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No se confundan, la igualitocracia a la que se refiere este artículo no es a la democracia de la igualdad: igualdad de derechos, de oportunidades, de

No se confundan, la igualitocracia a la que se refiere este artículo no es a la democracia de la igualdad: igualdad de derechos, de oportunidades, de género. Esa la doy por supuesta en un país como España.

Igualitocracia es un concepto que nos hace diferentes, especiales en España, como en tantas otras cosas. Igualitocracia es la democracia del yo lo quiero igualito.

Nuestros políticos se han instalado desde hace mucho ya en el yo lo quiero igualito, eso sí, con dinero público, el que ahora tanto necesitamos

¿Cuántos parques tecnológicos con ninguna, una o dos empresas  conocen en sus ciudades  o comunidades autónomas? ¿Cuántos museos de arte moderno que hubo que llenar con cosas modernas -¿de arte?- y centros de congresos y convenciones? ¿Conocen alguna capital de provincia sin universidad y además con todas las especialidades?

Parece que nuestros políticos, más preocupados por la reelección que por el desarrollo, se han instalado desde hace mucho ya en el yo lo quiero igualito, eso sí, con dinero público, el de todos, el que ahora tanto necesitamos.

Mientras, otras sociedades modernas y desarrolladas han ido por otros derroteros. Hoy, un afamado oncólogo ¿elegiría Houston o Nueva York para trabajar?, un ingeniero en automoción se trasladaría ¿a Múnich o a Berlin? , un diseñador de renombre a ¿Milán o Nápoles?… y un gran profesor universitario elegiría ¿Boston o Miami?... Y así con multitud de especializaciones geográficas. 

Actualmente no solo vivimos en una sociedad cada vez más especializada, sino que numerosos investigadores han descifrado la intensa relación entre desarrollo económico y social, innovación y disponibilidad de talento. El desarrollo económico y su sostenibilidad dependen cada vez más (en un modelo de producción deslocalizado con las capacidades de producción cada vez más concentradas en los países emergentes) de un proceso de innovación y mejora continua que lo haga sostenible. Hoy la clave ya no es producir barato en los países desarrollados -eso ya no es posible-, la clave es producir diferente, productos y servicios diferenciales, con unos niveles de productividad que superen cada día los mejores estándares. Mientras nuestra producción de calzado se realiza cada vez más en China, Alemania inunda de Mercedes y BMW aquel mercado. 

Para ello hay que desarrollar importantes cotas de innovación a todos los niveles y, por supuesto, contar con las dosis de talento y especialización disponibles en el entorno.

Talento llama a talento

En España aún tenemos que aprender que para ser iguales tenemos que aprender a ser diferentes

Pero… ¿cuál es el entorno adecuado, el país, la ciudad? Hoy los investigadores apuntan a que la clave de la investigación, el desarrollo de innovación y la potenciación del talento están en la Comunidad. La Comunidad…¿autónoma?  No, no, para nada... en la comunidad de talento. Talento llama a talento. Los científicos, los investigadores, los emprendedores cada vez quieren estar, formar parte, de su comunidad de especialización y, así, se sienten atraídos por la disponibilidad de ese talento común y las importantes sinergias que conlleva: relación e intercambio, medios disponibles para su desarrollo, polo de atracción del capital y de  trabajo, remuneración y movilidad laboral. Por eso se trasladan a vivir y se agrupan en aquellas localizaciones donde existe masa crítica de capital humano, social/relacional y tecnológico y allí -en Singapur, Bangalore, Palo Alto- nace la llama de la invención, de la innovación, del desarrollo, que parece espontáneo pero no lo es, porque se apoya en claras apuestas, diferenciales, de Gobiernos y sector privado por hacerlo. Son ciudades y zonas cada vez más diseñadas para albergar esas redes, esas comunidades de talento, con infraestructuras urbanas, tecnológicas y sociales adaptadas para ello; con modelos de flexibilidad y adaptabilidad muy desarrollados: flexibilidad laboral, compatibilidad docencia/investigación/dedicación privada, apertura a la colaboración universidad empresa, patrocinio de la investigación, etc, fomentado por los poderes públicos.

Algunos ejemplos se atisban en España, como la iniciativa en torno a la escuela de motociclismo de Cataluña que atrae a jóvenes del mundo entero a formase, pero hemos de pensar en otras oportunidades que tenemos en turismo, gastronomía, arquitectura y por supuesto, biotecnología, comunicaciones….

Hoy en día nuestros mejores investigadores, emprendedores o técnicos prefieren instalarse y desarrollarse fuera; pasaron los tiempos de los nacionalismos (el regional o el nacional), es la era de las comunidades. “El talento es el elemento predictivo más importante del éxito de una ciudad“ opina Michel Bloomberg, alcalde de Nueva York.

¿Qué aporta la igualitocracia a favor de esta tendencia? Desde mi punto de vista bien poco. En España aún tenemos que aprender que para ser iguales tenemos que aprender a ser diferentes, muy diferentes entre nosotros. Aprender a que las facilidades y el acceso a cualquier materia, más allá del bienestar social así como los incentivos fiscales, tecnológicos, académicos, etc, no tienen por qué ser igual en todos los lugares aunque sí para todos. Únicamente así se podrá fomentar esas especializaciones, la creación de polos de atracción, de comunidades de ámbito nacional e internacional de las que hoy estamos muy escasos y encontrar, por fin,  nuestras comunidades.

Y usted, ¿elegiría España? ¿Cuál sería su comunidad? Y en España, ¿dónde se instalaría?

*Juan Pedro Moreno, socio de Accenture y responsable de Innovación 

No se confundan, la igualitocracia a la que se refiere este artículo no es a la democracia de la igualdad: igualdad de derechos, de oportunidades, de género. Esa la doy por supuesta en un país como España.

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