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Poética universitaria

1. En la Universidad hay de todo, mayormente tipos muy normales: muchachos que se ocupan de ir aprobando y profesores que se ocupan de cumplir sus

1. En la Universidad hay de todo, mayormente tipos muy normales: muchachos que se ocupan de ir aprobando y profesores que se ocupan de cumplir sus horas y cobrar el sueldo. Pero hay también un personal ruidoso que parece llevara en su faena desde siempre, por lo menos desde el glorioso 68 y sus potencias. En el caso de los alumnos, suelen agruparse en asociaciones que se dicen izquierdistas y emplear con soltura los tópicos al uso, llenos siempre de palabras incomprensibles, vacías: clases sociales, explotación, imperialismo y así. Los docentes de la cuerda van a menudo por libre, pero no pierden ocasión de poner la cara: apoyan a los alumnos antedichos, colaboran en conferencias republicanas, toman café con gesto rebelde y hasta se animan a reclamar justicia en la prensa local. Casi siempre van aureolados de mucho sentimiento y una pizquita inevitable de melancolía. Sobre todo para el que los mira.

 

2. Les gustan los mantras, porque a menudo funden izquierdismo y espiritualidad. Una espiritualidad muy de colegas, como de teoría de la liberación y otros merengues suramericanos. Yo creo que detrás de las pancartas que cuelgan por los pasillos hay siempre una mano femenina, feligresa y contenta. Una pancarta que leí el otro día resultaba enternecedora: “Con tu puedo y con mi quiero vamos juntos, compañero”. Para ligar con ellas hay que saberse a Benedetti, ya entienden: pagar unas copas, mimitos poéticos y, con suerte, a la cama. Si la poesía sirve para llegar al final, bien está la cursilería como instrumento de supervivencia; lo malo es cuando la poesía se toma en serio y se cultiva en plena madurez: de camisa de atar.

3. No sé por qué los universitarios izquierdistas suelen ser poetas, tener mucha teoría poética y, en consecuencia, andar siempre con los glúteos como apretados. Debe de ser un sufrimiento, en realidad, y de ahí quizá su querencia por las causas sufrientes del mundo. Otro letrero reciente, por ejemplo, defendía a los palestinos con palabras cariñosas y tiernas, como si fuesen niños abandonados, y atacaba con dureza a los israelíes por su desafuero imperialista, su gozo asesino y sus crímenes genocidas. Los universitarios poéticos gustan mucho de la fisiognomía etnológica y clasifican a los pueblos por encima de sus habitantes. Queda muy lírico y permite hacer frases contundentes. Nos ponemos un pañuelito de cuadros negros, decimos viva Palestina, decimos mueran los judíos, bebemos, decimos qué lástima de Hitler, coño, seguimos bebiendo, rompemos unas papeleras, qué cojones, nos acostamos y al día siguiente, viernes ya, escribimos un cartel precioso con bandera y versillos.

4. Ahora que no se fuma dentro, los universitarios izquierdistas y poéticos se juntan a la puerta de las Facultades, hacen corro y comentan las jugadas. Hay siempre alguno que, con media barba, anuncia su liturgia de verano. Ahora se lleva mucho participar en ONG’s, que es como la compra de bula para salvar el alma. Los universitarios izquierdistas y poéticos, benedettianos, creen en el alma y la conciencia, por supuesto, y necesitan alimento suficiente para tenerlas en paz y poder reclamar en paz la supresión del estado judío. Y si papá no puede pagarme una ONG’s, ya veremos: curso de verano, memoria histórica, desenterramientos. Algo que nos haga más fuertes al comienzo del curso, que nos deje por encima del chulito de siempre y, si puede ser, que nos permita llevarnos a la chica.

5. O al chico, porque algunas asociaciones de gays y sus congéneres andan también muy compungidas con los israelíes y en su día les rechazaron para participar en el desfile próximo de su orgullo. Otros se opusieron a la prohibición, pero debían de ser gays de poca monta. Los fetén juntan todo: poesía, izquierdismo y homosexualidad. Por tal orden, que primero va la lírica, luego el compromiso y, si todo cuadra, el culo. Aquí se vio bien: el sexo homófilo no prevalece cuando se es de la casta podrida. La casta elegida, en cambio, no presenta tales desviaciones: a los nefandos se los cuelga de una grúa. Aunque ahora que se aproxima la fecha de los festejos andan más presionados y quieren que salgan juntos galgos y podencos, con amor. Ellos, como los buenos inspirados, son también muy amantes de los símbolos.

1. En la Universidad hay de todo, mayormente tipos muy normales: muchachos que se ocupan de ir aprobando y profesores que se ocupan de cumplir sus horas y cobrar el sueldo. Pero hay también un personal ruidoso que parece llevara en su faena desde siempre, por lo menos desde el glorioso 68 y sus potencias. En el caso de los alumnos, suelen agruparse en asociaciones que se dicen izquierdistas y emplear con soltura los tópicos al uso, llenos siempre de palabras incomprensibles, vacías: clases sociales, explotación, imperialismo y así. Los docentes de la cuerda van a menudo por libre, pero no pierden ocasión de poner la cara: apoyan a los alumnos antedichos, colaboran en conferencias republicanas, toman café con gesto rebelde y hasta se animan a reclamar justicia en la prensa local. Casi siempre van aureolados de mucho sentimiento y una pizquita inevitable de melancolía. Sobre todo para el que los mira.

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