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Putin 1 – Obama 0

Putin 1 - Obama 0. Así se ha recogido el que los americanos acepten el plan ruso para el desarme químico de Al Asad en Siria.

Foto: Putin y Obama en su último encuentro en el G20 (Efe)
Putin y Obama en su último encuentro en el G20 (Efe)

Putin 1 - Obama 0. Así se ha recogido el que los americanos acepten el plan ruso para el desarme químico de Al Asad en Siria. Pero el problema es algo mucho más serio, tiene más implicaciones de lo que parece y empieza en Afganistán hace unos treinta años.

No fueron los talibanes los que ganaron la guerra y echaron a los soviéticos. Kabul la tomó Dashtun, un tayiko, es decir un persa que habla persa (Dari) aunque no de confesión chií, sino suní. El norte quedó para el Rambo uzbeko Rostum. Ahora bien, en un entorno en el que la etnia es más importante que la nacionalidad, ¿cómo es que Afganistán acabó en manos de los talibanes?

La respuesta la da el vecino Pakistán. Los EEUU sabían muy poco de la zona en 1979 y externalizaron en los servicios secretos de ese país (ISI) el reparto de fondos y armas para los muyahidines. El ISI favoreció todo lo que pudo a los talibanes por dos razones: primero, porque eran pastunes y el 20% de Pakistán es pastún; y, segundo, porque los talibanes son los que llevaban y siguen llevando el peso del terrorismo antiindio en Cachemira. Tan pronto como el ISI se vio libre de soviéticos y americanos no paró hasta que convirtió a los talibanes en los dueños de la situación.

EEUU abandonó Afganistán a su suerte y se embarcó en Irak. El desastre subsiguiente está en la mente de todos. Washington no tiene el dinero necesario para mantener su presencia en Irak, convertido en un matadero sectario. De Afganistán se va en 2014 sin haber derrotado a los talibanes. A los americanos les parece bien: el 67% no quiere ‘seguir’ en el país

Las consecuencias para toda Asia fueron demoledoras puesto que los talibanes exportaron terrorismo a todas partes, específicamente a China, Uzbekistán, Tajikistán, Kirgistán...y el Cáucaso en la no tan lejana Rusia ante la indiferencia, o al menos la inacción, de los EEUU.

Pues aunque parezca otro frente distinto, la caída de la URSS puso a Rusia frente a la secesión de Chechenia, guerra no tan distinta de la afgana, y que perdió en 1996. Sin embargo, la independencia de Chechenia no trajo la paz sino la guerra. Ya en manos de sus habitantes, aquel enclave del Cáucaso se convirtió en un nido de víboras en el que el principal ingreso del Estado (si es que lo había) fue el rapto. Finalmente, toda esa agresividad y, en definitiva, ausencia de Estado, fue la agresión exterior. Chechenia invadió el vecino Daguestán. Hubo de volverse a empezar la guerra en 1999. El conflicto no se ha resuelto y sigue exigiendo un alto precio de sangre.

Mientras que Occidente ignoraba estos hechos, o se alegraba por ellos procurando aprovecharse del supuesto desmembramiento del gigante soviético, otro nido de víboras seguía su curso en Afganistán. Y el modelo checheno se replicó en Asia Central. Una vez que los talibanes hubieron horrorizado al mundo con sus crueldades, lanzaron un misil contra las Torres Gemelas. Y Los EEUU se vieron obligados a intervenir.

Rusia aprendió la lección: nunca baja la guardia

Sin embargo, así como Rusia aprendió la lección y ni ha bajado la guardia ni ha tomado decisiones equivocadas, las cosas en Washington fueron distintas. Tras haber expulsado a los talibanes a las montañas, los neocons decidieron que el enemigo principal de los EEUU estaba en Irak. Una vez derrocado el dictador, seguiría una reconstrucción pagada con el dinero del petróleo iraquí y los EEUU en el mundo, e Israel en la zona, se convertirían en las superpotencias indiscutibles.

Así pues, y por segunda vez (la primera fue tras la victoria sobre la URSS), abandonaron Afganistán a su suerte y se embarcaron en la guerra de Irak. El desastre subsiguiente está en la mente de todos. Los EEUU no tienen ni siquiera el dinero necesario para mantener su presencia en Irak, al que han convertido, de paso, en un matadero sectario. De Afganistán se van en enero de 2014 y ya veremos cómo pero, desde luego, sin haber derrotado a los talibanes. Al pueblo americano le parece muy bien. El 67% está en contra de seguir allí.

Determinadas declaraciones de empresas potencialmente licitadoras y algunos ejemplos de externalización fracasados o muy deficientes, han terminado por rematar la intolerancia social hacia este tipo de políticas de gestión

Vienen las primaveras árabes y caen Libia, Túnez y Egipto, por ahora. No hace falta entrar en detalles de las consecuencias, porque ocupan las primeras páginas de los periódicos. Se extiende el síndrome a Siria y se invocan las armas químicas de Bachar al Asad como motivo para intervenir. Vistos los antecedentes someramente expuestos es obvio que, con química o sin ella, el resultado de intervenir sería crear otra Chechenia u otro Afganistán, Mali etcétera. Esos son los argumentos de Putin: puestos a escoger, mejor un Estado con instituciones y dictador al mando que una banda de terroristas en un enclave protegido por fronteras “soberanas”, es decir, inatacables.

Es también lo que piensan el Vaticano y el Patriarca sirio Ignatius Zakka. También con razón, puesto que el mismo día en el que empezaban a sonar tambores de guerra en Washington los insurgentes sirios se presentaron a las puertas de la ciudad cristiana de Malula y exigieron a sus habitantes la conversión en masa al Islam bajo pena de muerte. Cierto es que no llevaban consigo gas, con navajas para degollar tenían bastante. Digo “navajas” sin ánimo peyorativo ni retórico. Está documentado que es el arma con el que las brigadas chechenas en Siria liquidan a sus enemigos y prisioneros.

La nueva potencia de Oriente Medio

Imaginemos una Siria, libre de Al Asad, en la que reinasen sin freno, chechenos, talibanes y demás extremistas. No creo que tardasen mucho, primero, en eliminar a todas las minorías, entre ellos a los cristianos. Y, a continuación, en lanzarse contra Jordania, Irak y todo lo que se moviese con lo que ya tendríamos el Oriente Medio convertido en un caos todavía más incontrolable. A Rusia ese remolino le afectaría en sus mismas puertas. Ella no se puede ir al Pacífico como ya se están yendo los EEUU. Repitámoslo una vez más: Rusia es potencia regional en el Oriente Medio y tiene frontera geográfica con Turquía, política con Irán y bases militares en Siria.

Una palabra final sobre Israel y Europa. A lo que parece, Israel está muy contento con todo este tsunami. Mientras los musulmanes se matan entre sí, no piensan en ellos. ¿Y cuando dejen de matarse y se asiente, mal que bien, este torbellino? Todo apunta a que el pararrayos de tanto odio serían ellos. Y eso no se combate con bombas. Ni siquiera atómicas.

En cuanto a Europa, se van viendo las consecuencias de no ser capaces de renunciar al llamado Estado nación. No tenemos un buen sistema de seguridad a las puertas. Y las puertas están en llamas. Terminados los días del Imperio Británico, y en el ocaso ya los de la Pax Americana que se va al Pacífico para “contener” a China, nos quedan sólo Turquía y Rusia. Pero Turquía está de parte de los insurgentes y de Arabia Saudí. Así que siempre nos quedará Moscú.  Reformulemos el tanteo: Putin 1, Bruselas menos infinito. ¡Mira por donde Rusia se va a sacar la espina de la Guerra de Crimea! ¡A lo mejor hasta recupera su título de “Santa” por aquello de que defiende a los cristianos!

Putin 1 - Obama 0. Así se ha recogido el que los americanos acepten el plan ruso para el desarme químico de Al Asad en Siria. Pero el problema es algo mucho más serio, tiene más implicaciones de lo que parece y empieza en Afganistán hace unos treinta años.

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