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Auditar las cifras oficiales de siniestralidad en las carreteras españolas
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Auditar las cifras oficiales de siniestralidad en las carreteras españolas

Imaginemos un partido de fútbol que se celebra a puerta cerrada y en el que uno de los equipos tiene como aliado al árbitro y al

Imaginemos un partido de fútbol que se celebra a puerta cerrada y en el que uno de los equipos tiene como aliado al árbitro y al único comentarista que radia el encuentro por la única emisora autorizada para hacerlo, que pertenece también al conjunto que tiene untado al colegiado y al locutor. Pasan los 90 minutos reglamentarios y la radio no cuenta nada del partido -tan sólo unos cuantos anuncios de un puñado de patrocinadores-, pese a que ha habido nueve expulsados en el equipo contrario, entre ellos el portero, el entrenador y el utillero, por decisiones caprichosas del árbitro. Así que el conjunto ganador mete 22 goles y la radio emite como única información del encuentro: “Los Buenos, 22, Los Malos 0”. Y añade: “Gracias a que tenemos un reglamento que garantiza la limpieza deportiva, Los Buenos encadenan una racha de 250 partidos ganados por goleada a todos los equipos de Malos que osan desafiarlo”. Y entonces, la prensa deportiva, sin preguntar nada más, sin cuestionarse qué habrá detrás de ese prodigio futbolístico, acepta la crónica oficial como buena y la airea como corresponde a un conjunto de pericia balompédica nunca vista sobre campo propio o rival.

 

¿Suena absurdo? Sí, porque es inconcebible que esto pueda pasar… o no tanto. Es exactamente la manera en que se trata en España la información sobre siniestralidad vial: poca, parcial y muy manipulada. Ellos son Los Buenos; los conductores, Los Malos. Como resulta lógico, considero más culpable al mensajero que al emisor, pero qué le vamos a hacer. Será que la DGT es uno de los principales anunciantes de nuestro panorama mediático, que la legión de asociaciones de víctimas practican un seguidismo delatado por la lluvia de euros en forma de subvenciones o será que Pere Navarro está investido de ciencia infusa y de su boca sólo sale La Verdad a Él Revelada, lo que convierte en improcedente cualquier cuestionamiento por parte de los medios. Sin embargo, lo cierto es que las cifras sobre accidentes se han convertido en un fangal de contradicciones con el único impulso de unas pocas voces críticas que no se creen que el equipo de Los Buenos sea infalible sólo por su calidad futbolística.

¿Hay tongo en las estadísticas?

Las estadísticas siempre tienden a decir lo que quieren quienes las elaboran, pero este efecto lo doy por descontado por beneficio de la duda de los funcionarios de la cosa circulatoria. Lo que importa comprobar es algo tan sencillo como si los accidentes son los que nos dicen que hay, al igual que los muertos y los heridos. Esto no debería ser complicado: se cuentan y punto, al fin y al cabo no se trata de un muestreo, sino de una agregación de situaciones perfectamente documentadas en forma y fondo a través de los correspondientes atestados. Y, después, confrontar esa realidad (La Realidad) con la que nos cuentan la DGT e Interior, que a Rubalcaba también le gusta comparecer para explicarnos las miles de vidas que ha salvado él solito.

Ya sabemos lo que nos dicen: que gracias a los radares, al carné por puntos, al código penal y a la reforma de la Ley de Tráfico, los muertos en carretera no dejan de bajar, lo que justifica cualquier paso que se dé en la dirección de reprimir por medio de multas, cárcel o lo que se les vaya ocurriendo, que más cosas vendrán. ¿Será por eso que nos matamos menos?

Porque lo cierto es que bajan los muertos, pese a que la tendencia al alza comenzada en Semana Santa hará que cerremos el año prácticamente empatados con 2009. Ahora veamos lo que no nos cuentan en las informaciones oficiales, que, por cierto, se refieren sólo a cifras provisionales, que son mucho más favorables que las definitivas. En primer lugar, no se nos cuenta el total de accidentes. Así, como suena. Nos hablan sólo de los accidentes mortales y sólo, también, de los heridos graves producidos en esos siniestros. Mal panorama de la realidad de los accidentes tendremos de esta forma.

Con un índice de concurrencia del 1,92% del factor ‘velocidad excesiva’ en los accidentes (no el 30% con que nos machaca continuamente la DGT), el llenar de cinemómetros las autovías y autopistas, en las que se producen menos del 15% de las víctimas mortales, es simple y llanamente un atraco

Cuando se tiene acceso a la información completa, a la misma que llega a la DGT para ser capada, troceada, cocinada y servida en vajilla de porcelana, se comprueba que las cosas no son así. Por ejemplo: el número de accidentes permanece prácticamente invariado de un año a otro. Y los heridos graves, aunque descienden, no lo hacen al ritmo de los fallecidos. Así que sólo bajan los muertos; pero, ¿es posible que gracias a las multas muera menos gente con el mismo número de siniestros? Parece que no, porque, según nos dicen, las multas son para evitar accidentes; lo que pasa es que como sólo nos dan datos de accidentes mortales, parece que hay muchísimos menos accidentes en total. Esto no es real.

Las causas del descenso en mortalidad son, según afirman expertos de la Agrupación de Tráfico de la Guardia Civil, aquellas que hacen que un accidente sea menos grave, cosa que ninguna reforma del código penal podrá jamás conseguir. A saber: a) La progresiva incorporación de vías desdobladas a la red de carreteras. b) Las mejoras en los sistemas de seguridad pasiva de los vehículos, esto es, aquellos dispositivos diseñados para minimizar los daños personales en caso de siniestro. c) La increíble evolución en las asistencias sanitarias; he aquí una clave importantísima, que explica que muchos heridos no mueran. d) El menor número de desplazamientos, debido a la crisis, y a la progresiva implantación de líneas ferroviarias AVE.

¿Hay que controlar la velocidad en la carretera? Desde luego. ¿Hay que poner radares? Rotundamente, sí. ¿Hay que hacerlo cómo se hace? Rotundamente, no. Con un índice de concurrencia de sólo el 1,92% del factor velocidad excesiva en los accidentes (no el 30% con que se nos machaca continuamente desde la DGT) el llenar de cinemómetros las autovías y autopistas, donde se producen menos del 15% de las víctimas mortales es simple y llanamente un atraco. Un atraco “por nuestra seguridad”.

La verdad es que todo esto es la consecuencia de haber inventado una realidad (la velocidad como factor clave y el consiguiente discurso de represión vial) y meternos en ella a los conductores con calzador, o con pasta (la nuestra, claro) o con la cárcel.

Maquillar las cifras de muertos

Cuando discuto con esto con un amigo próximo a la DGT me dice que todo eso puede ser cierto, pero que en ningún caso supone que el Gobierno cambie las cifras. Puede que no, pero sí. Cuando se publicó en mi blog (ENLACE:  www.elantirradar.com ) que la DGT quitaba muertos de las cifras, demostrándolo con documentación de su propio sistema informático, la DGT no tuvo más remedio que reconocerlo, y, como no podía ser de otra manera, lo justificó basándose en argumentos que, de puro peregrinos, llegarían a Santiago en una décima de segundo.

Y no sólo tratan de engañarnos a los españolitos de a pie. Hasta a la UE le han colado un dato falso sobre muertos en accidentes para figurar en los primeros puestos del ranking europeo en reducción de siniestralidad. En esta ocasión, quien perpetró la hazaña fue Justo Zambrana, subsecretario de Interior. O el caso del Observatorio para la Seguridad Vial, que se inventó un informe para decir que elevar los límites de velocidad incrementaría un 30% los muertos en carretera. Todo esto ha pasado en los últimos meses, no son actitudes dispersas en el tiempo.

Poca información, mal dada y, lo que es más importante, en la que no aparece todo lo que sucede en la carretera. Por eso desde Dvuelta venimos pidiendo que un organismo independiente, no gubernamental, audite las cifras de siniestralidad. Porque empezamos a no creernos nada, y queremos ver lo que pasa de verdad en el partido de fútbol entre “Los Buenos” y “Los Malos”. Es de ley.

Y que no sea por el bonus de Pere Navarro; acaban de publicarse en el Registro Mercantil de Zaragoza las cuentas de Aguas de la Cuenca del Ebro, S.A., de la que el director de la DGT es consejero desde principios de 2005; es una empresa pública con Consejo retribuido. Cualquiera puede tomarse la molestia de comprobar cuál fue su aguinaldo en 2009. Entre 2005 y 2008 repartió más de 800.000 euros entre sus consejeros. Así se lleva mejor la bajada de sueldo a los cargos públicos, ¿verdad colombroño?

Imaginemos un partido de fútbol que se celebra a puerta cerrada y en el que uno de los equipos tiene como aliado al árbitro y al único comentarista que radia el encuentro por la única emisora autorizada para hacerlo, que pertenece también al conjunto que tiene untado al colegiado y al locutor. Pasan los 90 minutos reglamentarios y la radio no cuenta nada del partido -tan sólo unos cuantos anuncios de un puñado de patrocinadores-, pese a que ha habido nueve expulsados en el equipo contrario, entre ellos el portero, el entrenador y el utillero, por decisiones caprichosas del árbitro. Así que el conjunto ganador mete 22 goles y la radio emite como única información del encuentro: “Los Buenos, 22, Los Malos 0”. Y añade: “Gracias a que tenemos un reglamento que garantiza la limpieza deportiva, Los Buenos encadenan una racha de 250 partidos ganados por goleada a todos los equipos de Malos que osan desafiarlo”. Y entonces, la prensa deportiva, sin preguntar nada más, sin cuestionarse qué habrá detrás de ese prodigio futbolístico, acepta la crónica oficial como buena y la airea como corresponde a un conjunto de pericia balompédica nunca vista sobre campo propio o rival.