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Te echaremos… de menos (a la memoria de Adolfo Suárez)
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Rafael Martínez-Campillo*

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Te echaremos… de menos (a la memoria de Adolfo Suárez)

A la memoria de Adolfo Suárez.Hay épocas que se consumen entre luces y sombras. Otras, por el contrario se convierten en la energía vital de una

Foto: Fotografía de archivo, tomada en Madrid el 8/04/1965, del expresidente del Gobierno Adolfo Suárez, durante una entrevista (Efe).
Fotografía de archivo, tomada en Madrid el 8/04/1965, del expresidente del Gobierno Adolfo Suárez, durante una entrevista (Efe).

A la memoria de Adolfo Suárez.

Hay épocas que se consumen entre luces y sombras. Otras, por el contrario se convierten en la energía vital de una persona. Son los años que dan sentido a una vida. Así fueron los años pasados junto a Adolfo Suárez. Primero me atrajo, como a otros jóvenes de mi generación, con una sencilla reflexión, pero que definía perfectamente su personalidad y sus intenciones: ¿no te comprometerías a hacer cosas por tu país, junto a mí?

Claro, después de leer tantos ensayos sobre doctrinas políticas, después de conocer a buena y comprometida gente de izquierdas, quedé atraído por la limpieza, la fuerza y la sinceridad de Adolfo Suárez y de su ideario político distinto, original y conveniente para España.

Con inmensa humildad, como me recordó un día Julián Marías en Huesca, tuvo que convivir con algunos mitos que pretendían reducirlo a un “oportunista” sin formación. Nada más lejos de la realidad, porque la claridad de sus ideas políticas nacía de una reflexión constante y de un compromiso profundo con España y los españoles. Vivía inmerso en pensamientos y razones políticas que dieran sentido a sus actuaciones políticas (aún tengo presente su despacho muy largo, dos mesas opuestas a cada lado, folios y bolígrafos en cada una y él dando paseos y anotando las ideas que le surgían).

Con inmensa humildad, como me recordó un día Julián Marías en Huesca, tuvo que convivir con algunos mitos que pretendían reducirlo a un oportunista sin formación. Nada más lejos de la realidad, porque la claridad de sus ideas políticas nacía de una reflexión constante y de un compromiso profundo con España y los españoles

Ahora bien, sus ideas políticas tenían un largo proceso de maduración hasta terminar pasando por diferentes filtros, el más importante, el de los principios. Efectivamente, era un hombre de principios y valores hondos, que no podían ser vulnerados, porque su idea de la acción política era la utilidad para los españoles, no sabía de cortoplacismos, lo que exasperaba a sus colaboradores (acababa de anunciar el PSOE un plan para construir 500.000 viviendas, le dije que era una barbaridad, me contestó que necesitaba razones para entender que debía oponerse y tuve que redactarle un informe antes de que decidiera nuestro apoyo o negativa).

De sus muchos valores da fe su comportamiento en la vida pública, que proyectaba en su reconocido fair play y en el respeto a todas las personas y, por supuesto, en especial, a los adversarios políticos (solía reprochar a sus diputados que tuviéramos salidas de tono en los debates del Congreso).

Una vez más, tras su dimisión como presidente del Gobierno, demostró su genio político con la fundación de Centro Democrático y Social (CDS), ante la incomprensión de los medios de comunicación, los económicos y el resto de fuerzas políticas, pese a que le debían buena parte de sus nuevas  posiciones, porque tanto la derecha como los socialistas debieron acomodar sus trasnochados objetivos a la existencia y devenir de UCD, CDS, y en particular, de Adolfo Suárez.

No había ninguna otra razón para que fundáramos CDS que la de impedir un bipartidismo imperfecto y bastante estéril que, además de ser el germen de políticas nacionales sin consenso, sería de fácil utilización para los fines excluyentes de los nacionalistas de algunas regiones

No había ninguna otra razón para que fundáramos CDS que la de impedir un bipartidismo imperfecto y bastante estéril que, además de ser el germen de políticas nacionales sin consenso, sería de fácil utilización para los fines excluyentes de los nacionalistas de algunas regiones. Esa fue la esencia del nacimiento de CDS, y, a su vez, causa de su desaparición, en la medida en que esencialmente estábamos destinados a ser un partido pequeño, garantía de las sucesivas mayorías absolutas de las dos grandes fuerzas políticas que, miopes, se empeñaron en volver a destruirlo. Era una construcción política demasiado compleja y bienintencionada para una sociedad y unas élites que siempre estuvieron más cómodas en la “patología de la simplificación” que en la pluralidad y diversidad políticas, aunque ahora todos paguemos las consecuencias de su desaparición.

Hoy, tras su marcha definitiva, cuando tiene el reconocimiento de todos los españoles, vienen a mi memoria miles de recuerdos personales y, en particular, aquella tira genial del humorista Peridis, cuando nadie entendía su dimisión como presidente del Gobierno, que rezaba así:

Entre todos me echáis, espero que nunca tengáis que echarme… de menos”. En mi caso, junto a otros muchos, siempre te echaremos de menos.

A la memoria de Adolfo Suárez.

Adolfo Suárez