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¿Por qué hacer algo bien a la primera si podemos hacerlo mal muchas veces?
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¿Por qué hacer algo bien a la primera si podemos hacerlo mal muchas veces?

Vivo en Madrid y a pesar de la presión de la DGT me sigue gustando conducir, lo que me invita a hacer los desplazamientos peninsulares en

Vivo en Madrid y a pesar de la presión de la DGT me sigue gustando conducir, lo que me invita a hacer los desplazamientos peninsulares en automóvil. En los últimos viajes a Barcelona, Bilbao y A Coruña, he observado grandes obras alrededor de las respectivas autovías. ¿El AVE, un nuevo trazado definitivo, por fin una autopista? Pues no, simple mejora del trazado. Eso, en sí mismo, no es malo, al contrario, pero ¿está justificada la inversión realizada para la mejora obtenida?

Estoy dispuesto a aceptar la tesis, de que es necesario tener la obra pública funcionando, para evitar que haya medio millón más de parados y que algunas empresas de maquinaria de obras públicas entren en concurso de acreedores. Aceptado entonces que hay que gastar en obra pública a pesar de la crisis, la siguiente reflexión sería suponer que estamos haciendo el esfuerzo de convertir ese gasto inevitable en una inversión útil. Pero, ¿es realmente útil lo que está haciendo Fomento? La verdad, no lo parece. Salgan y vean: comprobarán que no estamos invirtiendo útilmente nuestro escaso dinero; lo estamos malgastando en el delirante ejercicio de duplicar los trazados de las autovías más recientes para ganar pocos metros de distancia.

Están en marcha obras faraónicas (especialmente en la autovía entre Madrid y Zaragoza y, en menor grado, entre Madrid y Burgos) con desmontes absolutamente impresionantes, con cimentaciones espectaculares, pavimentaciones, ampliaciones de puentes y viaductos, etc… Permítanme que insista: estamos replicando la actual autovía a solo unos pocos metros de distancia.

Un ejemplo: en la A-2, en el km 129, cerca de Sáuca, en menos de cien metros de anchura puede verse la carretera antigua (la de Franco, para entendernos), la autovía actual y el nuevo trazado ¡En cien metros! ¿Esto es una mejora que justifique la inversión realizada? En algunos tramos en la A-1, si sacamos la mano por la ventanilla podremos tocar el nuevo trazado ¿Es el nuevo trazado mejor que el anterior? Seguro que sí, pero, ¿la gran inversión realizada justifica esta pequeña mejora? Pues seguro, absolutamente seguro, que no. Habría costado lo mismo o solo un poco más, hacer un trazado realmente nuevo, que permitiera eliminar definitivamente las curvas y desniveles que ahora solo mejoramos parcialmente.

Al final nos habremos gastado más de lo que nos habría costado una autopista de verdad y seguiremos teniendo unas autovías de segundo orden. Eso sí, como consuelo, cuando viajemos en coche tendremos el privilegio disfrutar de un paisaje lleno de molinos de viento y huertos fotovoltaicos

Viajen por favor por la A-2 entre Madrid y Zaragoza. Le parecerá una broma, un concurso al disparate. Comprobará usted como la nueva autovía es una réplica casi perfecta con todas de las curvas y desniveles de la actual, simplemente unos pocos metros más hacia adentro, como queriendo recortar la curva. Esa es toda la mejora, pero el coste es el mismo que haber hecho esto a centenares de metros de distancia eliminando completamente la curva. ¿Tienen un Scalextric? Pues imaginen que donde tienen dos pistas ponen cuatro, pero pegadas. Eso es lo que estamos haciendo, pero no para tener el doble de carriles, que ya sería algo, puesto que los trazados exteriores se cancelarán, con un coste adicional por cierto, y habremos realizado una gran inversión para mejorar un poco el radio de algunas curvas.

¿Tiene esto sentido? ¿Cuanto habría costado hacer, por fin, una autopista de esas a las que nunca hay que cambiar el trazado porque están bien hechas desde el principio? Si no hay presupuesto para una obra definitiva entre Madrid y Zaragoza, hagámoslo por partes. Arreglemos de verdad cien kilómetros cada año y en tres años tendremos un trazado definitivo. Desde hace meses tenemos nuestras principales autovías patas arriba, para obtener una solución mediocre y por lo tanto transitoria, pero casi tan costosa como la solución definitiva.

Al final nos habremos gastado más de lo que nos habría costado una autopista de verdad y seguiremos teniendo unas autovías de segundo orden. Eso sí, como consuelo, cuando viajemos en coche tendremos el privilegio disfrutar de un paisaje lleno de molinos de viento y huertos fotovoltaicos (por cierto ¿solo hace viento y sol cerca de las carreteras principales?); disfrutaremos también de la última tecnología en camuflar coches radar y por fin, de las propuestas de diseño de varias generaciones de funcionarios de Fomento, que en unos escasos cientos de metros de anchura dejarán el testimonio de sus distintas tesis para el trazado de la misma cuerva. Todo un alarde de estupidez en la gestión pública. Pero claro, se me olvidaba que aquí lo importante es gastar. Da lo mismo en qué. Además, ¿para que hacer algo bien a la primera si puedes hacerlo mal muchas veces y además te queda algo cada vez que lo haces?

*Ángel Viñas es presidente de Segurosbroker.com

Vivo en Madrid y a pesar de la presión de la DGT me sigue gustando conducir, lo que me invita a hacer los desplazamientos peninsulares en automóvil. En los últimos viajes a Barcelona, Bilbao y A Coruña, he observado grandes obras alrededor de las respectivas autovías. ¿El AVE, un nuevo trazado definitivo, por fin una autopista? Pues no, simple mejora del trazado. Eso, en sí mismo, no es malo, al contrario, pero ¿está justificada la inversión realizada para la mejora obtenida?

Ministerio de Fomento Autopistas