Aviones en el punto de mira

1 de junio de 1943. Un avión británico de la compañía BOAC surca los cielos del Golfo de Vizcaya rumbo a Londres, dejando atrás la costa gallega, cuando es abatido por una patrulla de cazas de la Luftwaffe. Estamos en plena guerra mundial y el derribo, uno de los primeros de la aviación comercial, ocupa las portadas de la época. Volar era entonces cosa de ricos y poderosos, uno de sus pasajeros era el famoso actor Leslie Howard.

17 de julio de 2014. El vuelo MH17 de Malaysian Airlnes es supuestamente derribado por un misil disparado desde tierra al este de Ucrania. 70 años separan ambos hechos, décadas en las cuales la aviación se ha convertido en transporte de masas, uno de los motores indiscutibles de la economía global. En esas décadas de expansión unos 20 aviones de pasajeros han caído del cielo tumbados por la fuerza de las armas, casi siempre en zonas calientes del planeta.

Cuando subimos al avión los pasajeros solo queremos poner aire de por medio y acomodarnos en el asiento, ajenos a todo lo que rodea la seguridad en vuelo. ¿Son seguras nuestras rutas aéreas? ¿Quién las decide?

Los controladores aéreos garantizamos la seguridad de las aeronaves guiándolas desde despegue a aterrizaje, evitando colisiones, atendiendo emergencias y dando nuevas rutas cuando es necesario, no decidimos los trayectos. Son las compañías aéreas quienes elaboran los planes de vuelo y las rutas conforme a los cientos de aerovías existentes. Las aerovías son competencia del Estado que sobrevuelan, último responsable de autorizar o no los vuelos y de garantizar la seguridad de los mismos, por lo cual cobra tasas aéreas.

El espacio tiene zonas restringidas y zonas prohibidas que son publicadas para conocimiento de aerolíneas y pilotos

Las compañías tratan de elaborar las rutas más directas entre origen y destino, sobrevolando en ocasiones países conflictivos. Tan solo se evitan rutas que están prohibidas, tipo Corea del Norte, o las que cada compañía considera desaconsejable volar, generalmente zonas de guerra. Cada milla recorrida cuenta y cuesta. El tiempo, en el aire, también es oro.

El vuelo MA17 establecido a nivel de vuelo 330, unos 10.000 metros de altitud, no tenía prohibición alguna, un vuelo comercial más, como tantos millones cada año. Respecto a Ucrania, tras el conflicto de Crimea con Rusia, la autoridad aeronáutica estadounidense, FAA, había prohibido a sus aeronaves sobrevolar la zona.

Tras la incorporación de Crimea a Rusia hay dos autoridades disputándose un trozo de espacio aéreo, garantía de problemas para las aeronaves. Además, al parecer, desde hace meses se producen fallos en la señal de GPS en la región. Por su parte, tanto la EASA (Agencia Europea de Seguridad Aérea) como Eurocontrol, organismos europeos reguladores del tráfico aéreo en Europa, recomendaban no sobrevolar Crimea y aledaños. No lo pueden prohibir, importante matiz.

La burocracia europea, tan expansiva, tiene que reaccionar para asegurar, no solo recomendar, que cualquier pasajero volando desde un destino europeo a cualquier punto del planeta no se vea expuesto a riesgos innecesarios. Priorizar la seguridad es un compromiso irrenunciable por parte de todos los agentes implicados en la aviación comercial.

La tragedia del vuelo de MH370 desaparecido hace meses en el océano tendría que provocar cambios para que nunca más un avión se esfume de los radares sin dejar sin rastro. Por su parte, la tragedia del MA17 estrellado en Ucrania debería garantizar la implementación de rutas aéreas de alta seguridad.

Los terroristas acechan el aire, el 11S nos abrió los ojos e hizo tedioso y cansino el tránsito por los aeropuertos, aumentando la seguridad dentro de las aeronaves.No olvidemos cuidar también al máximo la seguridad en vuelo. Todos queremos evadirnos mirando en la pantalla del avión su mapamundi en movimiento.

*César Cabo, controlador aéreoyperiodista