La mayoría de los griegos se identifican con ellos. No está lejano el escenario de que fuesen a una guerra por "defender" esos símbolos frente a, por ejemplo, sus vecinos turcos. Tienen y quieren identidad, soberanía… Bien, fabuloso, legítimo. Pero eso lleva aparejada la responsabilidad.

El gobierno y el parlamento griego han aprobado leyes y presupuestos, anticipado jubilaciones, decretado derechos positivos (que siempre son obligaciones para otros, condenados a pagar sin su autorización). Y han consumido más de lo que han producido. Hasta el extremo de que no pueden, como país, seguir llevando ese tren de vida. No pueden pagar sus deudas. Los demás han decidido no trabajar más para ellos…  ¡que inconcebible maldad!

Y ahora Alemania y su canciller son malos, porque no quieren seguir pagando. Y los que opinan igual, son insolidarios, y no aman ni a Europa ni a su Unión e instituciones. Y ocurrirá un cataclismo si no se pagan las deudas que los griegos soberanos han contraído para vivir, a costa de los demás, como soberanamente les daba la gana. Pues bien, mienten y yerran los que tal dicen.

La cigarra y la hormiga

La primera regla moral de una sociedad sana es que nadie debería querer siquiera consumir más de lo que produce. La siguiente es que los pactos válidos -entre libres- están para cumplirse.

Si Grecia no puede pagar, que no pague. Sus acreedores que tomen las medidas que les correspondan en derecho. Si no pueden cobrar de ningún modo, clamen por mejores instituciones. Grecia pagará su descrédito. Los que no cobren, aprenderán a ser más prudentes. La diligencia y la responsabilidad tendrán un premio: porque cuando no se castiga a los malos se castiga a los buenos. Las cigarras sobrevivirán al invierno, no se preocupen. Y serán más trabajadoras el próximo verano. Y las hormigas, todas obreras, de salarios altos y bajos, serán algo menos oprimidas por la mentirocracia de saqueadores que campa por los presupuestos públicos.

Y por otra parte ¿alguien piensa de verdad que los griegos, soberanos, van a aceptar que los funcionarios extranjeros, bancos, ricos, les pongan reglas estrechas para repagar? Ni se imaginan -bueno, los responsables de Interior de todos los países europeos lo esperan desde hace meses- la clase de explosión social que va a causar esa “reduccion de derechos de los trabajadores" en un país tan radicalizado en su izquierdismo como es Grecia.

La ayuda que se piensa destinar al gobierno griego castigará una vez más a las hormigas. Pero no evitará que las cigarras se subviertan igualmente. ¡Ay de las hermosas tiendas de la Avenida Ermou!

Dejen quebrar a Grecia. Hagan por una vez lo decente. Aprenderían que es lo menos malo. Ya se lo demostrará, cuando ocurra, lo peor.

Algo huele a podrido en Europa. Su hedor se extiende por Occidente. Los grandes problemas se debaten a la corrompida luz de lo inmediato, el prejuicio, el cortoplacismo, la ideología y otras formas de falsedad. Nos hemos acostumbrado a ni siquiera preguntarnos qué es lo decente, qué es lo correcto.