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El 'milagro' de Bankia y sus peligros fiscales
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El 'milagro' de Bankia y sus peligros fiscales

¿Hay “pelotazos” en el mundo? ¡Desde luego! Pero, por regla general, en los “pelotazos” hay siempre gente que gana (los menos) y gente que pierde (habitualmente,

¿Hay 'pelotazos' en el mundo? ¡Desde luego! Pero, por regla general, en los 'pelotazos' hay siempre gente que gana (los menos) y gente que pierde (habitualmente, los más). Lo que sucede es que, muchas veces, los que ganan –sobre todo, si se trata del ámbito financiero– permanecen en un confortable anonimato, cubiertos por el eficaz e impenetrable manto de 'los mercados' que, como la mano invisible que Adam Smith les asignó, son también invisibles, anónimos e inimputables. Los que pierden –que, como digo, suelen ser legión e inexpertos– claman al cielo; pero, como quiera que sus pérdidas tienen lugar en ese descomunal 'casino especial' que es la bolsa, les suele quedar sólo el derecho al pataleo.

Esto ha sucedido siempre así porque, detrás de cada superempresa emergente, con un nacimiento y un desarrollo fulgurantes, luego acostumbran a producirse los grandes batacazos: Terra, las puntocom, la propia Bankia, etc. La experiencia, sobre todo, enseña que en un ámbito tan complicado como el financiero, el que se mete sin conocerlo o bien asume el riesgo casi igual al que decide comprar lotería (que debiera ser siempre sin gastar mucho para que no le puedan llamar ludópata), o bien debe estar dispuesto a perder hasta la camisa. Los bancos y demás intermediadores financieros debieran tener también un especial cuidado respecto a quién le colocan acciones en bolsa. Pero eso es otro cantar y da para otro capítulo.

El caso Bankia es, sin embargo, algo muy especial e insólito: fue, en origen, una de tantas entidades a las que la invasión político-sindical acabó por desvirtuar primero, y arruinar después; el vivo ejemplo de la rebatiña de unos pocos privilegiados por el Poder que, si no hubiera sido por el rescate financiero, se habría llevado por delante la economía de millones de familias y puede que buena parte del sector financiero en su conjunto. Eso se lo debemos, además, a los experimentos fusionadores de unos cuantos aprendices que estaban en la propia Bankia, en la CNMV y en el Banco de España hasta el año 2012.

El caso Bankia es, sin embargo, algo muy especial e insólito: fue, en origen, una de tantas entidades a las que la invasión político-sindical acabó por desvirtuar primero, y arruinar después; el vivo ejemplo de la rebatiña de unos pocos privilegiados por el Poder

Pero como el tsunami podía llevársenos por delante a todos, ahí estuvieron desde el actual Gobierno para pedirle prestado a Europa –eso sí, a costa nuestra y dejando a los preferentistas y obligacionistas más tirados que una colilla– para que viniera un banquero de los de siempre, que lo primero que hizo fue exagerar las pérdidas y las necesidades para que se le diera mucho más dinero del que, realmente, se precisaba (sabido es que “con buena brocha bien se pinta”); y Goirigolzarri, aguantando como un mastodonte los gritos de los damnificados, logró empezar, no desde cero, sino desde más veinticuatro mil millones, a levantar un banco extraordinariamente sobrecapitalizado al que, a pesar de ese exceso de capital, le practicó una notable jibarización en su plantilla y en sus oficinas para hacer más alegre la cuenta de resultados.

Y ahí están los resultados: con una innegable mejor praxis bancaria que sus antecesores, pero también con la prudencia mayor que enseñan los fracasos de estos, Goirigolzarri ha ido logrando que la acción de Bankia cotice a un 150% por encima de su valor en libros y, de momento con sólo el papel no controlado por el FROB, está consiguiendo que el valor esté en un rally que nadie sabe ni puede explicar muy bien, salvo los que están en la ensalada de la “manipulación”.

Esta considerable subida del valor de las acciones de Bankia está siendo utilizada por la red comercial de la entidad para tratar de convencer a los perjudicados por las quitas de las subordinadas, y también a los preferentistas, de que vendan sus acciones so pretexto de que, sobre todo, en el caso de los que tenían deuda subordinada, ya estarían recuperando todo su dinero. Pero lo que les ocultan a esos agraviados es que, si ahora venden sus acciones, el año que viene vendrá la declaración del IRPF y les pedirá alrededor de la mitad de las plusvalías, es decir, de todo aquello que esté en esa endemoniada venta por encima del 1,3526 euros. ¿Se hará cargo entonces Bankia de compensar al contribuyente por haberle inducido a vender sin advertirle del peligro tributario? Evidentemente, ¡no! Y una vez más, ¡a 'palmar' los de siempre!

Lo que les ocultan a esos perjudicados es que, si ahora venden sus acciones, el año que viene vendrá la declaración del IRPF y les pedirá alrededor de la mitad de las plusvalías

En ese Juego de Tronos en que se ha convertido la colocación o la privatización de Bankia a través de los grandes bancos que, al efecto, está contratando el FROB, yo no sé quién o quiénes gozarán del favor del Gobierno (que será al final el que, en función de los favores que a su vez reciba), adjudique este interesante 'pastel'. Lo que sí me malicio es que, entre unos y otros –de estos que manejan el cotarro– están provocando una subida artificial del valor para, quizá de un lado, conseguir que el Gobierno recupere unos cuantos miles de millones; y puede que de otro, pegar el pelotazo de lo que va de siglo.

En todo caso, mi modesta recomendación a los perjudicados es que los que lo fueron por la deuda subordinada (que son los que están siendo más presionados) no vendan nunca por debajo de 1,80 euros la acción; que no lo hagan nunca unilateralmente, sino en el contexto de un acuerdo extrajudicial, so pena de que quieran correr el riesgo de que les reclamen luego las costas; que se hagan asesorar antes sobre las plusvalías que habrán de pagar, y que, además, se nieguen a que les cobren cualquier comisión por dicha venta.

Ah, y recuerden que, cuando se gana a Bankia en los tribunales, además de que les suelen condenar en costas y el pleito le acaba saliendo casi gratis al que demandó, nunca se generan plusvalías y no hay que pagar a Hacienda.

 

* Miguel Durán es abogado.

¿Hay 'pelotazos' en el mundo? ¡Desde luego! Pero, por regla general, en los 'pelotazos' hay siempre gente que gana (los menos) y gente que pierde (habitualmente, los más). Lo que sucede es que, muchas veces, los que ganan –sobre todo, si se trata del ámbito financiero– permanecen en un confortable anonimato, cubiertos por el eficaz e impenetrable manto de 'los mercados' que, como la mano invisible que Adam Smith les asignó, son también invisibles, anónimos e inimputables. Los que pierden –que, como digo, suelen ser legión e inexpertos– claman al cielo; pero, como quiera que sus pérdidas tienen lugar en ese descomunal 'casino especial' que es la bolsa, les suele quedar sólo el derecho al pataleo.

FROB Caso Bankia